¿Qué le pasa al cuerpo cuando pensamos?

Un pensamiento puede actuar como esa chispa capaz de encender la motivación y las emociones positivas. Cada cosa que creas en tu mente tiene poder y puede transformar tu realidad.
¿Qué le pasa al cuerpo cuando pensamos?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 03 octubre, 2020

¿Qué le pasa al cuerpo cuando pensamos? En ocasiones, descuidamos el efecto que tiene sobre el organismo cada cosa que pasa por la mente. No solo puede activarse el motor de las emociones, del bienestar, de la calma… El estrés es también esa dimensión orquestada por la madeja mental de nuestros pensamientos.

Decía el escritor y filósofo Henry David Thoreau que las personas creamos nuestro destino con cada cosa que pensamos. Es cierto. Resulta sin duda asombroso cómo esa maquinaria hiperactiva que es el cerebro, no solo es capaz de mediar en nuestro futuro con cada decisión que tomamos.

Además, también determina nuestro equilibrio físico. Porque el cuerpo no es ajeno a lo que ocurre en la mente. Porque tal y como piensas, sientes y esto es algo que deberíamos tener más presente para mediar en nuestra felicidad…

Lo analizamos.

Cerebro y corazón uniendose representando lo que le pasa a nuestro cerebro cuando pensamos

Esto es lo que le pasa al cuerpo cuando pensamos

Saber qué le pasa al cuerpo cuando pensamos es un tema que ha interesado durante décadas a los científicos. Por qué… ¿qué ocurre con el cuerpo cuando nos llega un pensamiento? ¿Cuánta energía necesitamos para pensar? ¿Pensamos mejor en reposo o en movimiento, mientras hacemos deporte, por ejemplo?

Estas y otras son cuestiones no exentas de cierta curiosidad en las que merece la pena detenernos.

Qué es un pensamiento y por qué puede afectar al cuerpo

Hay quien define un pensamiento como una onda eléctrica, un chispazo mental capaz de generar cambios en el cerebro para orquestar algún tipo de respuesta. Edward Chace Tolman, psicólogo experto en cognición humana, señalaba, por ejemplo, que un pensamiento genera un cambio, aunque este no sea siempre visible.

Dicho de otro modo, todo lo que se fabrica en la mente durante cinco o diez segundos nos influirá de alguna manera. Bien, elevando mayor preocupación, bien trazando un plan, evocando un recuerdo y una emoción, etc. En esencia: todo flujo mental nos moldea y nos condiciona.

Si nos preguntamos ahora qué es realmente un pensamiento, debemos pensar en una secuencia de varias partes y estructura hilando ese maravilloso proceso:

  • Las neuronas.
  • Un potencial de acción, es decir, un impulso eléctrico que recorre las neuronas cuando se comunican
  • Los neurotransmisores: mensajeros químicos liberados por las neuronas que las ayudan a comunicarse con otras células y que, a su vez, generan cambios en el comportamiento gracias a la dopamina, serotonina…
  • La corteza prefrontal: área relacionada con la planificación, la reflexión, la toma de decisiones…
  • El hipocampo: región profunda del cerebro vinculada con la memoria y las emociones.

Estas estructuras y elementos que conforman la anatomía de un pensamiento tienen el poder ineludible de cambiar lo que sucede en el organismo. ¿De qué manera? Modulando emociones, liberando hormonas que modifican el comportamiento y, que en ocasiones, hasta afectan a nuestra salud.

Esto es lo que le pasa al cuerpo cuando pensamos mucho

Si nos preguntamos qué le pasa al cuerpo cuando pensamos, debemos tener en cuenta un aspecto. Cada vez que activamos la “fábrica de pensar” consumimos muchísima energía. Pensar en exceso tiene un serio impacto sobre el cuerpo.

Así, la psicóloga Catherine Pittman, profesora de la Universidad de Indiana, nos señala algo muy interesante en su libro Rewire Your Anxious Braincasi el 50 % de la población piensa en exceso y hacerlo de manera crónica eleva el estrés y la ansiedad. La salud, poco a poco, se afectada.

Aún más, la mayoría, cuando pensamos en exceso, sufrimos también lo que se conoce como parálisis del análisis. ¿En qué consiste este término?

Consiste en que cuanto más piensas, te preocupas y das vueltas a las cosas, menos actúas. El nivel de cortisol se eleva y se da paso al estrés, al agotamiento físico y al bloqueo mental. Lejos de hallar una respuesta a un problema quedas atrapado en el bucle de la preocupación constante y la inmovilidad..

Hombre caminando hacia el mar representando lo que le pasa a nuestro cuerpo cuando pensamos

Piensa despacio y vivirás mejor

El psicólogo Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía, nos regaló hace tiempo un libro excepcional: Pensar rápido, pensar despacio. En este trabajo, nos describe cómo el ser humano ha llegado a un punto en su evolución en el que se limita a actuar mediante una forma de pensar impulsiva, regida por la intuición y es ese automatismo en el que abundan los sesgos, los prejuicios y los errores.

Lo hacemos porque el contexto que nos rodea nos obliga a ello. Hay que reaccionar rápido, las demandas externas son múltiples, los estímulos infinitos y se nos insta a actuar al segundo. A corto plazo, este estilo de reacción deriva no solo en malas decisiones, sino también en estados de estrés y ansiedad, en un aumento del nivel de cortisol en sangre, lo que se traduce en agotamiento físico y mental y en mayor riesgo de sufrir infartos, etc.

Lo que le pasa al cuerpo cuando pensamos deprisa es altamente nocivo. Más si hacemos de este enfoque mental nuestro hábito de vida. Es necesario hacer uso de un enfoque cognitivo más pausado y reflexivo.

Ahora bien… ¿cómo lograrlo? Aquí van algunos consejos del propio Daniel Kahneman:

  • Los mejores pensamientos afloran cuando caminamos. Los largos paseos sientan bien al cuerpo y, en especial, a la mente.
  • Más allá del estado de ánimo, hay que intentar actuar con calma y reflexión. No hay que dejar que las emociones más caóticas tengan el control de la mente y la conducta.
  • Muchas de las decisiones están mediadas por los recuerdos y algo así hace que, a veces, actuemos de manera automática en base a nuestro pasado. Pero el presente es algo nuevo y, a veces, la experiencia no siempre sirve. Es necesario observar antes de actuar, analizar, reflexionar… Ser creativos.
  • Entrenar la atención, aprender a observar sin prisas.
  • Las preocupaciones son la cárcel de la mente y nos hacen perder mucha energía. El 90 % de las cosas que crees que van a pasar, no suceden.

Para concluir, aunque adueñarnos del control de todo aquello que fabrica la mente no siempre es fácil, debemos hacerlo. Lo que sucede en su interior media en nuestra salud y felicidad. Cojamos las riendas, procuremos que cada cosa que se produce en ese interior, sea saludable, productivo y reflexivo.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


  • Kahneman, Daniel (2013) Pensar rápido, pensar despacio. Madrid: Debolsillo

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.