¿Por qué me enamoro tan fácilmente?

Los enamoradizos no son siempre personas felices. Detrás de quien se ilusiona al instante hay una peligrosa tendencia a idealizar, así como determinadas carencias que buscan ser nutridas con amores que rara vez duran y que a veces hasta duelen.
¿Por qué me enamoro tan fácilmente?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 10 diciembre, 2022

¿Por qué me enamoro tan fácilmente?, ¿por qué me ilusiono enseguida a pesar de tener tantas historias fallidas a mis espaldas?”. Son muchas las personas que se hacen estas mismas preguntas a diario, incapaces de entender el por qué de esos sentimientos atolondrados, de esa sensación de efusividad cada vez que alguien nuevo irrumpe en sus vidas.

Dicen que la personalidad enamoradiza es aquella que va saltando de flor en flor, que les define la inmadurez emocional y hasta ciertos sentido de irresponsabilidad. Al fin y al cabo, en ocasiones, dejan una relación para iniciar una nueva, desechando amores para abrazarse a unos nuevos y aprovechar ese “subidón de dopamina y serotonina“. Ahora bien, más allá de si esto puede ser o no aplicable a todos los casos, hay un hecho innegable.

También se sufre. Quien se define por esa volatilidad afectiva, por enamorarse cada dos por tres, por ilusionarse con unos, aburrirse de otros, soñar con ese nuevo vecino, desear a esa nueva compañera de trabajo o empezar a ver de otro modo a esa persona que cada día sirve el café, sufre decepciones y puede ser herido de muchas maneras.

No todos los amores son correspondidos. Y no todas las parejas acaban siendo lo que uno pensaba en un primer momento. Porque el enamoradizo siempre se precipita, corre el peligro de ver lo que no es y, en ocasiones, hasta deja a un lado su autoestima y dignidad. Analicémoslo con detalle.

Pareja simbolizando la cuestión de ¿por qué me enamoro tan fácilmente?

¿Por qué me enamoro tan fácilmente? Estas son las causas

Nada es tan emocionante como enamorarse. El cerebro queda atrapado en ese naufragio químico orquestado por los neurotransmisores. La mente se inflama de ilusiones, fantasías y deseos. Pocas cosas son tan agradables como esa atracción que de buenas a primeras podemos llegar a experimentar por ese alguien que, de pronto, irrumpe en nuestra vida.

Arthur Aron, psicólogo social experto en motivación de la Universidad de Nueva York, nos habla en un estudio de un término interesante: la expansión del yo. Cuando conocemos a alguien deseable, cuando irrumpe en nuestra vida una persona que nos atrae, esa intensidad emocional nos magnifica, renueva las expectativas y hasta ponemos más atención en nosotros esperando ser deseables para el otro.

Podríamos decir que al enamorarnos no solo la vida se ve de otro modo, también nosotros nos vemos diferentes. Es como revestirnos de una positividad efervescente y esa sensación puede resultar muy adictiva para las personas enamoradizas. No obstante, veamos más razones que pueden explicar este hecho.

1. Tendencia a idealizar: una forma de sufrimiento

“¿Por qué me enamoro tan fácilmente?”. En ocasiones, tras esta cuestión hay una respuesta muy concreta: porque idealizas en exceso. Puede, tal vez, que seas de esas personas con una tendencia natural a poner un filtro dorado a los demás, colocando ingredientes extra en quien te atrae, en quien llama tu atención.

Decía Sigmund Freud que, en ocasiones, cuando elegimos a alguien lo que hacemos es dotarlo de dimensiones que a nosotros nos gustaría tener: seguridad personal, ingenio, originalidad, carisma, encanto, brillantez intelectual… Es decir, los enamoradizos pueden proyectar sobre los demás aquello que ellos más admiran y desean.

2. Miedo al compromiso

Cuando alguien se enamora de todo el mundo, al final tiene la excusa perfecta para no enamorarse de nadie. Quizás sabe que todo amor implica también malos ratos y problemas que se deben superar. Tal vez quiere evitar esos tragos amargos y por eso se limitan a mojarse los labios, sin beber a fondo todo el trago.

3. Miedo a la soledad

El enamoramiento rápido puede ser signo de un profundo miedo a la soledad. Como en nuestra cultura el no tener pareja se ve como algo malo, las personas temerosas de quedarse solas buscan de forma patológica estar acompañadas por alguien.

4. Baja autoestima: busco a cualquiera que llene mis vacíos

Cuando uno camina por el mundo con una notable baja autoestima busca a la desesperada algo o alguien que cubra sus carencias, sus inseguridades. Así y casi sin darnos cuenta, nos sentimos atraídos por cualquiera que nos trate bien, por quien nos haga un halago, nos trate con cariño o destaque alguna de nuestras virtudes.

Cuando uno se ama muy poco o nada, se conforma con migajas.

5. Me ilusiono enseguida (la adicción al enamoramiento)

Hay adictos al enamoramiento, pero no al amor. Es decir, quien se pregunte eso de “¿por qué me enamoro tan fácilmente?”, debe plantearse que, tal vez, sea adicto a la dopamina, a ese neurotransmisor que emerge con fuerza en la primera fase de la atracción. Es ese amor engañoso que surge con la atracción, con la mente que se ilusiona, que fantasea y divaga con el puro deseo.

Esas sustancias que segrega el cerebro en las primeras etapas del enamoramiento son muy placenteras. Tanto, que uno siempre acaba cayendo en ellas. Aún no acabamos de iniciar una relación con alguien cuando al poco surge un desconocido o desconocida que nos atrae de manera irremediable. Independiente de si eso acabe en un encuentro sexual o no, en una relación o no, el cerebro no puede evitar ilusionarse.

Chica preguntándose por qué me enamoro tan fácilmente

6. La personalidad dependiente

Detrás de la personalidad dependiente está, a menudo, el miedo a la soledad. También el perfil de quien necesita tener siempre a alguien de la mano, sin necesidad de que ese alguien, sea el apropiado. Lo importante es tener a una persona al otro lado de la almohada, al otro lado del sofá.

Ese temor y esa angustia a la soledad hace que se sientan atraídos por cualquiera que, en un momento dado, muestre interés por ellos. Algo así puede hacer que vayan «saltando» de persona y persona y relación y relación, cada vez que alguien demuestre algún tipo de deferencia o deferencia.

7. ¿Por qué me enamoro tan fácilmente? Porque no aprendo de las experiencias pasadas

Hay personas que no aprenden de sus errores. Es más, por muy dolorosas que hayan sido las experiencias del pasado, las vuelven a repetir. ¿Por qué sucede? Respecto a este tema hay un dato interesante. Tilmann Klein y el Dr. Markus Ullsperger del Instituto Max Planck de Leipzig, (Alemania) nos hablan en un artículo los avances de una investigación que están realizando.

La razón por la que algunas personas no aprenden de sus fracasos o errores, podría tener un origen genético y orquestado por lo que se conoce como mutación A1. Esta alteración lo que hace es reducir el número de receptores D2 en el cerebro, que son los sitios donde se acopla la dopamina.

¿En qué se traduce esto? En no tener ya ningún interés ni motivación en aprender de los fallos del pasado. De forma que uno los repite de manera continuada.

Para concluir, no deja de ser importante conocer qué orquesta el comportamiento enamoradizo. Saber la causas que motivan el que uno se ilusione casi de manera constante de unas personas y después de otras nos puede ayudar a controlarlo. Al fin y al cabo, estas situaciones lo último que traen es felicidad. Pensemos en ello.

¿Es posible aprender a enamorarme más despacio?

Para empezar, puedes empezar reconciliándote con la soltería como concepto. Es probable que detrás de cada enamoramiento fugaz haya un profundo miedo a la soledad, por lo que una primera estrategia es reconocer la soltería como un momento propicio para el autoconocimiento y para reencontrarnos con el placer de nuestra propia compañía.

Así mismo, fortalecer nuestra autoestima y aprender a valorarnos tal y como somos progresivamente irá ayudándonos a evitar los flechazos a primera vista y a alimentar la paciencia para enamorarnos de forma gradual a partir de lo que vamos conociendo y valorando de la otra persona.

Mantén tu atención en el presente, enfócate en el hoy y en las cosas que cada día haces para alcanzar cada una de tus metas. Muchas veces estos enamoramientos provienen del deseo de evitar nuestros problemas actuales, y los disfrazamos poniendo nuestras ilusiones en un futuro idealizado e imposible con alguien a quien acabamos de conocer.

Finalmente, aprende a darte tiempo, a conocer a esa persona que te gusta, a irte enamorando poco a poco y a disfrutar cada uno de esos pequeños pasos hacia el amor, por supuesto, sin falsas expectativas y sin idealizaciones.


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