Memoria de testigos: la calidad del recuerdo

Memoria de testigos: la calidad del recuerdo
Sara Clemente

Escrito y verificado por Psicóloga y periodista Sara Clemente.

Última actualización: 20 marzo, 2018

La memoria nos traiciona. Su contenido, los recuerdos, están muy lejos de ser una recreación fiel de la realidad. Cuando contamos algo, lo hacemos cada vez de manera diferente. De hecho, en psicología forense se pide a los testigos que no cuenten a nadie los hechos, en un intento por no contaminar los recuerdos. Es curioso cómo funciona nuestra mente, y muy en particular, la memoria de testigos. ¿Podemos llegar a recordar algo que no ocurrió?

La memoria de testigos es el conjunto de conocimientos e investigaciones con los que se busca establecer la calidad de los testimonios que prestan los testigos presenciales. Han sido muchos los autores que han ido realizando aportaciones a este campo, tan poco conocido como relevante en el ámbito judicial y forense.

Hipótesis Reconstructiva

Elisabeth Loftus, matemática y psicóloga especializada en este campo, asegura que la memoria puede ser manipulada y, por tanto, es posible “introducir” falsos recuerdos por medio de la sugestión. En concreto, considera que la memoria de testigos es reconstructiva. ¿Por qué?

Testigos en un reconocimiento

Cuando alguien es testigo de un hecho almacena dos tipos de información. Por un lado, la que ha obtenido mientras presenciaba ese hecho y, por otro, la que se le ha ido proporcionando después. Ambas se integran, dando lugar al fenómeno de la reconstrucción. La persona puede llegar a recordar detalles del acontecimiento que realmente no ha visto, y al revés, puede haber olvidado otros que sí percibió.

“¿Por qué ocurren estas memorias reconstruidas? Porque el cerebro aborrece el vacío”.

-Scott Fraser-

Principales factores de la precisión del recuerdo de un testigo

Cuando una persona presencia un delito o un crimen es necesario tener en cuenta una serie de factores. De su variabilidad depende que un recuerdo sea considerado como más o menos preciso y, por tanto, más o menos válido.

Testimonio sospechoso

Normalmente, una persona solamente consigue registrar un 20% de lo que ve. Y, en el caso de los testigos de un acontecimiento, este porcentaje disminuye aún más. Porque no esperan que suceda ese evento y por la brevedad del mismo.

Además, en esos momentos, tiene lugar el efecto conocido como “ceguera al cambio”: no somos capaces de apreciar las modificaciones que se producen en el entorno de una persona. Esto se produce porque no les prestamos atención; aunque se trate de algo relevante, no reparamos en detalles, sino que nos quedamos con el grueso (atraco, tirón, arma…). Y cometemos errores de apreciación que en la memoria de testigos suelen ser claves.

Expectativas previas

Existen numerosos estudios que aseguran que lo que recordamos no solamente se limita a aquello que hemos vivido directamente, sino que, además, memorizamos nuestras expectativas. Es decir, los conocimientos y contenidos que hemos ido adquiriendo de otras experiencias anteriores relacionadas con el acontecimiento (Bransford & Franks, 1971).

Este recuerdo de lo que esperábamos ver lo explica muy bien Bartlett con su memoria reconstructiva. En sus investigaciones, puso de manifiesto que las reproducciones que hacían los lectores de su famoso cuento La guerra de los fantasmas alteraron la versión original. Estas distorsiones se referían a una excesiva simplificación, omisión de detalles y cambio de estos por otros propios del sujeto.

Preguntas capciosas

Los testigos pueden alterar la naturaleza de sus recuerdos debido a lo que ocurre después de haber observado el delito. De hecho, las preguntas planteadas a los testigos influyen -y mucho- en lo que recuerdan. Como “consuelo”, los estudios nos dicen que normalmente estas distorsiones afectan a detalles periféricos o menores, por lo que no influyen tanto en las consecuencias del testimonio.

Policia hablando con un testigo

Diferencias individuales

En el análisis de la memoria de testigos, se ha comprobado que los niños y los ancianos son más vulnerables a las distorsiones. Los niños son menos exactos; mientras que los ancianos están más convencidos de SU verdad. Esto es, que confían más en la veracidad de sus falsos recuerdos.

Igualmente, se produce un sesgo de la propia edad del testigo. A la hora de identificar a un culpable, se es más preciso cuanto menor sea la diferencia entre la edad entre el presunto culpable y el testigo.

Confianza del testigo

En general, la confianza que muestra el testigo al identificar al culpable no es un buen predictor de la precisión de lo que el testigo manifiesta. Por más detalles que revele, la emoción que muestre o su capacidad de convicción no son por lo general sinónimos de veracidad.

Factores de situación

En general, los niveles medios de activación son los más adecuados para recordar con precisión. Si el sujeto tiene picos de ansiedad o estrés reducen la capacidad de recordar.

Asimismo, la memoria de testigos confirma que un evento violento queda grabado con más fuerza que uno no violento. Es especialmente curioso el efecto de la focalización del arma. Los testigos prestan tanta atención al arma del agresor que su campo atencional se reduce a ella, ignorando otros detalles. La violencia hace que los testigos tengan un recuerdo mejor de la experiencia central (pistola) y menor de los periféricos.

Así, en muchas ocasiones manifestamos una fe ciega en nuestra capacidad para percibir todo lo que acontece a nuestro alrededor. Sin embargo, muchas veces de esas veces somos incapaces de detectar todos los cambios en nuestro entorno. Por tanto, nuestros recuerdos son frágiles y la memoria de testigos deja constancia de ello.


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