5 películas sobre la nostalgia

¿Qué hace que una película sea nostálgica? ¿La capacidad de viajar a lugares comunes? ¿De jugar con elementos con los que todos conocimos el mundo? Para descubrirlo, analizamos cinco famosas y nostálgicas películas.
5 películas sobre la nostalgia
Cristina Roda Rivera

Escrito y verificado por la psicóloga Cristina Roda Rivera.

Última actualización: 10 octubre, 2022

¿Puede ser cualquier película susceptible de convertirse en nostálgica? Claro que puede, al igual que una canción. Por ejemplo, podemos recordar siempre aquella película de ciencia ficción que vimos con nuestro padre o aquella que aparecía la primera vez que fuimos al cine.

Sin embargo, hay películas que evocan la nostalgia en sí misma. Que buscan despertar esos sentimientos en nosotros. Se puede decir que en estas películas el argumento no importa tanto como sí lo hacen la fuerza de las emociones o el impacto de sus fotogramas en nuestra memoria.

A continuación dejamos una selección de las mejores películas sobre la nostalgia.

1. Antes del amanecer (1995), de Richard Linklater

Antes del amanecer es la primera parte de una trilogía sobre el amor y las relaciones de pareja que se completa con otras dos películas: Antes del Atardecer (Before Sunset, 2004) y Antes del Anochecer (Before Midnight, 2013). La idea del film surge de una vivencia de su director, quien durante un viaje conoció a una mujer con la que mantuvo una profunda conversación toda la noche y a la que nunca volvió a ver.

La película comienza cuando Jesse (Ethan Hawke), un joven estadounidense de viaje por Europa, conoce a Céline, una estudiante francesa, en el tren de Budapest-París. Atraído por su conversación, le propone bajarse con él en la estación de Viena para seguir conociéndose hasta que salga su vuelo de retorno a Estados Unidos a la mañana siguiente. La muchacha acepta y ambos deambulan por la ciudad, durante unas horas que marcarán su vida para siempre.

Antes del Amanecer disecciona la primera fase del amor, cómo nos descubrimos ante el otro que nos atrae, y, partiendo de esa idea, Linklater crea una historia sobre dos jóvenes que se enamoran irremediablemente en un tren.

El film se clausura con imágenes de una ciudad solitaria en la que permanecen las huellas de los enamorados, esas botellas en el parque como “productos de conducta” de una observación conductista. La nostalgia aparece en cuanto la mañana tiene lugar.

En la película se plantea una narración sobre el tiempo del amor que defiende que las emociones no son racionales y no se les puede imponer la lógica del pensamiento.

2. Las leyes de la frontera (2021), de Daniel Monzón

Las leyes de la frontera es una adaptación de la novela de Javier Cercas. Se trata de una película entretenida, sin detalles reseñables al comienzo, que va cogiendo profundidad a medida que nos acercamos a su final. La película está ambientada en la Girona de 1978, cuando España acaba de despertar de una dictadura de 40 años.

En las primeras escenas aparece Nacho (Marco Ruiz), un joven de carácter tranquilo al que unos matones agreden e insultan. Al principio de la película, ya vemos como ni tan siquiera en el cine el chico puede huir de este sufrimiento. La vida de Nacho podría haber estado marcada por el trauma si no hubiera sido por una curiosa “salvación” a cargo de unos “fumetas y ladrones” de poca monta.

Y es que no todo el mundo se encuentra a sí mismo en un curso de coaching. Así, Nacho conocerá a un grupo con el que por primera vez sabrá lo que es la acción, el humor, la noche, las bailes o el sexo. Sus amigos son una serie de jóvenes actores que llenan la pantalla con su fuerte presencia y carisma. Dos ejemplos son Begoña Vargas y Chechu Salgado, como Tere y Zarco. Estos dos personajes rescatan a Nacho de su solitaria y dura existencia.

https://www.youtube.com/watch?v=rL5yv1i8GDM

3. Amélie (2001), de Jean-Pierre Jeunet

Amélie suena como un disco de Edith Piaf. Te roza como una brisa algo fresca de mediados de octubre. Los colores rojo y verde de Bruno Delbonnel ofrecen una fotografía perfecta a los nostálgicos. Amélie se siente como una experiencia de sinestesia.

Puede ser que Amélie sea una de las últimas obras que vimos antes de entrar en la esfera de lo frenético e inmediato. Móviles, redes sociales. Mucha gente alrededor y muy pocos amigos. Falta de contacto real e íntimo con las demás personas.

Amélie es una comedia fantasiosa sobre una mujer joven que orquesta discretamente la vida de las personas que la rodean, creando un mundo creado exclusivamente por ella. Filmada en más de 80 locaciones parisinas, arrasó entre crítica y público.

Es una película de gestos, arte y experimentación cinematográfica. Todo gira en torno a la protagonista. Su manera de echarse perfume o de retirar tierra de un tesoro escondido (lo que a muchos nos ponía nerviosos por no limpiar de inmediato). Amélie fue la primera influencer y la última capaz de hacer moda y arte con su manera de andar, mirar y hacer rebotar las piedras.

Miles de chicas copiaron su estilo y no por las prendas, sino por su forma de lentitud y misterio. Era, definitivamente, alguien original. Sin embargo, lo original es ser una misma, no copiar a otra persona (aunque siendo jóvenes se disculpan esos atrevimientos).

Por muy fantástico que sea el mundo de Amélie, la película trata de cómo dos corazones que laten en extremos opuestos de la ciudad pueden llegar a encontrarse y latir como uno solo. Solo han pasado 21 años y la melancolía por encontrar a alguien como Amélie, tan ocupada de sí misma y de los que tiene alrededor, crece más que nunca.

4. Eduardo Manostijeras (1990), de Tim Burton

La primera colaboración entre Johnny Depp y Tim Burton, Eduardo Manostijeras es un cuento de hadas, moderno y mágico, con tintes góticos y un barrio residencial de trajes y paredes de tono pastel. Otro mundo creado para estimular nuestra imaginación, con una historia que alimenta los más fuertes sentimientos de recuerdo sobre aquel amor perdido y frustrado.

Con el ingenio ilustrativo surrealista de Burton, las actuaciones que marcaron la carrera de Depp y Ryder y una historia llena de simplicidad, complejidad y magia intangible que resiste el paso del tiempo, Eduardo Manostijeras es una de las mejores películas jamás realizadas. Un auténtico clásico.

La historia narra la historia de un científico (Vincent Price) que construye un ser humano animado. Es su obra maestra: el increíble Eduardo (Johnny Depp). Sin embargo, el científico muere antes de que pueda terminar de ensamblarlo. Por desgracia, no termina de darle unas extremidades humanas.

El resultado es que Eduardo vivirá siempre con tijeras al final de sus brazos, en lugar de tener unas manos. La amorosa vendedora suburbana Peg (Dianne Wiest) lo descubre y lo lleva a casa, donde se enamora de la hija adolescente de esta (Winona Ryder). Sin embargo, a pesar de su bondad y talento artístico, las manos de Eduardo lo convierten en un paria para la sociedad.

5. Cinema Paradiso (1989), de Giuseppe Tornatore

Si hay una película sobre la nostalgia esa es Cinema Paradiso. El homenaje al cine en forma de película es nostalgia pura por la antigua pantalla. Por la necesidad de moverte para ir al cine del pueblo, para contemplar una historia mientras probablemente se está desarrollando otra. Una imagen perfecta de una época en la que el cine era la única fuente de risas y alegría.

La escena de “los besos censurados” es quizás una de las que recogen más a la perfección la nostalgia de un tiempo pasado. Dicen que el mundo se mira solo una vez, en la infancia, y que el resto es memoria. Y eso le sucede al protagonista.

Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore ocurre en Sicilia en los últimos años antes de la televisión. Tiene dos personajes principales: el anciano Alfredo (Philippe Noiret), que gobierna la cabina de proyección, y el joven Salvatore (Salvatore Cascio), que hace de la caseta su hogar lejos de un hogar sin cariño.

El niño observa con asombro cómo Alfredo lucha con la máquina que lanza las imágenes de los sueños a la pantalla. Al principio, Alfredo trata de ahuyentar a Salvatore, pero finalmente piensa en él casi como su hijo. Salvatore ciertamente considera al anciano su padre y las películas como su madre.

La historia se cuenta como un flashback; comienza con un destacado director de cine (Jacques Perrin) que se entera en Roma de que el viejo Alfredo ha muerto y emprende un viaje sentimental de regreso a su ciudad natal. Allí recordará a su primer y gran amor y verá la película que el viejo Alfredo le ha dejado como regalo póstumo y que constituye la escena más melancólica de las que se puedan ver en el cine.

 


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