Levodopa: un fármaco para el Parkinson
La levodopa, después de más de 50 años desde su introducción en la medicina, sigue siendo el fármaco de elección para la enfermedad de Parkinson. Es el fármaco más potente que existe para esta indicación y reduce incluso la mortalidad asociada a esta población.
La levodopa, también conocida como L-DOPA, es el precursor metabólico de la dopamina que se utiliza para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson, asociada a déficit dopaminérgico. Generalmente se utiliza en combinación con otro compuesto: la carbidopa. Está demostrado que la combinación de levodopa y carbidopa mejora la respuesta terapéutica en comparación con levodopa sola, alcanzando mejores concentraciones plasmáticas y más duraderas.
Sinemet, por ejemplo, es una marca comercial que combina estos dos compuestos. Existen diferentes presentaciones en función de las combinaciones de dosis y de la forma de liberación en el organismo.
También existen otros compuestos, como la benserazida, con los que se puede combinar la levodopa para mejorar su eficacia. La marca comercial Madopar, por ejemplo, combina levodopa con benserazida.
¿Para qué se utiliza la levodopa?
La levodopa se utiliza para reducir los síntomas de la enfermedad de Parkinson. Estos síntomas se deben a la disminución de la dopamina en el cuerpo estriado del cerebro. Así, al aumentar los niveles de este neurotransmisor, logramos una remisión de los síntomas.
Los síntomas que se ven más aliviados con este fármaco suelen ser la bradicinesia y la rigidez. También mejora otros como:
- Temblor.
- Disfagia.
- Sialorrea.
- Inestabilidad postural.
La dopamina tiene el control de los mensajes de respuesta que controlan el movimiento muscular en ciertas regiones del cerebro. Por eso, cuando la cantidad de dopamina producida es escasa, existe una dificultad de movimiento.
Mecanismo de acción
La levodopa, como hemos dicho, es el precursor metabólico de la dopamina. Se administra levodopa en lugar de dopamina directamente porque la dopamina no atraviesa la barrera hematoencefálica y no puede llegar a su lugar de acción. Cuando es administrada, la levodopa atraviesa la barrera hematoencefálica por transporte facilitado y, una vez en el cerebro, se convierte en dopamina. Esta transformación es una descarboxilación y tiene lugar gracias a la acción de una enzima llamada dopa descarboxilasa.
La dopamina actúa estimulando directamente los receptores dopaminérgicos tipo 1 y tipo 2. Es liberada al espacio sináptico y posteriormente es recaptada por la neurona dopaminérgica a través del transportador de dopamina (DAT) y realmacenada para su liberación.
La levodopa suele administrarse siempre con un inhibidor de la enzima dopa descarboxilasa de acción periférica. Estos compuestos evitan la transformación de levodopa a dopamina en los tejidos extracerebrales. Así, aseguramos que llega al cerebro una proporción más alta.
Además, reducen la dosis que necesitamos de levodopa y, así, se reducen también los efectos secundarios gastrointestinales y cardiovasculares. Si no se produce tanta dopamina en tejidos extracerebrales, no se producirán tampoco tantos efectos secundarios en esas zonas.
Algunos ejemplos de inhibidores de la enzima dopa descarboxilasa son, como hemos dicho, carbidopa y benserazida. Otro fármaco que se utiliza en combinación con levodopa es entacapona. Entacapona es un inhibidor de la catecol-O-metil-transferasa, que es la enzima que transforma la levodopa en un metabolito nocivo. Por tanto, su combinación potencia y prolonga la respuesta clínica a la levodopa.
Efectos secundarios
Las reacciones adversas más frecuentes en el tratamiento con levodopa son debidas a la actividad central de la dopamina en el cerebro. El médico será el que ajuste la dosis que necesite cada paciente; el objetivo será conseguir la máxima eficacia terapéutica y, a la vez, disminuir, en lo posible, los efectos secundarios.
Los efectos adversos más frecuentes son discinesias y náuseas. Las discinesias son movimientos involuntarios; se pueden dar movimientos coreiformes, distónicos y otros. Cuando se producen sacudidas musculares y blefaroespasmo, se debe considerar el ajuste de la dosis. Otras reacciones adversas que pueden producirse son, por ejemplo:
- Melanoma maligno.
- Trastornos de la sangre y del sistema linfático.
- Aumento o pérdida de peso.
- Trastornos psiquiátricos.
- Cefalea.
- Somnolencia.
- Visión borrosa.
- Palpitaciones.
- Alteración del ritmo respiratorio.
- Náuseas y vómitos.
- Debilidad y fatiga.
- Molestias digestivas.
- Síndrome neuroléptico maligno.
En conclusión, el tratamiento de cada paciente debe ser individualizado y adaptado a la etapa de la enfermedad, las condiciones médicas y sociales asociadas. Se debe considerar la ayuda del tratamiento no farmacológico para estos pacientes a través de neuroestimulación, educación, psicoterapia, fisioterapia, etc.
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