¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando sonreímos?

Pocos gestos tienen un efecto tan poderoso en el cerebro como una sonrisa. Es el lenguaje de la conexión social y emocional, es el gesto de la confianza, además de ese mecanismo capaz de regalarnos una grata sensación de bienestar y equilibrio interno.
¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando sonreímos?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 21 febrero, 2020

¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando sonreímos? Sabemos que pocas cosas tienen más poder en el ser humano que una sonrisa genuina, que ese gesto cargado de complicidad que actúa como el mejor “pegamento social”. Sin embargo, algo que se nos escapa a menudo es la comprensión de los mecanismos neuronales que orquestan la magia de ese ejercicio al que deberíamos dedicarle más tiempo.

Decía William Shakespeare que es más fácil obtener lo que queremos mediante una sonrisa que a través de una espada. Efectivamente, el Bardo de Avon no se equivocaba con su juicio. Algo en lo que coinciden la mayoría de neurocientíficos es que las personas estamos más orientadas a la sociabilidad que a la violencia, a la necesidad de conexión que al deseo de destrucción.

Sonreír es un acto social con el que transmitir bienestar, con el que hacerle ver al otro que todo está bien, que hay armonía e incluso intención de cercanía. Así, y aunque nos sorprenda, no solo el ser humano tiene esta capacidad. El neurocientífico Jaak Panksepp, de la Bowling Green State University, en EUA, afirma que también los animales efectúan (a su manera) este gesto.

Los chimpancés, por ejemplo, son capaces de dibujar en su rostro dicho gesto, acompañándolo de un efusivo jadeo. Lo hacen cuando se sienten bien y juegan entre ellos. También los perros hacen uso de expresivos y sonoros jadeos mientras mueven la cola, demostrándonos con ello su felicidad por estar con nosotros, su entusiasmo por compartir instantes junto a ellos.

Una sonrisa no es solo el reflejo de un estado de ánimo. Es el deseo de la conexión y el reflejo más entusiasta de un cerebro social regido por las emociones…

Hombre mostrando la sonrisa de Duchenne

Esto es lo que pasa en nuestro cerebro cuando sonreímos

La sonrisa es un lenguaje universal. Tal y como nos señala el psicólogo Paul Ekman, gran experto en emociones y expresiones faciales, las sonrisas son transculturales y tienen el mismo significado en todos los países y sociedades. Es más, se sabe que los bebés ya empiezan a sonreír en el útero materno. Lo hacen alrededor de las 30 semanas y, aunque en ese momento del desarrollo no sea más que un reflejo automático, el cerebro ya está preparado para hacer de ese gesto un tipo de comunicación.

A partir de los 8 meses tras el nacimiento, el niño ya usa su sonrisa para llamar la atención de sus padres, para compartir intereses y para responder a los gestos de afecto que sus progenitores le regalan a diario. Lo que pasa en nuestro cerebro cuando sonreímos responde por tanto a dos necesidades muy básicas: conectar con quienes nos rodean y transmitir emociones positivas.

Así, la tan conocida frase de cuando tú sonríes el mundo sonríe contigo no puede ser más real, porque pocos estímulos son tan pegajosos, contagiosos y poderosos a la vez. Comprendamos seguidamente un poco mejor estos mecanismos.

Sonríe y harás feliz a tu cerebro

A veces, basta con evocar un recuerdo agradable para que se dibuje al instante una sonrisa en nuestro rostro. Ocurre lo mismo cuando escuchamos música, cuando vemos algo que nos agrada o cuando, sencillamente, cruzamos la mirada con alguien a quien queremos y que nos está sonriendo. Ahora bien, en un estudio realizado en la Universidad de Londres por la doctora Alejandra Selh nos indica algo aún más interesante.

A la hora de sonreír, movemos entre 12 y 17 músculos, siendo los más importantes los del músculo cigomático mayor y el menor. Se ha podido descubrir que el simple hecho de mover estos músculos, de sonreír de manera forzada y sin necesidad de que exista un estímulo concreto, se genera en nuestro cerebro una sensación positiva. Tal y como señala el monje budista Thich Nhat Hanh, «a veces tu alegría es la fuente de tu sonrisa, pero en otras ocasiones, tu sonrisa puede ser la fuente de tu alegría». 

Hombre con sonrisa falsa

Sonreír genera más placer que comer chocolate

Lo que pasa en nuestro cerebro cuando sonreímos podría equiparse al acto de comer chocolate: algo increíblemente placentero. Ahora bien, un detalle que puntualizan desde un estudio llevado a cabo en la Universidad de Münich, Alemania, es que en realidad, una sonrisa generaría el mismo nivel de activación cerebral que consumir doscientas tabletas de chocolate.

Sonreír, reírnos a carcajadas hasta que nos duela la barriga, es sin duda una de las cosas más agradables que podemos hacer.

¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando sonreímos? Una explosión de excitantes neuroquímicos

Sonreír tiene un efecto terapéutico para nuestro cerebro. El principal beneficio es que nos permite reducir el impacto del estrés. Lo consigue al regular y disminuir la cantidad de cortisol en sangre, aumentando por contra la presencia de neuroquímicos tan beneficiosos como las endorfinas, la serotonina o la oxitocina. Además, se ha podido comprobar que la presión arterial se equilibra, propiciando con ello una agradable sensación de bienestar.

Pareja de enamorados sonriendo

Sonreír en compañía, el mejor de los placeres

Dicen algunos estudios que los niños sonríen de media unas 300 veces al día. Los adultos, cerca de 20 veces. Parece que, en ese camino hacia la madurez, perdemos fuelle, perdemos magia y esa espontaneidad de quien se sorprende por nada y ríe por todo. Desconocemos si ser adultos implica guardar las apariencias y llevar la máscara de la seriedad, pero si es así, estamos actuando en contra de nuestro bienestar.

Lo que pasa en nuestro cerebro cuando sonreímos es tan poderoso y saludable que deberíamos hacerlo unas cien veces al día. Y lo que es más importante: en compañía. La sonrisa es un mecanismo social que alimenta la conexión y las emociones positivas. Busquemos instantes para ejercitar ese arte con los nuestros, para crear momentos distendidos donde dejar que la música de las risas nos acompañe.


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