Los extraños laberintos del pudor
El pudor es un tema controvertido sobre el que existen múltiples interpretaciones, tanto en el propio plano científico como a nivel de calle. Hay quienes lo ven como un atractivo, necesario para marcar y proteger ciertas fronteras sociales. Otros, en cambio, piensan que es una variante de la timidez o la inhibición, que resta mucho más de lo que suma.
También son frecuentes las voces que señalan que el pudor se ha perdido y lamentan que haya sido así. Para otros, liberarse del pudor es dejar atrás un lastre que limita las experiencias plenas.
A nivel científico, se considera que el pudor es un rasgo que fue introducido inicialmente por la religión . Su primera manifestación está en el Génesis de La Biblia, cuando tras el pecado original Eva y Adán sienten vergüenza por su desnudez, por primera vez. Luego hay toda una serie de alusiones a lo pudoroso, siempre asociado con la desnudez y el sexo.
“El pudor es una virtud estética”.
-Jean Dolent-
El pudor y la religión
En principio, la acepción de pudor sería religiosa y está asociada directamente con la intimidad sexual. Básicamente todos los teólogos cristianos condenan la desvergüenza, aunque no le den al pudor el carácter de una virtud. En la religión musulmana, en cambio, el pudor sí sería uno de los grandes atributos de la mujer.
La Biblia condena el ser testigo de la desnudez del padre o de la madre, así como de los hermanos, los hijos, los tíos y los parientes políticos como nueras, suegros y cuñados entre sí. No habla específicamente de la desnudez entre extraños. Pareciera que se enfoca decididamente a prevenir el incesto .
Desde el siglo XV, aproximadamente, al menos en castellano, se le da el nombre de “vergüenzas” a los órganos genitales. Por extensión, la iglesia considera positivo el recato, la prudencia, la modestia y todos aquellos valores emparentados con el pudor.
El pudor y la psicología humanista
La psicología humanista, así como varios filósofos personalistas, tienen una concepción más amplia del pudor. No lo asocian solamente con la desnudez, sino con la intimidad en general. Por lo tanto, ser pudoroso significa tener cierto recelo con la intimidad personal, en todos sus órdenes. Esto es, no permitir que cualquier persona ingrese en ese terreno.
De la misma manera, asocian el pudor con las barreras sociales y culturales. Estas son fruto de la educación y, en muchos casos, tienen que ver con el respeto, tanto a uno mismo como a los demás. Decir, hacer o mostrar puede ser una manera de romper ciertos límites y dar lugar a la desvalorización o la impertinencia.
Esto vendría a ser una extensión de los conceptos de vida privada y vida pública. Algunos aspectos son reservados para la primera, mientras que otros corresponden a una esfera más amplia. Mantener la separación entre un ámbito y otro sería saludable, pues implica la construcción de distintos niveles de confianza. A mayor confianza, menos pudor, y viceversa. Sería una forma de proteger lo individual.
El psicoanálisis frente al pudor
El psicoanálisis no está tan lejos de la psicología humanista frente a este tema. En este enfoque se hace una distinción clara entre lo que es vergüenza y lo que es pudor. Tienen en común el hecho de que en ambos casos hay un sentimiento de inhibición frente a la mirada del otro. Sin embargo, en la vergüenza existe el sentimiento de “sentirse descubierto”, mientras que en el pudor hay una trasgresión a la intimidad.
La vergüenza tiene lugar cuando queda al descubierto alguna faceta o elemento que pretendemos mantener en secreto. Nos avergonzamos cuando, por ejemplo, estamos hablando en público de una manera muy formal y de pronto se nos olvida algún dato. Queríamos dar una imagen de conocedores y el olvido revela que quizás no sabemos tanto. Quedamos al descubierto.
El sentimiento de pudor, en cambio, emerge cuando alguien entra en nuestro terreno sin que le hayamos dado permiso para ello. Por ejemplo, cuando alguien se está cambiando de ropa y nota que otro le mira o cuando alguien hace saber que conoce un asunto de la vida privada, que se considera íntimo y no se desea compartir.
Esa transgresión genera un sentimiento de desprestigio, más que de vergüenza. Se está haciendo visible una faceta, o un hecho, que no queremos exponer a todo el mundo. No produce vergüenza, sino indignación, debido a que supone pasar por encima de la voluntad propia.
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- Scheler, M., & Ferran, Í. V. (2004). Sobre el pudor y el sentimiento de vergüenza. Sígueme.