Lo que puedo hacer con el azar

Lo que puedo hacer con el azar
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 06 abril, 2020

Cuántas veces habremos renegado nuestra mala suerte. Pobre, es un concepto que me da bastante pena. Cuando es buena y nos favorece, pocas veces tenemos el valor de cederle el protagonismo que se merece. Pero, ¡ay cuando es desfavorable…! Juntamos rayos, improperios y desgracias para lanzárselos a este ente que flota imparcial en todo lo que hacemos.
Son demasiadas las personas que se creen por encima de la suerte, cuando en realidad es posible que haya apenas una docena en todo el mundo que pueda decir esto. Y en un ámbito en concreto, nunca en todos. Podemos irnos al deporte para ejemplificar el poder de la suerte. Puedes entrenar todos los días, dedicarle horas y horas durante meses, años. Y llega el día de la competición, el último segundo, con el partido empatado. Y estrellas el balón en el poste. O que se lo digan a una gimnasta.

Nadie más practica tanto un ejercicio específico, lo repiten hasta la saciedad, lo perfeccionan, lo pulen, lo mecanizan de tal forma que nada puede salir mal. Y en el momento de presentar ese trabajo, toda tu dedicación, tu sueño… El aro no cae exactamente donde esperabas recogerlo. Así de sacrificado es el deporte, tanto como la vida.
¿Qué conclusión podemos sacar de esto? ¿Estamos a merced de la suerte? ¿Somos marionetas de las casualidades? Por supuesto que no. El problema con todo esto es siempre cerrar la mente de manera que ni entre ni salga nada. “La suerte es para perdedores”, dicen. “Todo es azar”, afirman otros. Claro que existen casualidades que hacen que un disparo de en el blanco o no.

Por supuesto que las eventualidades consiguen que consigas ese trabajo o te quedes sin él. Pero lo que es fundamental, lo que está en nuestras manos y por lo tanto es lo principal, es lo que podemos hacer. Y podemos trabajar hasta el agotamiento. Y podemos creer en nuestros sueños hasta que se acabe nuestro tiempo. Y podemos esforzarnos siempre al máximo. Podemos exprimir nuestras posibilidades, ir al límite.
No es tan importante las cartas que te toca jugar, la clave está en cómo las juegas. Y si luego ese balón pega en el poste, o ese aro no cae exactamente donde esperábamos, si no conseguimos ese trabajo y no acertamos al disparar… Pues oye, que mala suerte. Eso si, que me esperen, que voy a volver a intentarlo.


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