Un padre se hace un tatuaje para que su hija no se sienta diferente
Que un niño se sienta diferente en sí mismo no es malo, pues cada uno de nosotros somos seres únicos y especiales. Sin embargo, que un niño se sienta menos que otras personas es algo que ni un padre ni nadie puede tolerar.
Por eso, los papás de Charlotte Campbell no dudaron en colocarle un implante coclear cuando se dieron cuenta de que su hija no podía oír absolutamente nada desde su oído izquierdo y que, además, tenía también problemas para que su oído derecho y su cerebro se transmitieran información.
Esto, sin duda, la hacía diferente a simple vista pero ello no debía suponer un problema para la niña. Ellos lo tenían claro. Por eso, para que la pequeña Charlotte de 4 años no se sintiera mal, su papá se rapó completamente la cabeza y se tatuó un implante coclear como el de su pequeña.
Como vemos en la fotografía, los implantes cocleares no son simples audífonos que ayudan a potenciar el sonido y que pueden quitarse y ponerse, por lo que resultan mucho más visibles y aparatosos. Esto es así porque digamos que los implantes realizan el trabajo de las partes del cerebro que no funcionan bien, ayudando a proporcionar a este los sonidos que debe interpretar.
Un acto de amor, la sonrisa de su hija
Alistair Campbell, el papá de Charlotte, afirmó a NZ Herald que si lo hizo fue por el amor que sentía hacia su pequeña y que, aunque está dejando que su pelo vuelva a crecer, o dudará en afeitarse cada vez que la niña quiera o necesite ver el tatuaje.
La mamá, por su parte, está acostumbrada a convivir con este tipo de apoyos técnicos, pues su madre tenía uno y su otro hijo, Lewis, de ocho años, tiene que usar audífonos para mejorar su competencia auditiva.
Lo realmente importante de este tipo de intervenciones y apoyos es que estos pequeños puedan mejorar su calidad de vida y que su condición no les limite en su relación con la sociedad a la que pertenecen. Sin duda, este acto de amor es maravilloso y merece dar la vuelta al mundo.
Tamara, un corto sobre una niña con sordera que quiere ser bailarina
“Tamara” es un bonito corto animado que narra la historia de una niña que no puede oír pero que quiere ser bailarina. A pesar de sus circunstancias ella tiene la capacidad de sentir la música y de expresarla por miedo del baile.
Podemos extraer de aquí la enseñanza de que cada niño y cada adulto deben explorarse y contemplar sus sueños como posibles y, en esencia, únicos. Nadie es más o menos capaz de hacer algo que le permita soñar y sentirse bien consigo mismo.
Sea cual sea nuestra condición la premisa fundamental es esa: sentirse diferente pero no menos que nadie. Eso es lo que nos conduce a sortear cada dificultad que surja de vivir en un mundo que no nos contempla como diversos.
Se trata, pues, de extraer nuestras cualidades y generar a través de ellas oportunidades. Se trata, también, de amar de manera incondicional y de ayudar a los que queremos a través de ese cariño desmesurado.
Se trata de que un padre, una madre, un amigo, un hermano o cualquier persona del mundo tiene la capacidad de facilitar que esas particularidades no nos supongan un hándicap y que, destacando nuestra individualidad, favorezcamos gestos con los que admitamos que vivimos en un mundo diverso.
Es que, como hemos visto en la historia que hoy compartimos, podemos hacer cosas maravillosas por los demás, pues pequeñas acciones tienen la capacidad de cambiar por completo el mundo.