Los opiáceos, los medicamentos con efectos adictivos

Los opiáceos, los medicamentos con efectos adictivos
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 30 noviembre, 2023

El uso de opiáceos está ahí. Todo empieza con un dolor rodilla o quizás una molestia en la espalda que ha trasformado, de manera silenciosa, nuestro atractivo trabajo en un ejercicio molesto. En otros casos es la migraña o esa ansiedad que no logramos desactivar durante la persecución del tiempo en la que se ha convertido nuestra vida.

El médico nos receta uno de tantos opiáceos y todo cambia, porque son los medicamentos más potentes para aliviar el dolor pero a su vez, son también los más adictivos.

Un riesgo oculto

Hablando sobre este tema, es muy posible que a nuestra mente venga el nombre de cualquier celebridad. Michael Jackson, Prince o Philip Seymour Hoffman fallecieron a causa de sus adicciones a tranquilizantes y opioides en cualquiera de sus tipologías. Por ejemplo, el fentanil, un analgésico opiáceo sintético que se consigue, obviamente, con receta médica.

“Divinum opus est sedare dolores (obra divina es aliviar el dolor)”

-Hipócrates-

Por mucho que nos llame la atención este tipo de finales, donde el exceso se combina con el drama y el drama con la incomprensión ajena, hay un dato objetivo: este tipo de fármacos están causando más muertes que el cartel de la droga.

No lo decimos nosotros, sino el conocido psiquiatra Allen Frances, uno de los autores del DSM-IV (manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), que en los últimos años se ha convertido en uno de los principales críticos de la industria farmacéutica.

Los opiáceos son los fármacos más comunes para el alivio del dolor, pero a veces, y aquí llega el problema, el precio que pagamos por el alivio que proporcionan es demasiado alto. Además, lo hacemos a ciegas, porque desconocemos sus consecuencias a medio y a largo plazo. Te hablamos de ellos.

Planta de opio

Opiáceos, las drogas con el mayor poder adictivo

Los opiáceos son, en un primer momento, todo un regalo para nuestro cerebro. ¿La razón? Sus principios activos imitan la actividad de las endorfinas, nos producen placer y aplacan el dolor.

Por lo tanto, su acción resulta muy útil en las cirugías, en el tratamiento de dolores agudos, persistentes, moderados e incluso para mejorar la calidad de vida de algunos enfermos de cáncer.

“La prioridad de cualquier adicto es la de anestesiar el dolor de vivir para facilitar el paso de los días con un poco de alivio comprado”

-Russell Brand-

Cabe diferenciar, además, los opiáceos de los opioides. Los primeros se refieren a las sustancias que se extraen directamente de la cápsula de la planta del opio, como la morfina. Los opioides, más comunes, dan forma a todas esas sustancias endógenas o exógenas que tienen un efecto análogo al de la morfina y que pueden ser sintéticos o semisintéticos. 

¿Cómo actúan?

Hay opiáceos de acción inmediata y opiáceos que debemos tomar siguiendo un cronograma establecido. No importa que en ese momento sintamos dolor o no, la acción del fármaco previene y regula la aparición del mismo. Todo ello se consigue mediante un mecanismo sofisticado de nuestro cerebro. Es el siguiente:

  • Estos fármacos llegan a nuestro a nuestro organismo para unirse a unos receptores opioides específicos ( μ, κ, y δ ) del sistema nervioso y otros tejidos.
  • Todos estos receptores están relacionados con  la proteína Gi/o, que a su vez actúa inhibiendo la acción de la adenilatociclasa, abriendo los canales de potasio y cerrando los receptores de calcio presinapticos, para disminuir así la excitabilidad neuronal y, en consecuencia, cualquier tipo de dolor.
Cerebro

La acción de los opioides suele durar de media entre 3 y 4 horas, aunque los sintéticos pueden alcanzar un efecto mucho más sostenido. Lo que siente la persona al tomar estos fármacos es una plácida relajación, una reducción drástica de la ansiedad y a menudo hasta una grata sensación de bienestar.

Aunque eso sí, el efecto es breve, limitado y se cobra una elevada cuota: nuestro equilibrio, nuestra salud física y mental. Porque cuando el “flooding” (inundación) desaparece y ya no hay biodisponibilidad nuestro cerebro entra en “pánico” al no tener dichas sustancia para mantener la regulación de muchas de sus funciones.

Si hemos tomado estos fármacos durante un tiempo determinado habremos generado tolerancia y por tanto, no tardaremos en experimentar el síndrome de abstinencia.

Efectos de los opioides en nuestro organismo

Los efectos de los opiáceos y los opioides varían en función del tiempo que la persona lleve tomándolos. No obstante, podemos diferenciar las siguientes etapas:

  • Fase inicial
    • Acaloramiento de la piel.
    • Sequedad de la boca.
    • Pesadez en las extremidades.
    • Náuseas, picor.
  • Después de 3-5 horas

    • Somnolencia.
    • Miosis: contracción de la pupila.
    • Estreñimiento: estos fármacos suelen causar estreñimiento severo.
    • Confusión, pequeñas alucinaciones visuales, mareos, dificultad para concentrarse, angustia, apatía…
  • Efectos a largo plazo
    • Alteraciones digestivas: falta de apetito, estreñimiento crónico.
    •  Alteraciones cardiovasculares.
    • Artritis y otros problemas reumáticos.
    • Trastornos graves de memoria, de atención y pérdida de motivación.
    • Alucinaciones, cambios bruscos de humor, depresión, ansiedad, insomnio…
    • Inflamación venosa.
    • Infecciones de piel y tejidos blancos.
    • Enfermedades hepáticas.
    • Enfermedades respiratorias…

La necesidad de regular la administración de los opiáceos

Opiáceos: morfina
Hipócrates definía a los opiáceos en sus textos bajo el lema  “Divinum opus est sedare dolores” (obra divina es aliviar el dolor). En este caso, es necesario contradecir al sabio galeno recordando que es tarea de los facultativos y no de los dioses el conseguirlo, y a su vez, es responsabilidad nuestra hacer buen uso de estas sustancias.

“Las adicciones te alejan de lo más importante: tú mismo”

Se sabe que un tercio de las personas que los consumen durante un mes generan tolerancia y adicción. Se sabe, también, que desde 1999 las ventas de opíaceos se han cuadriplicado en todo el mundo.

Las industrias farmacéuticas hacen negocio con el dolor físico y el dolor de la vida, por tanto, se necesita de algo más que la simple concienciación individual hacia esta realidad. Necesitamos también adecuadas estrategias por parte de los gobiernos, las agencias estatales y los centros médicos.
Porque, a veces, un dolor de espalda ocasional no necesita ser tratado mediante una droga legal bajo receta. Busquemos otras estrategias.
Referencias bibliográficas:
-Jesús Florez (2008) “Farmacología humana” Barcelona: Masson


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