Mi pareja no acepta a mi perro: 6 claves para manejarlo

Tu perro y tu pareja no tienen por qué llevarse bien, pero existen maneras de gestionarlo. Vamos a ver las más útiles.
Mi pareja no acepta a mi perro: 6 claves para manejarlo
Sara González Juárez

Escrito y verificado por la psicóloga Sara González Juárez.

Última actualización: 25 agosto, 2023

«Mi pareja no acepta a mi perro y estoy entre la espada y la pared». Es una frase que se escucha en algunas relaciones, en las que los planes de futuro se encuentran con un obstáculo: el can que estaba ahí antes. Esto, si no se gestiona de manera adecuada, llega a convertirse en un quebradero de cabeza para ambos miembros.

Sin embargo, ¿es tan difícil como parece? ¿Es una opción ética el deshacerse del animal para conservar una relación? Vamos a explorar los entresijos de esta situación y a exponer una serie de consejos para gestionarla de la manera más sana posible para todos, humanos o no.

¿Por qué mi pareja no acepta a mi perro?

No todo el mundo disfruta de la compañía de un perro. Esto es una realidad y es tan válida como querer vivir rodeado de ellos. Algunas de las razones de este rechazo son las siguientes:

  • Miedos y fobias: la cinofobia, o el miedo a los perros, forma parte de las fobias específicas, que son más comunes de lo que suele suponer (representan un 8,7 % de la prevalencia anual).
  • Atención y celos: los perros son animales que requieren de cuidados diarios y demandan atención. Algunas personas podrían sentirse desplazadas por ello y canalizar ese malestar hacia el can.
  • Experiencias pasadas: hay quienes tienen algún tipo de recuerdo relacionado con perros que no es agradable. Puede ser una mordedura, una persecución, etcétera, que crea aversión hacia el animal.
  • Dificultades de adaptación a la convivencia: las personas que han crecido con mascotas suelen estar más acostumbradas a quitarse pelos de la ropa, recoger excrementos, soportar ruidos. Esto, que se normaliza con el paso del tiempo, resulta desagradable para alguien no familiarizado con ello.

Aun con razones lógicas como estas, el primer consejo que encontrarás aquí es que abras una vía de comunicación. No presupongas lo que está pensando tu pareja: pregunta.



¿Qué puedo hacer si a mi pareja no le gusta mi perro?

Como en cualquier conflicto en las relaciones, el abordaje principal debe hacerse desde la empatía. Aquí tienes algunas claves para lograrlo.

1. Crea una vía de comunicación abierta y sana

Recuerda no invalidar los sentimientos de tu pareja y practicar la escucha activa. Sin información sobre qué siente y piensa no abordarás el problema de una forma eficaz. Es muy seguro que existan soluciones que mejoren la convivencia, pero para ello es necesario identificar las situaciones que disparan esa animadversión hacia el can.

2. Proporciona información útil sobre tu perro

Si tu pareja no ha convivido nunca con perros, es posible que tenga información sesgada o incompleta sobre ellos. Como guardián del animal, te documentaste en su momento para darle los mejores cuidados; ahora traspasa esa información.

Un ejemplo muy común de esto es atribuir siempre la agitación de la cola a la alegría, cuando en realidad es una muestra de activación nerviosa (su valencia dependerá de la situación). Si tu pareja aprende a identificar cuándo el perro la mueve por alegría y cuándo por nervios, sabrá aproximarse a él de una manera que fomente las interacciones positivas.

3. Establece límites para tu pareja y para tu perro

No solo tu pareja tendrá que adaptarse a la presencia del perro, sino que este también deberá aprender a interactuar con el nuevo humano que entró en tu vida. Por eso, supervisa sus primeras interacciones y dale indicaciones a ambos para ayudarles a entenderse. 

Puedes pedir a tu pareja que no moleste a tu perro cuando duerme, al igual que enseñar al can a no lamer la cara o las manos si el otro no quiere. Este es uno de muchos ejemplos.

4. Propicia un espacio de exposición gradual

En caso de que tu pareja padezca cinofobia o tenga miedo a los perros, la exposición al mismo debe ser gradual. Busca un lugar neutro para ambos y realiza interacciones breves y positivas. A medida que la persona tolere la presencia de la mascota, podrás introducir nuevas situaciones y alargar los tiempos de exposición.

Recuerda no forzar nunca estas interacciones: tu pareja tiene que poder salir de la situación cuando su malestar sea demasiado intenso.

5. Crea situaciones positivas para ambos

Los perros, a pesar de todo el tiempo que hay que dedicarles, lo hacen valer en oro. Involucra a tu pareja en actividades placenteras, como pasear, jugar o sesiones de mimos y caricias. De esta manera lograrás que él/ella y tu perro construyan un vínculo positivo.

La convivencia con animales de otras especies tiene multitud de beneficios avalados por la ciencia, como la reducción de la ansiedad y el desarrollo de la empatía. Con un poco de ayuda, tu pareja también podría favorecerse de ello.

6. Ten paciencia

Conseguir que una persona pierda el miedo o la aversión a un animal es complicado y lento. Si crees que ayuda, contar con la guía de un profesional de la terapia de pareja también es útil. No obstante, no lograrás que tu compañero/a acepte al can de la noche a la mañana, así que echa mano de tu empatía para no perder las fuerzas.

En la ecuación entra el comportamiento del perro, que también tendrás que gestionar durante el proceso de aceptación.

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Y si mi pareja no acepta a mi perro, ¿debo elegir?

Es posible que, a pesar de tus esfuerzos, tu pareja no logre convivir de manera positiva con tu perro. Esto causa frustración y la sensación de que tienes que romper la relación o deshacerte del animal. Pero aquí nos vamos a posicionar: tu perro no ha escogido que le adoptes y nadie puede obligarte a deshacerte de tu familia

Esta afirmación tajante nace de la idea de que no es necesario elegir. Siempre es posible llegar a acuerdos y ajustes favorables para ambos, desde esperar a convivir unos años más, hasta arreglar encuentros donde el perro nunca participe. Por eso, no dudes ni un segundo: si quiere que abandones a tu amigo, ahí no es.


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