Prometeo: progreso y transhumanismo
La historia de Prometeo constituye uno de los relatos más importantes de la mitología griega. Famoso por robar el fuego a los dioses para dárselo a los seres humanos, Prometeo ha sido visto a través de los tiempos como el dios del progreso. Actualmente, el mito puede ayudarnos a reflexionar sobre el transhumanismo.
Los relatos antiguos poseen la particularidad de captar en su simpleza cuestiones que se esconden tras la complejidad histórica de nuestros tiempos. Gracias a su naturaleza profunda, los mitos nos interpelan de manera directa, brindándonos reflexiones valiosas a problemáticas contemporáneas.
Prometeo: el dios del progreso
El mito de Prometeo alude a un elemento primordial de la historia humana: el desarrollo de la técnica, representada en el dominio del fuego. El descubrimiento y manejo del fuego constituyó el hito más importante en la prehistoria. El fuego acompañó el desarrollo de la tecnología y la civilización de manera activa; sirvió para endurecer utensilios de cerámica, forjar armas de guerra y herramientas de trabajo e incluso de vínculo entre los dioses y los seres humanos a través de los rituales.
Prometeo representa el entramado simbólico de toda creación cultural. Su nombre está compuesto por el prefijo «pro-», que hace referencia a aquello que está «antes de» y la raíz del verbo mantháno, comúnmente traducido por ‘aprender’ o ‘llegar a saber’. Es decir que, Prometeo es aquel que llega a saber algo antes que los demás, un dios providente que siempre se encuentra un paso por delante de los acontecimientos. En cambio, su gemelo complementario, Epimeteo, es aquel que siempre llega tarde, que piensa luego de actuar, representado por la torpeza y la carencia de lógica.
Existen diversas interpretaciones respecto al mito de Prometeo. A lo largo de la historia, algunos lo han visto como aquel que corrompe el orden natural y otros como un dios heroico que le da poder a los seres humanos, librándolos de las inclemencias de la naturaleza.
Para saber más: El mito de Prometeo y la caja de Pandora
La visión pesimista del progreso
Hesíodo fue uno de los primeros poetas en poner por escrito la historia de Prometeo. La versión de Hesíodo, lejos de heroizar la figura de Prometeo, hace énfasis en la trasgresión que este comete contra los dioses.
Zeus castiga a Prometeo y a toda la humanidad en su conjunto con una variedad interminable de males. Para Hesíodo, Prometeo trastoca el orden cósmico y sirve para explicar el desequilibrio y los males del mundo. El progreso es visto como sinónimo de la decadencia del ser humano.
Podríamos decir que esta versión es conservadora, ya que intenta sostener el orden establecido y ve con malos ojos todo desafío a la autoridad. Por lo general, las visiones que se manifiestan contra el progreso se basan en el argumento de que en el pasado existía un orden cósmico que fue degradándose conforme avanzaba la civilización.
Sin embargo, existe una interpretación más cercana a nuestra era y que vale la pena tener en cuenta: el progreso desenfrenado de la actividad industrial rompe el equilibrio natural del medio ambiente, atrayendo para la humanidad toda suerte de desgracias. Los desastres ecológicos generados en el último siglo evidencian que la confianza ingenua en el progreso posee sus claroscuros, y que no siempre lo nuevo es sinónimo de mejor.
La visión optimista del progreso
Otros autores, como Esquilo, han visto a Prometeo como un benefactor de la humanidad. Los seres humanos no solo gozan del fuego gracias a él, sino de los más variados beneficios. Prometeo aparece como el fundador de la civilización, como aquel que dio la técnica de todas las artes, incluidas la construcción de casas, el conocimiento de la agricultura e incluso la escritura y las matemáticas.
Lo mismo sucede en Platón, donde Epimeteo reparte entre todos los seres vivos las cualidades que les servirán para su supervivencia en la Tierra. Llegada la hora de los seres humanos, advierte que había gastado todas las capacidades, quedando estos «desnudos, descalzos y sin coberturas ni armas». Por tal motivo, Prometeo roba el fuego y la sabiduría para entregarlos a las indefensas y olvidadas criaturas, que se valdrán de la técnica para proveerse de calzados, ropas y alimento.
Esta última versión tiene un giro distinto del resto: Prometeo no es castigado por su transgresión. En cambio, Zeus ve que los humanos tenían tecnología, pero no poseían el arte de la política y se agredían entre ellos. Por ello, envía a Hermes para que reparta el sentido moral y la justicia a todos por igual. De este modo, posibilitó que la vida pacífica en las ciudades y los lazos de amistad.
Prometeo y el transhumanismo
El transhumanismo es una actual corriente filosófica que ve al ser humano como algo a superar. Esto puede darse a través de implementaciones biotecnológicas, modificación genética, implantes robóticos o cualquier tipo de tecnología que brinde al humano características que no le son dadas por el curso natural de la vida y la evolución.
Para el transhumanismo, la búsqueda de trascender la condición humana es, paradójicamente, aquello que nos caracteriza como especie. El biofísico y transhumanista Gregory Stock utiliza la figura de Prometeo para declarar que el acto de robar el fuego a los dioses es propio de «ser humano». Para él, las modificaciones biotecnológicas para mejorar nuestra condición natural son inevitables y deseables.
En este sentido, Prometeo se presenta como un héroe transgresor que nos libera de los límites naturales. Sin embargo, cabe preguntarse si las mejoras técnicas son suficientes/necesarias para nuestra realización y supervivencia. ¿Es suficiente el progreso tecnológico, la erradicación de enfermedades, la prolongación de la expectativa de vida y la superación de todo lo que supone un obstáculo natural para que las sociedades puedan vivir felizmente?
¿Basta solo con el progreso?
Ciertamente, las mejoras en la calidad de vida maximizan el beneficio. Pero estas mejoras parecen vanas, insustanciales, sin un orden social que garantice la prosperidad y la paz entre los seres humanos. Lograr un sentido moral que legitime la igualdad de derechos, como supo mostrar Platón en el mito prometeico, no se obtiene a través del mero progreso tecnológico.
La confianza en que el progreso llevará necesariamente a la mejora de la humanidad puede resultar ingenua. Existe una gran diversidad de factores que posibilitan el bienestar. Las posturas transhumanistas que confían ciegamente en el desarrollo biotecnológico pierden de vista la dimensión social del ser humano.
Como bien señaló Platón, precisamos de un sentido cívico y moral que sirva de norte a nuestras acciones, que mantenga la paz y nos aleje del pleito con nuestros semejantes.
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