La ilusión de la verdad, creer que algo es cierto sin serlo
La ilusión de la verdad es un mecanismo por el cual se llega a creer que algo es cierto, sin serlo. De hecho, no solo se llega a creer. También se defiende como cierto. Además, se cierra cualquier posibilidad a considerar que sea falso.
El efecto de ilusión de la verdad sucede porque hay un fallo en nuestro procesamiento de la realidad. Tenemos la tendencia de calificar como verdadero aquello que nos es más familiar. De este modo, todo lo que alude a algo que ya conocemos, nos parece más cierto.
En 1977 se hizo un experimento al respecto. A un grupo de voluntarios se les presentaron 60 enunciados. Se les pidió que dijeran si eran verdaderos o falsos. El mismo ejercicio se repitió sucesivamente cada 15 días. Notaron entonces que las personas convertían en verdaderos los enunciados que se les habían planteado antes, independientemente de lo razonables que pudieran ser.
“Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa”.
-Alfred Adler-
La ilusión de la verdad y la memoria implícita
Al parecer, este mecanismo de ilusión de la verdad funciona debido a la existencia de la “memoria implícita”. En el experimento señalado, los participantes calificaron como verdaderos los enunciados que ya habían visto antes. Esto, pese a que se les dijo claramente que eran falsos. Simplemente, si los sentían como “familiares”, les parecían verdaderos.
La ilusión de la verdad ocurre sin la colaboración de la memoria explícita y consciente. Es un resultado directo de la memoria implícita, un tipo de memoria que utiliza las experiencias previas para la ejecución de tareas. Una estrategia de nuestra mente para economizar esfuerzos.
La memoria implícita está presente, por ejemplo, cuando nos anudamos los zapatos. En un primer momento, aprendemos cómo hacerlo y después, realizamos de forma mecánica esa operación. Si tenemos que anudar algo diferente a unos zapatos, probablemente emplearemos la misma técnica, así no sea la mejor. En otras palabras, tendemos a crear modelos para aplicarlos a situaciones diferentes.
Esta estrategia mental también se aplica a realidades más abstractas como las ideas, originando la ilusión de la verdad. Esto quiere decir que somos más propensos a creer en una idea o forma de pensar si nos resulta familiar y coincide con las experiencias vividas. Aunque esta sensación de familiaridad no tiene por qué estar ligada a la veracidad. De ahí, su peligro y el riesgo de tomar decisiones desacertadas.
La ilusión de la verdad y la manipulación
La ilusión de la verdad tiene muchos efectos problemáticos. Entre ellos, hace realidad una vieja consigna postulada por los nazis. Es aquella que dice: “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Un enunciado que se repite, así sea falso, tiende a percibirse como verdadero. La mayoría de las personas no tienen interés, y a veces tampoco las herramientas, para verificar si algo es cierto o no.
En realidad, la ilusión de la verdad es un atajo que toma la mente para evitar hacer más esfuerzos de los necesarios. Si sometiéramos a examen todo lo que pensamos y hacemos, terminaríamos exhaustos en menos de una hora. ¿Por qué es mejor despertar en la mañana y no en la noche? ¿Debemos desayunar o mejor no comer nada al comenzar el día? Lo que comemos en el desayuno, ¿es adecuado o solo lo hacemos por costumbre?…
Es imposible someterlo todo a evaluación, en busca de la verdad. Por eso nuestro cerebro nos ayuda y simplemente organiza la información en base a lo aprendido. Es una estrategia para facilitar nuestro desempeño en el mundo.
No se anula la lógica
Un aspecto importante es que la ilusión de la verdad, por más fuerza que tenga, no anula el razonamiento lógico. Esto quiere decir que siempre estamos en capacidad de llevar a cabo procesos que nos permitan entender lo que es falso y lo que es verdadero.
También significa que el poder de manipulación sobre nuestra mente es limitado. Solo nos atrapan con la ilusión de la verdad cuando decidimos no emplear otras facultades más elevadas de razonamiento. Si decidimos emplearlas la ilusión de la verdad se diluye.
Como vemos, sería interesante que nos cuestionásemos los aspectos más importantes de la realidad, que nos preguntásemos por qué creemos lo que creemos. ¿Pensamos que algo es verdad porque lo hemos oído muchas veces o es cierto que tenemos evidencias suficientes para creerlo así?