Los efectos de la hiperpaternidad en los niños
Los efectos de la hiperpaternidad se reflejan principalmente en el autoconcepto de un niño y en su capacidad para establecer relaciones saludables con los demás. Dichos efectos llegan hasta la vida adulta y no son fáciles de identificar, ni superar, una vez se han instalado. De ahí la importancia de tomar conciencia frente a este fenómeno.
La hiperpaternidad es un término que viene empleándose hace algunos años para definir un estilo de crianza en el que los padres ejercen un estilo particular de sobreprotección y excesivo control sobre sus hijos. Este estilo de educación se ha convertido en una tendencia relativamente generalizada, especialmente entre las capas medias y altas de la sociedad.
“Creo que en lo que nos convertimos depende de lo que nuestros padres nos enseñan en los ratos perdidos, cuando no están tratando de enseñarnos. Estamos formados por pequeños trozos de sabiduría”.
-Umberto Eco-
Lo más problemático de esta situación es que los padres no perciben estos estilos de crianza como un patrón disfuncional, sino todo lo contrario. La mentalidad del éxito a ultranza los ha penetrado y sus hijos terminan siendo un proyecto más en esa lógica de lograr “lo máximo en todo”. Los efectos de la hiperpaternidad se muestran sutilmente al comienzo y de forma más evidente a largo plazo.
¿Qué es la hiperpaterinidad?
Como ya lo señalamos, la hiperpaternidad es un modelo de crianza en el que los padres quieren atender todas las carencias y resolver todos los problemas de sus hijos. Desean, además, que sus niños tengan excelente desempeño en todo lo que se propongan. También los hacen sentir como si merecieran todo, simplemente por existir. Los hiperpadres quieren hiperniños.
Se trata de un estilo de crianza artificioso, en el que se piensa que el niño no debe pasar por ningún trance difícil, ni equivocarse, ni aprender a tomar decisiones. Para eso están sus padres: para evitar que el malestar los roce, impedir que cometan errores y dirigir su vida hacia las cumbres del éxito.
A corto plazo, es posible que los efectos de la hiperpaternidad sean incluso positivos, en aspectos puntuales. Pero a largo plazo y desde una perspectiva integral, tales efectos son muy nocivos.
Este fenómeno obedece a varios factores. Ahora, las familias son mucho más pequeñas y la familia extendida no cuenta mucho. Así mismo, los padres actuales tienen los hijos a edades más avanzadas que antes. Esto lleva a que quieran ser los padres perfectos, de hijos ideales.
De otro lado, hay todo un bombardeo de información y ofertas, según las cuales la crianza es un tema complicadísimo, que requiere manual para todo. Finalmente, lo más decisivo es el hecho de que muchos padres han encontrado en la hiperpaternidad un modelo que les permite proyectar sus propios vacíos e inseguridades.
Los efectos de la hiperpaternidad
Los efectos de la hiperpaternidad son muchos. El primero de ellos, la fuerte dosis de estrés que genera en los niños. En su afán de lograr que sus hijos sean lo máximo, los padres les reducen significativamente sus espacios de exploración, de ensayo-error, de ocio, de aburrimiento, de frustración. No les permiten ser niños y esto angustia a los pequeños. Saben, implícitamente, que se espera mucho de ellos.
Derivado de lo anterior, otro de los grandes efectos de la hiperpaternidad es el estancamiento del desarrollo de la autonomía. El niño crece sintiendo que para todo debe ser dirigido y orientado.
No confía en sus propios recursos, ya que ni siquiera ha podido explorarlos, sino que demanda la validación de una autoridad. Él no sabe, porque no se ha ido formando su criterio. Necesita que alguien que “sepa” le diga si es válido lo que piensa, siente o hace.
Todo esto termina creando fuertes inseguridades y sentimientos de poca valía y de incompetencia. Además de esto, una gigantesca vulnerabilidad. A los hiperniños les cuesta tolerar una crítica y se sienten heridos en el alma si alguien los cuestiona.
También es muy probable que le tengan miedo a todo: necesitan una mano que los apoye, porque ellos no tienen la suficiente presencia de ánimo como para atreverse a aventurar.
La hiperpaternidad es propia de padres ansiosos y también inseguros. La doctora Eva Millet, autora del libro Hiperniños: ¿hijos perfectos o hiperhijos?, aconseja una crianza más relajada.
Permitir que los niños se expresen libremente y participen de las decisiones que les competen. Comprender que la frustración también forma parte de la educación y que nos hace más fuertes y resilientes. La formación del carácter pasa por no lograr todo lo que queremos y por cometer errores. De eso se trata buena parte de la vida.
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- García Manrique, R. (2009). ¿ Qué hay de malo en ser perfecto? Revista de Bioética y Derecho, 2009, num. 15, p. 16-20.