La teoría de la manzana podrida: el efecto del mal compañero de trabajo

Llamamos manzanas podridas a esos compañeros de trabajo que hacen uso de la negatividad, la crítica o el abuso constante. Con su comportamiento contaminan a toda la organización, ocasionando estrés, sufrimiento y baja productividad.
La teoría de la manzana podrida: el efecto del mal compañero de trabajo
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 02 diciembre, 2021

La teoría de la manzana podrida nos dice que en toda organización existe un trabajador cuya actitud o personalidad puede ‘infectar’ al resto a través de su comportamiento. Estas presencias no solo provocan malestar, bajas médicas e infelicidad en el clima laboral, sino que además suponen un gran gasto económico para las propias empresas.

“¿Qué puedo decir? Contraté al tipo equivocado y él destruyó todo en lo que yo había estado trabajando durante 10 años”. Estas palabras fueron pronunciadas por Steve Jobs cuando reclutó al CEO de Apple, John Sculley, una persona por la cual tuvo que dejar en un momento dado la compañía que creó. Ahora bien, este célebre caso no es el único; de hecho, tal y como nos revela un estudio del grupo Glassdoor, el 95% de las empresas afirman contratar al menos una manzana podrida cada año.

¿Cómo es posible? ¿Qué influjo tiene una sola persona como para alterar los cimientos de toda una organización y generar un impacto tan negativo? Muchos expertos hablan de un efecto dominó.

Hay personalidades tan nocivas que son capaces de minar la moral de todo un equipo de trabajo. Y eso no es todo, en muchos casos el impacto no llega solo a los compañeros de trabajo, también los clientes son dianas de esas malas artes, poco acierto o personalidad nociva.

Veamos más datos sobre el tema.

“Reclutar personal para una empresa no siempre es fácil, sobre todo cuando las entrevistas y las pruebas de personalidad se han considerado inexactas para predecir el rendimiento laboral futuro de ese candidato”.

Trabajadores discutiendo y simbolizando la teoría de la manzana podrida

La teoría de la manzana podrida o cómo una persona desestabiliza toda una organización

La teoría de la manzana podrida se conoce desde hace años, pero a día de hoy seguimos sin saber qué medidas usar para prevenir este fenómeno. La Universidad de Washington realizó un interesante estudio en el 2007 dirigido por el doctor William Felps donde evidenciar y explicar las causas de esta teoría.

Se pudo ver, por ejemplo, que el comportamiento negativo de un solo miembro en una empresa puede tener una influencia inmensa en toda la organización. Y no solo eso, los problemas laborales sortean a menudo este escenario para llegar también al ámbito personal y familiar. Los conflictos en el trabajo no se quedan en el trabajo, nos los llevamos con nosotros. El impacto por tanto es considerable a todos los niveles.

Si nos preguntamos ahora cómo son esas personas que asumen el papel de manzanas podridas ‘infectando’ a los demás, es muy posible que nos sea conocido alguno de estos comportamientos:

  • Personas que esquivan su propio trabajo y responsabilidades, poniendo incluso sobre hombros ajenos sus propias tareas.
  • Personas pesimistas, derrotistas y tremendamente críticas con todo.
  • Trabajadores que actúan como auténticos matones. Son figuras que hacen uso de una actitud agresiva, aplicando la intimidación, la burla, la crítica, etc.
  • También son comunes los comportamientos deshonestos. Son personas que llegan a hacer uso de la ilegalidad, redactando informes falsos, haciendo uso de engaños, chantajes, etc.
Trabajadores simbolizando la teoría de la manzana podrida

¿Por qué las empresas no tienen filtros para identificar a las manzanas podridas?

Algo que nos revela la teoría de la manzana podrida es lo siguiente: por lo general, las empresas siguen la práctica de contratar rápidamente y despedir lentamente. ¿Qué quiere decir eso? En muchas organizaciones, la necesidad de cubrir un puesto de trabajo puede forzar un proceso de selección rápido e ineficiente.

En ocasiones, esa inmediatez hace que no se tengan en cuenta valores en variables importantes. A ello se le añade otro hecho esencial, y es que con frecuencia las pruebas para valorar a un candidato no nos permiten intuir factores ocultos de personalidad o comportamientos futuros en el escenario laboral.

Así, en muchos casos, podemos dejarnos llevar por las habilidades duras, por ese currículum extenso, por la formación, experiencia, el modo de desenvolverse y la asertividad. Sin embargo, no siempre se dispone de tiempo para profundizar en las competencias blandas, como su habilidad para hacer equipo, la actitud positiva, la sensibilidad interpersonal, el autocontrol o la Inteligencia Emocional.

Manzana podrida

¿Qué hacer cuando una manzana podrida se escapa de los filtros de los procesos de selección?

Lo señalábamos al inicio: por término medio, cada empresa acaba contratando una manzana podrida cada año. Los procesos de selección fallan y las consecuencias pronto se dejan notar. Se crea un clima laboral contaminado, los empleados se frustran, viven a la defensiva, aparece el estrés, las bajas y los problemas de productividad.

¿Qué hacer en estos casos? Más allá de lo que pueda parecer, con frecuencia estas situaciones no se resuelven de manera rápida. La teoría de la manzana podrida nos dice que, por término medio, se tarda bastante en intervenir, cuando los primeros en sufrir el impacto de estas presencias tóxicas y negativas son los trabajadores. Como podemos suponer, no siempre es fácil denunciar esos comportamientos o convencer a gerencia para que intervenga.

A día de hoy, gran parte de las organizaciones siguen funcionando a través de la verticalidad y no de la horizontalidad. Es decir, no siempre abunda esa flexibilidad, esa comunicación directa entre empleados y dirección. Dicha jerarquización empresarial hace que las manzanas podridas perduren, infecten cada vez más escenarios y que la inestabilidad aumente.

No es lo adecuado. Las manzanas podridas deben detectarse lo antes posible por el bien de toda la organización. Tras la identificación, se le puede llevar a cabo una labor de información para mejorar sus competencias a la hora de trabajar en equipo, se le puede desplazar a un puesto con una posición menos interactiva o, por último, se puede proceder al despido. Sea como sea, este tipo de situaciones requieren actuaciones firmes, rápidas y efectivas. La pasividad solo origina situaciones de desgaste, de las que solo se derivan pérdidas.


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