"No sé cómo me siento": ¿por qué ocurre y qué puedo hacer?
Los problemas para identificar las emociones son frecuentes; la principal causa es que nadie nos ha enseñado a hacerlo. La poca importancia que se le suele dar a la salud mental es un factor que contribuye a que la gente ignore cómo se siente. “No sé cómo me siento” es una frase que solemos escuchar los psicólogos en las sesiones de psicoterapia.
No saber cómo nos sentimos puede convertirse en un verdadero problema, ya que las emociones cumplen diversas funciones. Por ende, tener problemas para reconocerlas, nos impide procesarlas y aprender de estas. Incluso, no ser capaz de reconocer y expresar los sentimientos puede asociarse con varias complicaciones de salud mental.
¿Por qué no sé cómo me siento?
Con frecuencia, cuando nos preguntan: “¿cómo estás?”, respondemos de manera automática con un “bien”. Sin embargo, ¿de verdad se trata de bienestar o es una respuesta que damos de forma automática?
Esto nos puede llevar a otra pregunta importante: ¿cuántas veces al día te detienes a pensar en cómo te sientes? Si tenemos en cuenta los estudios realizados en este sentido, es probable que no acostumbres a hacerlo a menudo.
Ahora bien, si no sabes cómo te sientes, incluso cuando intentas enfocarte en ello, es una situación diferente. En ese caso, podríamos encontrarnos con obstáculos de distinto tipo para reconocer y expresar los sentimientos. Por esa razón, oímos a estos pacientes decir “no sé cómo me siento” ante cualquier pregunta que involucre sus emociones.
Identificar la raíz del problema es una de las claves para tratarlo de forma efectiva. De lo contrario, podría volverse más intenso y crónico y hasta incapacitante. A continuación, veremos las causas más frecuentes de esta especie de conmoción emocional.
1. Falta de educación emocional
Al contrario que las matemáticas, la lengua o la historia, la educación emocional no forma parte de los planes de estudios. Desde que somos pequeños, aprendemos a diferenciar emociones gracias a las experiencias de socialización. Es decir, lo poco o lo mucho que aprendemos lo solemos hacer de manera implícita. Nuestros discursos están más poblados de causas y consecuencias de nuestro estado emocional que de descriptores de este estado emocional.
Hoy sabemos que el lenguaje es muy importante a la hora de compartir, trasmitir, diferenciar o identificar. Por eso, en buena medida, para nuestro aprendizaje emocional es necesario enriquecer nuestra semántica emocional, tanto para las conversaciones que mantengamos con otros como para nuestro diálogo interno.
2. Alexitimia
La alexitimia se vincula con problemas para identificar y expresar las emociones propias. No es un trastorno clasificado dentro de ningún manual oficial, pero muchos especialistas la toman como un cuadro particular.
Un estudio menciona que existe suficiente evidencia para afirmar que la alexitimia está ligada a la inhibición de ciertas regiones cerebrales, como la amígdala y la ínsula. Asimismo, el córtex anterior cingulado y la corteza prefrontal guardarían relación con esta alteración (Goerlich, 2018). En esta misma línea, la falta de educación emocional puede ser un factor que contribuya a su desarrollo.
2. Depresión
Los episodios depresivos pueden causar aplanamiento afectivo. Un paciente deprimido podría tener problemas incluso para identificar el propio sentimiento depresivo. De hecho, hay trabajos que asocian la alexitimia con la depresión, pero las evidencias no son concluyentes (Hemming et al., 2019).
Cómo fomentar la inteligencia emocional
Si bien es un problema que puede afectarnos de varias maneras, es posible trabajar en ello. Como te mencionamos antes, el aprendizaje es un factor que determina la capacidad de alguien para reconocer emociones. Por esa razón, es posible desarrollar una mayor inteligencia emocional aplicando ciertas estrategias que te mostraremos a continuación.
1. Acepta tus emociones
Una de las principales razones por las que alguien dice “no sé cómo me siento” es porque no acepta sus emociones. Hay personas que tienden a reprimir lo que sienten porque no se sienten capaces de manejar sus sentimientos. O puede ser que tengan miedo de “explotar” si acaso llegaran a expresar sus emociones de forma abierta.
De este modo, el primer paso es aceptar las emociones, tanto las placenteras como las poco placenteras. Ten en mente que tus emociones sirven para aprender sobre ti mismo y el entorno.
Por ejemplo, cuando sientes tristeza, puedes darte cuenta de que algo que sucedió te afecta de alguna forma. Una buena idea para lograr este objetivo es practicar el mindfulness. Esta técnica terapéutica nos invita a enfocarnos en el presente y aceptar nuestras emociones y pensamientos sin juzgarlos. Por lo tanto, puede ser útil para aumentar tu inteligencia emocional.
2. Presta atención a tus sensaciones corporales
Las emociones tienen un componente fisiológico muy importante. Un ejemplo serían las “mariposas” que se sienten en el estómago cuando hay atracción romántica. Este tipo de reacciones corporales son indicadores importantes que te ayudarán a identificar cómo te sientes. Una técnica útil es la focalización.
Imaginemos una situación hipotética donde un paciente está sintiendo ira, pero no consigue identificar dicha emoción. Quizás, sin notarlo, apriete los puños cuando habla de eso que le causa ira. En ese caso, el terapeuta podría pedirle que enfoque su atención en sus puños y piense en cómo se siente. También sería útil pedirle que imagine qué dirían sus puños si pudieran hablar.
3. Desarrolla coherencia entre tu mente y tu comportamiento
Las personas podemos llegar a actuar en disonancia con nuestro estado emocional por encajar en el contexto social. Por ejemplo, cuando tenemos que permanecer en un acto social, con una sonrisa en la cara, por respeto a la persona que se homenajea, cuando en realidad nos sentimos muy tristes. De igual manera, podemos llegar a comportarnos así por el hecho de estar en una situación que nos desborda.
Esta falta de coherencia entre las emociones y las acciones puede hacer que nos disociemos de ellas. Entonces, terminamos desconociéndolas porque se nos hace más cómodo para evitar problemas o satisfacer presiones sociales.
4. Lleva un diario de emociones
Anotar pensamientos en un diario puede ser una buena idea para conocer mejor tu mundo interno desde una perspectiva más amplia.
Si llevas un registro de tus emociones durante un período de tiempo, acabarás teniendo una herramienta muy valiosa para ayudarte. Un diario te permite ver qué tipo de situaciones te afectan y de qué forma lo hacen.
5. Considera la atención psicológica
Para finalizar, piensa en la posibilidad de recibir atención por parte de un profesional para trabajar tus conflictos. Sobre todo, si experimentas otros síntomas, como fatiga, abulia, desesperanza, ideación suicida u otros posibles signos de depresión. Como hemos visto, la frase “no sé cómo me siento” puede encerrar toda una serie de conflictos que afectan tu salud.
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- Hemming, L., Haddock, G., Shaw, J., & Pratt, D. (2019). Alexithymia and its associations with depression, suicidality, and aggression: an overview of the literature. Frontiers in psychiatry, 10, 203.
- Goerlich, K. S. (2018). The multifaceted nature of alexithymia–a neuroscientific perspective. Frontiers in psychology, 9, 1614.