La muerte de un cónyuge: ¿cómo afrontar el impacto emocional?

Cuando un cónyuge fallece, nos vemos obligados a aceptar la pérdida, procesar las emociones y recolocar al ser amado para seguir viviendo. Estos son algunos pasos que te ayudarán a recorrer ese camino.
La muerte de un cónyuge: ¿cómo afrontar el impacto emocional?
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 08 junio, 2021

La pérdida es una de las experiencias más duras a las que nos podemos enfrentar. Y cuando esta deriva del fallecimiento de un ser querido, el dolor emocional es mucho más profundo e intenso. La muerte de un cónyuge no solo nos priva de la presencia de ese compañero de vida, también nos obliga a reformular nuestra identidad y a construir un nuevo significado para nuestra existencia. Ante estos complejos desafíos, queremos proporcionarte algunas ideas que pueden ayudarte.

El cónyuge es la persona que elegimos para acompañarnos en nuestro crecimiento y compartir nuestra intimidad. Con él o con ella nos permitimos ser vulnerables, construimos un proyecto de vida y, en muchos casos, formamos una familia. Por esto, su partida resulta desoladora y desencadena un proceso de duelo que puede extenderse incluso durante varios años.

No obstante, si logramos elaborarlo adecuadamente, podremos sobreponernos a la pérdida sin olvidar nunca el valioso tiempo que compartimos.

¿Cómo afrontar la muerte de un cónyuge?

Esta es una situación para la que ninguna persona se encuentra preparada. Es normal que no sepas bien qué hacer con tus emociones, con tu entorno y con esa vida que te exige que continúes. Por ello, queremos proponerte algunos pasos que pueden servirte en este camino.

Mujer triste

Permítete estar triste

Esta afirmación puede sonar obvia, pero son muchas las ocasiones en las que la persona no se permite sentir el dolor. Tras la muerte de un cónyuge se hace necesario organizar, rellenar papeleo, realizar solicitudes y atender las llamadas, mensajes y visitas de quienes se acercan a ofrecer sus condolencias.

Este primer periodo en el que tan necesaria es la calma y el recogimiento, se convierte en una vorágine de actividades y obligaciones. Sin embargo, es imprescindible que encuentres tiempo para sentir tu dolor.

Delega, pide ayuda o pospón aquellos trámites que no sean urgentes. Y si esto no es posible, asegúrate de que, una vez cumplidos, puedas detenerte, procesar lo que está ocurriendo y sentirlo. Si no te lo permites, esas emociones seguirán pujando por ser escuchadas más adelante.

El apoyo social es un recurso del que dispones

En estos momentos, contar con el apoyo de tus seres queridos resulta fundamental y reconfortante. De hecho, muchas personas sienten la necesidad de refugiarse en su círculo de apoyo más cercano, prefieren estar acompañadas y agradecen las muestras de afecto y consuelo.

Sin embargo, hay quienes se sienten violentos o invadidos por las constantes visitas, llamadas o mensajes de los otros ya que prefieren pasar estos momentos en soledad o en compañía de sus hijos.

Es importante recalcar que ambas posturas son totalmente lícitas y que el apoyo social es un recurso del que dispones, pero que no estás obligado a utilizar. Es decir, tienes derecho a limitar las visitas o las llamadas, así como a escoger de tipo de apoyo quieres utilizar.

Por ejemplo, tal vez necesitas que algún familiar te ayude recogiendo a tus hijos del colegio, pero no deseas tener conversaciones constantes acerca de tu estado de ánimo. Recuerda que puedes marcar los ritmos y las pautas sin sentirte culpable, este proceso es tuyo.

No tengas prisa

El duelo consta de una serie de tareas que tendrás que elaborar. Esto requiere tiempo y este tiempo es diferente en cada persona. No te pongas plazos ni escuches a quienes afirman que ya deberías retomar tu vida social o que, a estas alturas, ya deberías tenerlo superado.

La tristeza, la rabia, la frustración, la decepción o el miedo se irán alternando como estados y resurgirán cuando pienses que ya se habían ido. Esto es natural, saludable y necesario. No trates de forzar o acelerar el proceso, pues es el que te permitirá superar el dolor.

La importancia de los rituales

A nivel social existen una serie de rituales que nos ayudan a marcar la importante transición que tiene lugar tras un fallecimiento. Sin embargo, a veces, el velatorio, el funeral o el entierro no son suficientes. En primer lugar, porque en esos momentos tan recientes la capacidad de procesamiento emocional es limitada; y, en segundo lugar, porque a veces se requiere de rituales más íntimos y personalmente elaborados.

Por ello, quizá te sea de utilidad llevar a cabo alguna práctica o ejercicio que te ayude a honrar a la persona que se ha ido y al tiempo que compartiste a su lado. Este puede ser puntual (como escribir una carta de despedida o enterrar algún objeto en un lugar significativo) o prolongado (por ejemplo, reunirte con tus hijos durante una hora cada día para rememorar los buenos momentos compartidos con tu cónyuge o expresar cómo os hace sentir la pérdida).

Mujer escribiendo en una libreta

Seguir adelante tras la muerte de un cónyuge

Los anteriores pasos pueden ayudarte a aceptar la pérdida, procesar las emociones y recolocar emocionalmente a tu ser amado para poder seguir adelante. Esto es, integrar en tu historia todo lo vivido a su lado, atesorar el recuerdo de ese amor y construir un nuevo camino con significado para ti.

Si tienes hijos, es importante que les apoyes en la elaboración de su propio proceso de duelo y que, como familia, podáis transitar estos estadios unidos. No obstante, no tienes que poder con todo solo. Recuerda que puedes recurrir al acompañamiento profesional si sientes que la situación te desborda.


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  • Puigarnau, A. P. (2010). Las tareas del duelo. Ediciones Paidós.
  • Rivas Bárcena, R. (2010). Duelo y rituales terapéuticos desde la óptica sistémica. Revista Electrónica de Psicología Iztacala11(4).

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