No te enamores del potencial de una persona
Desafortunadamente, el amor y las relaciones de pareja son terreno fértil para el autoengaño, las excusas y las creencias distorsionadas. Una de las más comunes es la que nos lleva a pensar que la otra persona cambiará y madurará y esto transformará la relación por completo. En base a esto, soportamos años de infelicidad y nos hacemos mucho daño. Por lo mismo, si te sucede, queremos recordarte: no te enamores del potencial de una persona.
Esta situación es más común que ocurra durante la adolescencia y con los primeros amores. Y es que la inexperiencia nos pasa factura a todos. No obstante, hay quienes incluso en la edad adulta permanecen junto a alguien por lo que creen que puede llegar a ser, y no por lo que es en realidad.
Para evaluar tu relación, simplemente pregúntate lo siguiente: ¿seguirías con tu pareja si supieras con certeza que en 10 años no habrá cambiado nada? Y no nos referimos al natural desarrollo y evolución que todos tenemos gracias a las experiencias, sino al hecho de que sus actitudes, valores y hábitos sean los mismos. ¿Aceptarías?
La idealización hace que te enamores del potencial
Aunque no lo creas, hasta cierto punto es normal que te enamores del potencial de otra persona. Esto viene facilitado por el propio proceso social de enamoramiento y por los neuroquímicos involucrados. Cuando empezamos a conocer a alguien, todos mostramos nuestra mejor cara, somos atentos, agradables y asertivos y procuramos no sacar a luz nuestros defectos o debilidades.
Además, durante las primeras etapas de un noviazgo, el cerebro está “inundado” en dopamina, la cual nos genera gratas sensaciones de placer y recompensa y nos anima a continuar en la relación. Además, en estos momentos, una parte de la amígdala cerebral (relacionada con el miedo) se desactiva. Por lo mismo, no vemos los riesgos, pasamos por alto las banderas rojas y solo nos fijamos en aquello que nos gusta.
Aceptar o negar la realidad
A medida que la relación avanza, bajamos la guardia y comenzamos a mostrarnos tal y como somos. También nos habituamos a esos neuroquímicos y estos dejan de hacer su efecto. En este momento, tenemos varias opciones: hay quienes comienzan a hacer peticiones de cambio, se compenetran y consolidan la relación. Hay quienes entienden que la otra persona no es para ellos y terminan definitivamente. Y, por último, hay quienes continúan enamorados del potencial.
Es decir, ya han visto que la realidad no se ajusta a la proyección idealizada que habían hecho. Pero se convencen de que ese potencial que vieron puede desarrollarse.
“Se comporta de forma fría e indiferente conmigo, pero es porque tuvo una infancia difícil y mi amor puede sanarlo”, “no quiere comprometerse, pero en el futuro se entregará por completo”, “no desea tener hijos, pero cuando vea lo felices que somos cambiará de opinión”…
¿Te suenan estas frases? Lo cierto es que esto no es más que un autoengaño. Si continúas esperando a que la otra persona vuelva a ser como al inicio, esto no sucederá. Probablemente, fue solo una fachada para enamorarte, especialmente si es alguien narcisista.
Y si estás esperando a que se desarrolle ese potencial que ves en el otro, has de saber que solo te harás daño. Las personas, si es que cambian, lo hacen cuando lo necesitan y en base a sus propios procesos personales, no cuando a nosotros nos viene bien.
¿Cuáles son las consecuencias?
Cuando te enamoras del potencial de una persona, y no de lo que es realmente, las consecuencias son sumamente negativas:
- Es posible que aceptes humillaciones, indiferencia y malos tratos solo con la esperanza de que esto terminará, de que un día se transformará en aquello que anhelas.
- Sufres, eres infeliz y vives una relación de frustración e insatisfacción por meses o años. Algunas investigaciones han encontrado que esperar lo mejor de la otra persona (especialmente cuando los problemas son serios y ambos no tienen buenas habilidades) es contraproducente. Esto no nos ayuda a resolver problemas o a mejorar, solo nos recuerda cuánto dista lo que tenemos de lo que nos gustaría tener.
- Te desgastas emocionalmente tratando de cambiar al otro, de convertirlo en algo que no es. Además, es probable que surjan continuos conflictos, ya que a nadie le gusta que su pareja lo rechace y desee transformarlo en otra persona.
No te enamores del potencial, busca la objetividad
Para evitar las anteriores consecuencias, es fundamental que seamos capaces de ver la realidad que tenemos delante y ceñirnos a ella a la hora de tomar decisiones. Analiza cómo te trata tu pareja, cómo te habla, de qué forma se comunica contigo, qué disposición tiene cuando surge un conflicto…
Busca ser objetivo al responder a estas cuestiones. Está bien ser empáticos y comprender qué heridas y traumas carga cada persona que la hacen ser de una determinada forma; pero esto no implica que debamos quedarnos para aguantar su maltrato o tratar de sanarla.
Está bien que veas un tremendo y maravilloso potencial en tu pareja. Incluso es posible que realmente lo tenga, pero no es tu labor potenciarlo ni esperar a que se desarrolle (o no lo haga). Lo verdaderamente importante es el aquí y el ahora, lo que ya es, lo que aporta a tu vida, lo que te ofrece a día de hoy. ¿Es esto bueno o dañino?, ¿enriquece y nutre tu vida o te causa un gran sufrimiento?
Recuerda que, ante todo, tu compromiso es contigo y tu labor es amarte y protegerte. Si tal y como es la relación hoy en día, es nociva, dolorosa o no encaja con tus necesidades, no permanezcas aferrado a un quizás, a un posible cambio futuro.
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