Las niñas de cristal: un homenaje a la amistad
Las niñas de cristal es una película española sobre la exigencia del ballet y la importancia de la amistad para afrontarla. Aunque toda disciplina requiere tesón y esfuerzo, para conseguir la excelencia se necesita más bienestar mental que sufrimiento, contrariamente a lo que en ocasiones se promueve en las artes escénicas.
La cinta está dirigida por el gaditano y joven director Jota Linares. Una vez más, la plataforma audiovisual estadounidense estrena una película en su catálogo sin que haya pasado antes por el cine.
Irene es una joven bailarina de ballet, Irene, que parece no confiar mucho en su futuro como profesional. Sin embargo, una llamada mientras espera el metro cambiará el rumbo de su carrera. Pasados unos minutos de metraje, sabremos en qué sentido.
En su carrera como bailarina, llena de competitividad y envidia, conocerá a Aurora, una solitaria adolescente con un mundo interior que transformará la vida de las dos amigas. Ambas construirán en su imaginación un lugar seguro donde nada les espante y en el que puedan ser ellas mismas.
La amistad, lo más transformador que puede ocurrirte en la vida
Irene es una bailarina que se encuentra en una edad considerada “elevada” para triunfar. Ni su familia ni ella misma creen que el ballet sea un futuro profesional válido, especialmente su padre, que neutraliza las aspiraciones de Aurora como futura coreógrafa de danza.
Pese a estos leves “contratiempos”, la rutina de Irene en la danza se lleva a cabo diariamente. Su hermana Lidi (Iria del Río) también se enfrenta a su propio desafío como opositora, así que mutuamente se apoyan para que sus sentimientos como aspirantes a “algo” no sean consumidos por la dura rutina diaria.
Un día, el destino de Irene cambia. Recibe la llamada de la prestigiosa compañía de danza en la que normalmente actúa como una bailarina más. El suicidio de la protagonista de la obra principal propicia un repentino reemplazo en el que ella será la principal beneficiada.
Una obra sobre el amor en el escenario, una historia de amistad tras bambalinas
Cuando Irene es elegida para sustituir a la fallecida María, comenzará una cuenta atrás al límite para interpretar a “Gisselle”, una mujer que acabó suicidándose por amor. La madre de Irene (Ana Wagener) bromea con su hija sobre lo “tontas” que siempre parecemos las mujeres al ser retratadas como enamoradas.
Las niñas de Cristal es un homenaje a la amistad en adolescentes, uno de los sentimientos más transformadores, complejos y sanadores en mujeres jóvenes.
Los ensayos para que Irene interprete a “Giselle” comienzan en un ambiente lleno de tensión y rivalidad. Otra compañera interpretada por Olivia Blagivi estaba convencida de que ella sustituiría a su amiga María tras su suicidio. Sin embargo, la estricta directora de la compañía, Norma (Mona Martínez), considera que debe ser Irene la protagonista de la obra para sorpresa de todos.
Irene comenzará los ensayos llena de ilusión, pero consciente de que no tiene amigas en las que apoyarse, colapsada por la presión que la directora ejerce sobre ella y consciente del rechazo y envidia que ha despertado en el resto de sus compañeras.
Mientras tanto, Aurora es otra bailarina de la compañía empeñada en mantenerse en un discreto lugar debido a sus complejos físicos. Su madre Pilar (Marta Hazas) está obsesionada con que se convierta en una bailarina de primer nivel, algo que ella nunca pudo conseguir. La sobreprotege y cuida ignorando sus conversaciones y anhelos como persona y no solo como bailarina.
Irene y Aurora, una relación transformadora
La compañía de ballet organiza una fiesta en la que Irene se siente completamente fuera de lugar, por lo que prefiere esperar fumando en la calle a que gran parte de la noche pase. Aurora, que ni tan siquiera se atreve a entrar a la fiesta, se acerca a Irene para felicitarla y preguntarle cómo está. Inmediatamente, Aurora se siente escuchada por primera vez y entre las dos chicas se establece una química instantánea.
Durante los días posteriores, Irene y Aurora serán inseparables. Juntas afrontarán los ensayos llenos de exigencia, en los que particularmente Irene empieza a ahogarse. La exigencia, la presión por no defraudar a la directora y una desregulación en sus propias emociones hace que Irene empiece a obsesionarse por el peso. Además de no probar bocado, empieza a purgarse tras cada comida.
Por su parte, Aurora está acomplejada por una gran mancha roja en su rostro, que cubre con su cabello. Para ella, las miradas y comentarios sobre su aspecto la han llevado a un estado de aislamiento en el que su imaginación es el único bálsamo para ella.
Gracias a ella, cada vez que tiene que bailar en una audición delante de gente, crea un mundo paralelo donde todo el mundo es de cristal, incapaz de hablar o mirar. Nadie la juzga y ella es capaz de sentirse segura y libre.
Una amistad que eleva la belleza del arte
Durante uno de los ensayos, Irene se da cuenta de que puede abstraerse de la dureza de la disciplina para volver a disfrutar del arte de la mejor forma. Con la energía de Aurora, conseguirá viajar a su imaginación para bailar siendo ella misma.
A partir de ahí, las amigas imaginarán juntas otro mundo mientras bailan. En la secuencia más bella de la película, Irene y Aurora bailarán sobre un lago parecido al que existiría en el relato de la obra Giselle. Cómodas, despeinadas y sin nadie que las tenga que juzgar, harán su actuación más bella y perfecta.
A partir de ese momento, sus vidas darán un giro de 180 grados. Irene seguirá recibiendo presión como protagonista y Aurora tendrá un grave accidente que le romperá la tibia alejándola para siempre de la danza. Sin embargo, las amigas nunca podrán distanciarse.
Irene triunfará con su obra y Aurora la ayudará, aunque algunos graves sucesos desencadenarán acontecimientos inesperados. Las amigas lucharán por tener un lugar eterno para ambas en el que puedan bailar libres y felices. Cierto tipo de arte y amistades, son eternos.
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- Di Rocco, A. L. (2012). El ballet clasico: una gran pasion. Almanaque, (2), 139-152.