¿Qué es el lenguaje inclusivo?
Que las mujeres sufren discriminación es un hecho, no una opinión. No obstante, el uso del lenguaje inclusivo sí que da lugar a un debate con diferentes opiniones. El castellano, por su estructura, distingue entre géneros. Hay idiomas que distinguen más, como el árabe y el hebreo, y otros que son más inclusivos, como el vasco y el alemán.
Así, el debate se centra en que la lengua española excluye a la mujer del masculino genérico. Por un lado están quienes afirman que el uso del masculino genérico refuerza las estructuras patriarcales. Por tanto, el uso del lenguaje inclusivo sería un primer paso para acabar con esta discriminación.
Por otro lado, hay quienes defienden el lenguaje tal y como se viene usando. A pesar de que puede parecer que unos defienden el feminismo mientras otros no, ambas posiciones tienen sus razones, las cuales se explicarán a continuación.
El lenguaje y el sexismo
A fin de comprender el papel que juega el lenguaje, nos retrotraemos a la diferencia entre significado y significante. El significante es la palabra, escrita o pronunciada, mientras que el significado es la idea que tenemos de dicha palabra. Así, “casa” es un significante, pero la imagen que tenemos de una casa es el significado. La diferencia está en que el significado de casa puede incluir puertas, ventanas, chimenea, etc.
“La prolongada esclavitud de las mujeres es la página más negra de la historia de la humanidad”.
-Elisabeth Cady Stanton-
Aplicado al lenguaje inclusivo, el significante “Congreso de los Diputados” es masculino, pero su significado incluye “diputados y “diputadas”. Por tanto, no se debe confundir “ausencia del género femenino” en el significante con “invisibilidad de las mujeres” en el significado. Sin embargo, esta aclaración olvida algo. El significado siempre se da en un contexto. De esta forma, el sentido sería el significado más el contexto.
El debate del lenguaje inclusivo
Algunos de quienes abogan por un lenguaje inclusivo defienden que el dominio masculino en la sociedad se presenta como origen del predominio masculino en los géneros gramaticales. Pero esta afirmación, a priori, parece falsa. Una misma lengua se puede dar tanto en sociedades machistas como en sociedades más próximas a la igualdad. Por tanto, no se puede afirmar que la sociedad machista sea la causa del lenguaje sexista.
“Hoy como ayer, las mujeres deben negarse a ser sumisas y crédulas, pues el disimulo no puede servir a la verdad”.
-Germaine Greer-
Lo mismo sucede con los lenguajes inclusivos o que usan el femenino como genérico. Estos también se dan en sociedades patriarcales. En consecuencia, no existe una relación comprobada de causa-efecto entre la sociedad y la lengua en cuanto al dominio masculino. Plantear esa relación como si fuera cierta equivale a ver el problema en un plano (la desigualdad real) y poner la solución en otro (la gramática).
El problema está en el contexto. El lenguaje solo se entiende en su uso, en su aplicación concreta. O sea, en un contexto. Si nombrara a la selección de fútbol, seguramente quien lo leyera o escuchara pensaría en la selección masculina.
Por tanto, aunque la solución a la discriminación de la mujer pasa por cambiar la realidad, el cambio en el lenguaje puede tener influencia. Esto es, el contexto será el que altere el significado de las palabras sin necesidad de alterar su significante.
Procedimientos lingüísticos
Según lo visto, la solución es que las mujeres se apropien de los genéricos, en vez de excluirse de ellos. Lo cual puede hacerse de varias formas. Una de ellas es comenzando a usar el lenguaje inclusivo.
Una de las opciones para usar un lenguaje inclusivo es incluir duplicaciones como “ciudadanos y ciudadanas”, “españoles y españolas”, “todos y todas”. Estas formas también se pueden abreviar al escribir: españoles/as. Además, existen otras soluciones escritas como son usar una arroba o una X (tod@s o todxs).
Así pues, el cambio en la lengua puede facilitar que se integre a las mujeres en el sentido de las palabras. Aun así, para construir una sociedad más justa, es necesario desterrar la violencia machista, la brecha salarial y la publicidad sexista. Para ello, aplicar una enseñanza igualitaria es fundamental y el lenguaje inclusivo puede ser una parte de esta educación.
Así, cuando todos estos problemas estén resueltos y exista una verdadera igualdad, el género gramatical perderá toda la trascendencia. Sin embargo, hasta entonces, un primer paso puede ser usar un lenguaje sexista para que las mujeres se sientan más integradas. Así que no hay que olvidar que lo principal es el cambio del contexto, el cual, a su vez, cambiará el sentido.
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