Los costes del optimismo y los beneficios del pesimismo

El optimismo refleja una actitud vital que, aunque en líneas generales es muy adaptativa, en determinadas circunstancias puede ser uno de los orígenes de nuestro sufrimiento. En este artículo identificaremos cuándo es más probable que se produzca esto y las funciones para minimizar sus costes.
Los costes del optimismo y los beneficios del pesimismo
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 23 marzo, 2023

¿Cuántas veces hemos escuchado que una actitud positiva es la clave para solucionar nuestros problemas? En los últimos tiempos, cobró auge la idea de que ser optimista es una máxima para todos, que debemos trabajar y cultivar esta virtud para sentirnos bien con nosotros mismos, con los demás y con la vida. Y, aunque esto es cierto en alguna medida, no es tan sencillo como parece. De hecho, los costes del optimismo y los beneficios del pesimismo se han comprobado en diferentes situaciones.

Antes de continuar, conviene remarcar que deberíamos ver estos dos términos no como categorías, sino como los extremos de un continuo. De este modo, no es que una persona sea optimista o pesimista, de forma tajante y sin matices, sino que se sitúa en un punto concreto de ese espectro.

Ahora bien, ¿conviene inclinar la balanza hacia esa visión positiva que tanto se nos anima a sostener? Exploramos la respuesta, a continuación.

¿Cuáles son los costes del optimismo?

El optimismo comenzó a cobrar relevancia impulsado por la psicología positiva, a finales del siglo XX. De este enfoque, Martin Seligman y otros autores lo nombraron como una de las principales fortalezas de carácter; esto es, cualidades que, si se cultivan, acercan al hombre a la felicidad, la salud y el bienestar.

Desde entonces, en distintas investigaciones identifican beneficios de ser optimista, evidenciando, por ejemplo, que está asociado a un mejor funcionamiento psicológico y una percepción más positiva de salud y bienestar.

En vista de lo anterior, cabría pensar que esta tendencia o disposición a esperar eventos o resultados positivos a futuro es algo en lo que todos deberíamos trabajar. No obstante, la afirmación no es tan categórica ya que todo depende del contexto.

En determinadas circunstancias, el pesimismo puede proporcionarnos ciertos beneficios, mientras que la actitud optimista supone una cierta desventaja. Mira por qué.

Dibujo de muñecos cubriéndose con paraguas de la lluvia
Es posible que, en ocasiones, el optimismo conlleve al malestar emocional en el ámbito de las relaciones.

Costes en la salud

¿Conoces sobre el pesimismo defensivo? Esta es la postura que se adopta al tener bajas expectativas y analizar todo lo que podría salir mal a futuro. Esto aporta cierta sensación de seguridad, aunque puede sumirnos en un malestar incesante. Sin embargo, esta estrategia cognitiva también nos mueve a ser conscientes de los riesgos y, por ello, tratar de prevenirlos.

Respecto a la salud, una persona pesimista sería más proclive a adoptar buenos hábitos y evitar conductas perjudiciales, pues tiene presente que los resultados negativos pueden darse. Así, y según descubrió un estudio publicado en Psychology and Aging, aumenta la probabilidad de vivir más tiempo y con mejor salud. A su vez, ser demasiado optimista conlleva un mayor riesgo de discapacidad y mortalidad.

Decepción y desilusión

El optimismo puede hacernos sentir bien mientras esperamos a que el viento vuelva a soplar a favor de nuestros intereses; una vez que esto pasa, podemos sentirnos decepcionados. Esto sucede ante expectativas muy poco ajustadas a lo esperable.

Esta idea se evidenció en una exploración que evaluó cómo la calificación esperada en un examen influía en las sensaciones tras obtener la retroalimentación o nota final. Concretamente, se vio que aquella parte de la muestra que anticipó puntuaciones más altas en sus exámenes, se sintió peor después de conocer su nota (en comparación con quienes fueron más pesimistas).

Además, ellos eran conscientes de que ocurriría. Precisamente por esto, algunas personas eligen el pesimismo como estrategia, para evitarse la desilusión de una realidad negativa y ganar, en dado caso, el alivio de un resultado positivo que no se esperaba.

Insatisfacción en las relaciones

Los costes del optimismo y los beneficios del pesimismo también se han indagado en el ámbito de las relaciones personales. Es cierto que esperar lo mejor de tu compañero y del vínculo puede ser positivo y constructivo. Sin embargo, depende del caso.

En ciertas circunstancias, tener expectativas muy optimistas conduce al malestar emocional y la insatisfacción con la relación. Y es que, cuando surgen discusiones, conflictos o discrepancias, estos chocan la versión ideal que se tiene en mente, generando sensaciones muy negativas.

Aparte, el optimismo puede evitar que se tomen las medidas pertinentes cuando surgen conflictos, pues se espera que todo se resuelva favorablemente.

Persona con cartel de cara feliz y cara triste
No se trata de esperar siempre lo peor para evitar desilusiones, sino de hallar un equilibrio entre los extremos.

Cómo evitar los costes del optimismo

Estos son solo algunos ejemplos de cómo el optimismo tiene un coste. No obstante, esto no significa que debamos ponernos en lo peor para evitar desilusiones. De hecho, tal postura puede sumirnos en la ansiedad, la depresión y la apatía.

La clave, entonces, se encuentra en hallar un equilibrio entre ambos extremos, procurando mantener una actitud positiva, pero siendo realistas. Esto nos proporcionará la motivación indispensable para trabajar por nuestras metas e impedirá que la caída sea demasiado dolorosa, en caso de resultados negativos.


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