¡Mi hijo no come!

Que un niño no quiera comer puede generar escenas familiares llenas de angustia y miedo. Tememos que no tenga una alimentación equilibrada y, por tanto, un crecimiento y desarrollo adecuado. A continuación, repasamos este tema en profundidad.
¡Mi hijo no come!
Angela C. Tobias

Escrito y verificado por la psicóloga Angela C. Tobias.

Última actualización: 28 mayo, 2020

Ya lo has probado todo. Con y sin juguetes o televisión, el avión que entra en la boca, quitarle la comida cuando lleva un rato, castigarle sin jugar, ponerle una alarma con un tiempo… Nada funciona: el niño no come. Esta situación puede crear niveles muy altos de angustia en algunos padres profundamente preocupados porque su hijo tenga una alimentación saludable y, por tanto, un correcto crecimiento y desarrollo.

Coloquialmente, entre familias puede decirse que “nos ha tocado un mal comedor“. Estos “malos comedores” se caracterizan por negarse a comer alimentos, ingerir algunos en cantidades muy pequeñas o demorarse mucho en el tiempo.

Además, a veces, debido a la gran tensión que se produce en los momentos de la comida, los niños pueden desarrollar una relación desagradable con ella que, además, complique la situación en el futuro.

Cuando los padres se alarman por la mala alimentación de los niños, la primera reacción suele ser concertar una visita con el pediatra. De hecho, entre un 10 y un 25 % de los niños alguna vez acuden al pediatra por problemas relacionados con la comida. Aunque ya se hace un seguimiento del niño habitualmente, el pediatra suele comprobar el percentil de peso y altura para comprobar si esta circunstancia está afectando a su crecimiento. En la gran mayoría de situaciones no es así.

Pediatra con un niño

La alimentación en los niños

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), los niños deben alimentarse en exclusiva de la leche materna o los sucedáneos de la misma cuando esta última no sea posible, hasta aproximadamente los seis meses. Es a partir de este período que se comienzan a introducir algunos alimentos complementarios. La introducción de estos alimentos antes de la edad estimada, incluso en el caso del agua, se relaciona con enfermedades como la colitis u otras infecciones estomacales.

Estos alimentos complementarios deben ser un añadido a la lactancia materna, que es la base de la alimentación, hasta aproximadamente el año de edad. A partir del año, puede prolongarse el tiempo necesario, aunque ya no será el epicentro de la alimentación infantil. Algunos de estos primeros alimentos complementarios suelen ser las papillas de continuación, frutas y verduras, arroz, pollo, etc.

Lo más importante de este primer contacto con los alimentos es que sea un proceso paulatino, en el que el niño poco a poco pueda ir probando y acostumbrándose a las texturas y sabores novedosos. Generalmente, los niños no aceptan los alimentos la primera vez que los prueban, sino que suelen tener que repetir este acto en múltiples ocasiones para tomar una decisión definitiva.

Por estas razones, en los primeros años es recomendable ofrecer alimentos muy variados e insistir pacientemente, sin forzar su introducción. Poco a poco, llegarán algunas aceptaciones y su alimentación será mucho más variada.

Causas por las que un niño no come

Tras la visita al pediatra que comentábamos al principio, este podrá descartar la existencia de alguna enfermedad que pueda estar interfiriendo. Es común que los niños en los primeros años tengan de forma habitual cólicos y otros problemas estomacales que les provocan inapetencia.

También es probable que el pediatra compruebe las tablas percentiles de peso y altura. Al respecto de estos percentiles, cabe recordar que son elementos orientativos, no conviene obsesionarse demasiado.

Una vez descartadas las causas a nivel orgánico con nuestro pediatra de confianza, algunas de las situaciones en las que un niño se niega a comer, así como los posibles desencadenantes, son los siguientes:

  • No come la cantidad que consideramos que debiera. A los niños les pasa lo mismo que a los adultos, y esto es que tenemos necesidades alimentarias muy diferentes entre nosotros. La cantidad de comida que ingerimos depende de nuestras características personales, nuestro gasto calórico, estado emocional y un largo etcétera. Normalmente, los niños hasta los seis u ocho años suelen comer cantidades de comida muy pequeñas.
  • Comía algunos alimentos que ahora rechaza o se niega a probar algo nuevo. Existe una etapa normal en el desarrollo de los niños que hace que rechacen cualquier nuevo sabor. Este período puede alargarse hasta los seis años y se relaciona con la neofobia normativa.
  • Apenas quiere comer frutas y verduras. En la misma línea que en el punto anterior, las verduras tienen un sabor particularmente amargo que puede provocar naturalmente que los niños lo rechacen, además es un alimento que sacia en muy poca cantidad por el alto contenido en fibra.
  • La crisis del año se conoce como una etapa en la que el niño tiene menos necesidades alimentarias a nivel fisiológico y, por tanto, se reduce su apetito y la ingesta de alimentos.
  • Rechazo de ciertos alimentos ante la obligación. De la misma forma que existe una “crisis alimentaria” al año, también existen fases del desarrollo en que el niño está formando su personalidad y su propio “yo”. Por tanto, en esta fase puede haber una dinámica en torno al rechazo de las órdenes, que puede incluir las iniciativas a probar nuevos alimentos.
  • No come por factores emocionales o psicológicos. Existen ciertos eventos vitales, como la llegada de un nuevo hermano, que pueden provocar celos que traigan consigo la negativa a comer. De la misma forma, algunos trastornos psicológicos del desarrollo tienen sintomatología que se relaciona con el rechazo de las texturas de los alimentos.
Niño llorando porque no quiere comida

¿Realmente no come? ¿Qué hacer y qué no hacer?

Tras algunas de las situaciones más habituales por las que un niño no come expuestas anteriormente, cabe volver a hacerse la pregunta: ¿mi hijo realmente no come? Para responder a esta pregunta, es conveniente plantearse si realmente nuestro hijo se está desarrollando de forma adecuada y cuáles son nuestras expectativas respecto a su alimentación.

Al respecto de estas expectativas, en el libro “Mi niño no (me) come”, el pediatra Carlos González nos viene a decir con este juego de palabras que en la mayoría de casos no existe un problema real con la alimentación, sino un problema respecto a cómo los padres creen que deben los niños alimentarse.

Sin embargo, existen algunos consejos que puedes seguir cuando tu hijo no coma:

  • No obligar a comer. No hará que mejore la situación, seguramente haga que creemos un rechazo a los alimentos y perjudiquemos nuestra relación con él.
  • Come lo que te gustaría que comiese. Recuerda que eres su principal figura de apego, te imitará en todos los ámbitos, incluso en la alimentación.
  • Comer debe ser un momento agradable. No es un asunto personal contra ti como padre. Si te lo tomas como un desafío, la tensión aumentará y puede deteriorarse la relación.
  • Priorizar la variedad a la cantidad. Proponer probar los alimentos muchas veces: recuerda que necesita probarlos varias ocasiones antes de aceptarlos o rechazarlos definitivamente.
  • No utilizar la comida como premio o castigo. La alimentación es una necesidad, no podemos utilizarla como una moneda de cambio.
  • Mejor olvida las distracciones para hacerle comer. Estamos educando a nuestro hijo para que el momento de comer sea un hábito normalizado y agradable.

En definitiva, la alimentación de los niños cambia mucho a lo largo de su crecimiento. Sus necesidades alimentarias van variando y existen estadios del desarrollo que les inclinan más a probar alimentos nuevos, así como a acatar las órdenes de las figuras de apego.

Por tanto, es importante recordar que si el niño se está desarrollando de forma correcta, seguramente se está alimentando bien y que comer es uno de los instintos primarios, si hay comida acabará comiendo.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.