Personas que no cooperan: ¿cómo manejar a los antagónicos?
Las personas antagónicas son como empalizadas que todo lo obstaculizan. Son esas figuras que a todo le ven problemas y defectos, esas con las que cuesta un mundo llegar a acuerdos y que, con su actitud, minan el ánimo e incluso las ganas de iniciar cualquier tarea. Si convives con alguien así o estás obligado a trabajar con un compañero con este perfil, sabes de qué hablamos.
Es más, este es un problema con el que se encuentran incluso muchos líderes en una organización. Porque si hay algo que esperan es que se les permita dirigir su proyecto, de forma que cada miembro del equipo asuma su tarea y su responsabilidad asignada. Sin embargo, en ocasiones hay quien se revuelve con sus quejas hasta el punto de sabotear el proyecto y minar la armonía.
Cuando una empresa contrata a un trabajador, lo hace por sus aparentes valías y conocimientos. Sin embargo, a menudo se ve obligado a lidiar y gestionar comportamientos hostiles para los que no siempre se está preparado. Bien es cierto que siempre se puede optar por el despido, pero el antagonismo es un comportamiento que se aprecia con frecuencia y que, a menudo, nos supera.
¿Se puede hacer algo en estos casos? ¿O debemos asumir el hecho que los que se niegan a cooperar son simples obstruccionistas natos y no hay posibilidad de cambio? Lo analizamos.
El éxito de una empresa y de una relación, sea cual sea la tipología, parte siempre de la capacidad de saber cooperar y llegar a acuerdos.
Tipos de personas que no cooperan
Todos hemos experimentado la grata sensación de llevarnos bien con un grupo de personas. Cuando esto ocurre, todo fluye: las ideas, las metas logradas, las conversaciones enriquecedoras y hasta la productividad.
Sucede en el ámbito laboral y también en cualquier escenario social, incluso en el familiar y afectivo. Ese ambiente positivo parte siempre de un elemento mágico y crucial: la cooperación. Sin embargo, en el lado opuesto, están ellas, las personas que no cooperan. Para comprender estas presencias vale la pena recordar la teoría interpersonal de la psicoanalista alemana Karen Horney. Según este modelo, el neuroticismo puede expresarse de tres modos: siendo dócil y dependiendo de los demás, mostrando desapego, es decir, huyendo de las personas y, por último, siendo un obstruccionista.
La Universidad de Utah realizó incluso una investigación para crear un inventario y poder detectar estos patrones de personalidad. Sin embargo, lo interesante de esa formulación de la doctora Horney fue comprender que detrás de quien todo lo obstaculiza, suele estar una infancia marcada por el abandono, una educación muy crítica y la falta de calidez. Así, otro aspecto de interés, en relación con este perfil, es conocer las tipologías en las que se presenta. Es muy probable que algún patrón de comportamiento nos sea conocido.
El sabelotodo
Las personas que no cooperan se manifiestan en nuestra contra porque, según ellas, saben más que nosotros. Son individuos que se autoperciben con mejores competencias y conocimientos que la media. Ese nivel de superioridad provoca que desprecien cualquier idea, cualquier propuesta e intento por llevar a cabo una tarea.
El dramático
Todo va a salir mal. El obstruccionismo también se manifiesta mediante el victimismo. Es común ver a hombres y mujeres poniendo palos en toda rueda al usar la queja como mecanismo de bloqueo. En estas situaciones es frecuente escuchar frases como las siguientes: “es que no me tenéis en cuenta en vuestros planes, es que nunca me escucháis o seguro que vuestro plan será un desastre”, etc.
El explosivo
Las personas que no cooperan pueden evidenciar en ocasiones un rasgo algo más problemático. Nos referimos a esa impulsividad explosiva e imprevisible que se transforma en respuestas agresivas. Pasan de la calma a al enfado en cuestión de segundos. Podemos creer, por un momento, que contamos con su acuerdo y apoyo y, a los pocos segundos, algo les hace saltar e ir en nuestra contra.
El narcisista obstruccionista
En efecto, muchos de los perfiles con conductas antagónicas evidencian una personalidad claramente narcisista. Son hombres y mujeres muy hábiles para boicotear cualquier avance, cualquier intento por lograr un objetivo e incluso por favorecer la unión de un grupo de trabajo.
De algún modo, su conducta hostil y bloqueante les permite lograr cierto dominio sobre los demás gracias a su hostilidad. Son esas presencias que actúan como un virus en todo escenario, todo lo enferman, apagan la motivación y todo atisbo por lograr cualquier meta.
Cuando en una organización se detecta a una persona con tendencias obstruccionistas e incluso problemáticas, se puede optar por darle tareas rutinarias y simplistas. La idea es que con su conducta no afecte al trabajo de los demás y se ocupe solo de objetivos muy estandarizados.
¿Cómo manejar a una persona no cooperativa?
Es muy posible que este tipo de situaciones dominadas por personas que no cooperan nos sean muy conocidas. Sabemos, a su vez, el coste que esto supone para una organización, así como para cualquier entorno en el que dichos perfiles aniquilan la armonía y la productividad. La pregunta que, sin duda, nos habremos hecho en más de una ocasión es qué podemos hacer.
¿Hay alguna estrategia válida que nos permita lograr un cambio en dichas figuras? La respuesta es sencilla. No podemos esperar a que el obstruccionista cambie, la única salida es aprender a tratarlos para que su presencia nos afecte lo menos posible.
Por otro lado, si en un entorno de trabajo se detecta a alguien con esta conducta, es preferible no darle puestos de mando y relegarlo a tareas rutinarias y muy estandarizadas que no requiera llegar a acuerdos con otras figuras. Veamos ahora qué enfoques nos podrían ser útiles en su trato con ellas:
Escuchar sin caer en la confrontación
Discutir con un narcisista o con alguien desafiante no sirve de nada. Es una batalla perdida. Se nos van las energías y los ánimos. Es más preferible en todos los casos limitarnos a escuchar sus quejas y razonamientos sin reaccionar. Sabemos que lo único que buscan es imponer su poder creando distancias y problemas, pero también sabemos que no vamos a seguirles el juego ni a caer en sus trampas.
Basta con escucharles y seguidamente hacer lo que consideremos conveniente sin perder la calma.
Muéstrate confiado y seguro de ti mismo
Evitemos flaquear, dudar o dejarnos arrastrar por la mala conducta de una persona que no coopera. Hazle ver que confías en tus capacidades y que sus críticas, amenazas o dudas no van a minar tu voluntad.
Confiar en uno mismo implica sobrevolar a quien solo trae ruido, ser una persona eficaz y resolutiva, significa hacer oídos sordos a quien solo quiere verte fracasar.
Hazle ver que no cooperar trae consecuencias
Tarde o temprano las personas que no cooperan tienen que pagar un precio por su conducta y su actitud. Como siempre sucede con los narcisistas o figuras problemáticas, terminan encontrándose con el aislamiento y el rechazo social.
Para que una organización, equipo o relación funcione, hay que saber convivir, llegar acuerdos y cooperar. Para ello se necesita de una intencionalidad y una apertura emocional, de un compromiso firme en los demás y de una actitud positiva.
Quien trae consigo el peso de sus propias frustraciones solo desea traer el mismo desequilibrio y caos al exterior. Lo mejor en estos casos es hacerles ver que, con su actitud, solo tienen dos opciones: cambiar o alejarse. Quien obstruye, destruye. Tengámoslo muy en cuenta.
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