¿Por qué las personas ya no son genuinas?

¿Has notado que cada vez cuesta más encontrar personas auténticas? Son muchos los que viven de las apariencias, de las falsedades, los que no se atreven a ser ellos mismos de manera genuina y plena. Te explicamos a continuación cuáles pueden ser las causas.
¿Por qué las personas ya no son genuinas?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 28 agosto, 2022

Decepciones, comportamientos incomprensibles, vínculos cada vez más frágiles… Parece que en los últimos tiempos se han reproducido especialmente las personas de doble fondo, las que aparentan una cosa y terminan siendo otra. La autenticidad y el carácter genuino son rasgos en peligro de extinción. Algo que, lamentablemente, resta potencial y pone en jaque muchas de nuestras relaciones.

¿Qué está sucediendo? Para empezar cabe señalar que aún hay hombres y mujeres honestos y transparentes. Esto explica por qué, cuando conocemos a alguien con dichas características, gravita hacia él y no los dejemos escapar. Solo así los lazos de amistad, de compañerismo y de pareja son más enriquecedores, más fiables, menos volátiles y también felices.

Lo que sucede es que en nuestra sociedad, la educación recibida y el universo de las redes sociales difuminan la confianza en uno mismo y opacan el verdadero YO. Hay muchas variables que limitan el derecho y el deber de ser genuinos. El miedo a ser uno mismo es la enfermedad del mundo moderno y esto explica buena parte de nuestros malestares y relaciones frustradas.

Si no mostramos lo genuino que hay en nosotros, nunca disfrutaremos de nuestro auténtico ser ni lograremos tener una vida plena.

Chica pensando que las personas ya no son genuinas
La falta de autenticidad deriva casi siempre en problemas y decepciones.

Muchas personas ya no son genuinas y estas son las causas

Si hay unas criaturas genuinas en este mundo son los niños. Nos fascina su personalidad chispeante, su arrolladora curiosidad, ese carácter auténtico que embelesa, que es espontáneo y que carece de todo tipo de filtros. Sin embargo, con los años, factores como la educación, la propia sociedad y los medios de comunicación, le inocularán contaminantes que apagarán, en parte, su halo de honestidad.

Ahora bien, tampoco podemos dejar toda la responsabilidad en lo que nos envuelve. Si muchas personas ya no son genuinas es porque tienen problemas para lograrlo. Porque revelar nuestro verdadero yo requiere de una buena dosis de valentía, además de, en muchos casos, romper con la tentación o la costumbre.

No es una tarea fácil, porque en un mundo que nos prefiere iguales, tener voz propia es una osadía que solo unos pocos se atreven a demostrar. Conozcamos esas variables que dificultan esta valía, este impulsor del bienestar humano.

Nuestros intentos por agradar a los demás nos restan autenticidad.

Vivir de manera genuina requiere una gran labor en materia psicológica

En un estudio publicado en la revista Annals of the American Psychotherapy se destaca la importancia de la autenticidad para lograr un adecuado bienestar y equilibrio mental. Si esto es así, se debe a una razón. Ser genuino requiere, como hemos señalado, de una labor constante por preservar nuestra esencia, nuestros valores y carácter auténtico.

Si las personas ya no son genuinas es porque no desarrollan una auténtica autoconciencia. Tomar contacto con sus emociones, pensamientos y necesidades, para vivir de acuerdo a ellas, es esencial.

Quien sitúa la mirada solo en el exterior para saber que se espera de él, descuidando el interior, queda atrapado en la obligación de representar un papel. Ese con el que encajar en sociedad, olvidándose por completo de sí mismo.

Aparentar lo que no somos para ser aceptados

Si el niño de 5 años se define por la más inocente y pura honestidad, el preadolescente de 12 años ya no lo es tanto. Al llegar a la pubertad, uno toma conciencia de la necesidad de encajar y de ser aceptado por sus iguales. Porque quien no es igual a los demás, se le señala, se le rechaza y hasta se le ataca.

Es en ese momento, cuando se inicia un lento y progresivo desprendimiento de nuestro yo individual, para vestirnos con un yo colectivo. Buscar la aprobación ajena y aparentar lo que uno no es para integrarse en su grupo social aniquila nuestras esencias y autenticidad.

Las redes sociales diluyen nuestro auténtico yo

Si las personas ya no son genuinas se debe en buena parte a las redes sociales. Esto es patente entre la población más joven. Ahora mismo, los adolescentes usan las nuevas tecnologías como espejos para definirse, para comprender el mundo. El universo digital es ese escenario en el que asomarse para poner en práctica la siempre peligrosa comparación social.

Un estudio de la Universidad de Latvia, en Letonia, por ejemplo, destaca esto mismo. Los medios digitales son esos mecanismos que ahora mismo sirven para el desarrollo de la identidad de los adolescentes. Esto explica factores como ese yo frágil atenazado por la baja autoestima, por el rechazo al propio cuerpo y por relaciones cada vez más volátiles.

La tiranía del like provoca que no se refuerce o premie lo auténtico, sino lo normativo (lo que socialmente se considera bello, apto y aceptable).

Las redes sociales nos obligan a usar máscaras, filtros, a vivir de apariencias y a asomarnos a un escenario igual de dopado por falsedades. Lo auténtico no triunfa, se destacan los cuerpos “normativos” y emociones “normativas” como la felicidad y el éxito.

Mujer mirando el móvil pensando que las personas ya no son genuinas
El móvil es ese espejo donde vemos vidas ajenas que lo son todo, menos genuinas y auténticas.

Las personas ya no son genuinas porque no reconocemos la autenticidad humana

¿Sabrías reconocer a la persona honesta? ¿Sabes cuándo alguien actúa de manera genuina sin máscara alguna? Es muy posible que tú si puedas hacerlo, pero son muchos los que no lo hacen. Esto mismo es lo que nos revela un estudio de la Universidad de Columbia. Hemos llegado a un punto en el que abundan los que no diferencian al farsante del que camina por la vida con el corazón en la mano.

Pensemos, por ejemplo, en quien se permite ser vulnerable, en los que expresan sus emociones de manera clara. Cuando alguien demuestra sus sentimientos, se le puede tachar de dramático y falso. Esto provoca, sin duda, que terminemos reprimiendo lo que sentimos por miedo a la crítica y al desprecio.

Puede que, si las personas ya no son genuinas sea, sencillamente, porque no nos dejan. Porque hay temor a que la autenticidad sea mal entendida e incluso sancionada. Tenemos, sin duda, un largo recorrido que transitar aún…


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