Los niños también deben tener responsabilidades

Los niños no son huéspedes a largo plazo en nuestros hogares. Son personas en constante aprendizaje, y por ello, darles  responsabilidades acordes a su edad y madurez desde bien temprano, les ayudará a ganar en autoestima, independencia y felicidad.
Los niños también deben tener responsabilidades
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 17 agosto, 2019

Los niños también deben tener responsabilidades. No podemos olvidar que la felicidad también depende de la sensación de competencia, de ser valorados por lo que somos y lo que podemos hacer.

Educar desde bien temprano en esta competencia a los más pequeños, les ayudará sin duda a mejorar su autoestima y a ir ganando en madurez en esa compleja aventura que es la vida.

Ahora bien, si hay algo que debemos admitir sobre este aprendizaje es que requiere tiempo y hábiles esfuerzos por nuestra parte. En ocasiones, como bien sabemos, nos es mucho más fácil llevar a cabo nosotros mismos todas las responsabilidades del hogar. Acabamos antes y el resultado es mejor. También porque evitamos discusiones y cada cual invierte tiempo en lo suyo; los niños jugando y los adultos en sus mundos de adultos.

Asumir esta última perspectiva trae serios efectos colaterales. La primera es evidente: llegará un día en que esos niños alcancen la madurez y no sepan asumir las responsabilidades propias de su edad. La segunda es la frustración, tanto nuestra como la de ellos. No haberles iniciado antes en la materia troncal de la vida como es la responsabilidad ocasiona grandes malestares. Y ellos, por su parte, se sentirán perdidos y enfados al tener que asumir de un día para otro tareas que les sobrepasan.

Porque la responsabilidad va más allá de hacerse la cama, ayudar a poner la mesa o sacar a pasear a nuestro perro. La persona responsable es aquella que sabe reaccionar ante las adversidades cotidianas, grandes o pequeñas. Es también alguien que tiene iniciativa, que aprende de sus errores, que sabe diferenciar entre lo mío y lo tuyo, que entiende que alcanzar ciertas metas requiere esfuerzo y que si se llevan a cabo por uno mismo, la satisfacción es inmensa.

“La libertad significa responsabilidad. Por eso la mayoría de hombres la temen”.

-George Bernard Shaw-

Niño limpiando los cubiertos

Para ser felices, los niños también deben tener responsabilidades

A veces, tratamos a los hijos como si fueran huéspedes a largo plazo en nuestros hogares. Pero tengámoslo claro, los niños no son invitados a los que agasajar un día sí y otro también. Si se les cae algo, si rompen cualquier cosa o dejan sus habitaciones desordenadas, no dudamos en hacerles la vida lo más fácil posible solucionándoles cada problema, cada incidente, llevando a su sitio cada juguete fuera de lugar.

Nuestros hijos no son huéspedes, son personas que necesitan nuestros cuidados, pero también nuestras lecciones para  desenvolverse en la aventura de su crecimiento. Algo así requiere que no nos limitemos a ser sus sirvientes, debemos ser sus guías, sus facilitadores y esa figura siempre accesible a la que pueden acudir.

Todo ello nos recuerda, sin duda, los pilares educativos de las teorías de Lev Vygotsky. El célebre psicólogo ruso nos revelaba en sus trabajos que todo padre o educador debe ser un facilitador y no un mero transmisor de contenido.

Los niños también deben tener responsabilidades, porque solo así adquirirán habilidades para ir conociéndose, para descubrir de qué son capaces. El aprendizaje es como una torre donde ir asentando poco a poco unas bases sólidas con las cuales, terminar despegando por sí solos llegado el momento.

Ahora bien, pero ¿cómo educar a nuestros niños en la competencia de la responsabilidad? Estas son algunas claves.

Cuánto antes mejor, hay que normalizar las responsabilidades

La educación se inicia casi desde el minuto cero de vida. Lo hacemos estableciendo rutinas, hábitos, costumbres a los que nuestros pequeños se habitúan desde el nacimiento. Educa también nuestra voz, nuestra actitud, nuestro ejemplo… Por ello, debemos tenerlo claro, a la hora de educar en responsabilidades no hay que esperar a que tengan ocho, nueve o doce años.

Un ejemplo: si de un año para otro le pedimos a un niño que asuma una serie de tareas en el hogar, lo que encontraremos es oposición, desgana y resistencia. Ahora bien, si empezamos a introducir en sus rutinas responsabilidades muy básicas desde que tienen 3 o 4 años, y todos en casa asumen las suyas también, lo normalizarán por completo.

Niña regando

¿Qué tipo de responsabilidades puede tener mi hijo según su edad?

Sabemos que los niños también deben tener responsabilidades, pero ¿cuáles exactamente? ¿Qué cosas pueden asumir y cuáles no? Esta es una pregunta muy común y, por término medio, se suele poner un listado partiendo de sus edades. Ahora bien, hay un detalle que debemos saber. La edad de un niño no es una referencia objetiva para todo; es un punto de partida.

Habrá niños de 6 años más maduros que otros. Habrá chicos y chicas que, por diversas circunstancias, no puedan asumir aún determinadas tareas.

Lo más seguro es utilizar la lógica y ver el progreso de los pequeños. A medida que nos demuestren su solvencia podemos darles otras tareas siempre y cuando, se garantice su seguridad y podamos con ello, invertir en autoestima y madurez.

Refuerzos en positivo y ser su mejor ejemplo

A la hora de dar una responsabilidad de un niño hay que tomar conciencia de un aspecto: pueden fallar, equivocarse, descuidar algún detalle. Lo último que debemos hacer en estos casos es sancionar, criticar o enfadarnos.

Hay que recordar que las responsabilidades son también procesos de aprendizajes altamente valiosos. Por ello, lo más adecuado es hacer uso del refuerzo positivo, ser pacientes, confiar en ellos y darles ejemplo.

Pongamos el listón alto: los desafíos son buenos para los niños

En la medida de lo posible, vale la pena poner el listón alto con nuestros niños y ver cómo reaccionan. Algo así les da la oportunidad para desafiarse a sí mismos, para demostrarnos a nosotros (y sobre todo a ellos) que pueden lograr ciertas cosas.

Los desafíos pueden ser muy motivadores en la mente infantil y algo así les anima a poner en práctica increíbles procesos como la planificación, la imaginación, el ensayo-error, etc.

Pequeño entre girasoles representando a los niños asertivos

Un ejemplo de desafío podría ser animarle a tener su propio huerto en casa. También, ser capaces de ayudar a los abuelos durante una semana, saber qué hace falta en casa y hacer la lista de la compra, etc… Son pequeños ejemplos que pueden resultar interesantes para nuestros niños y que les ayudará poco a poco, a ganar en confianza, en madurez y responsabilidad. No dudemos por tanto en iniciarles cuanto antes en esta competencia básica de la vida.


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