¿Quiénes son los menores extranjeros no acompañados ("menas")?

Los menores extranjeros no acompañados, a los que a menudo nos referimos como "menas", son personas que encuentran sin la protección de sus familiares y sufren un alto riesgo de abuso y explotación.
¿Quiénes son los menores extranjeros no acompañados ("menas")?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 04 febrero, 2020

ACNUR define el concepto de menores extranjeros no acompañados como aquellas personas menores de 18 años que se encuentran separadas de ambos padres y no están bajo el cuidado de ningún adulto. Por el contrario, si estos menores viniesen acompañados de familiares, pero estos no tuvieran asignada la responsabilidad de su cuidado, estaríamos hablando de “menores separados”.

En las últimas décadas, ha ganado intensidad el fenómeno de la migración de menores de edad; niños y niñas, jóvenes y adolescentes, que migran solos. A día de hoy, aproximadamente 30 millones de niños y niñas en el mundo viven en países extranjeros, desplazados y sin acompañamiento.

Mejores extranjeros no acompañados

La soledad durante la infancia y la adolescencia

Los menores extranjeros no acompañados, a los que a menudo nos referimos como “menas”, son personas que encuentran sin la protección de sus familiares y se encuentran en una situación de alto riesgo de abuso y explotación.

Muchos de ellos migran de sus países huyendo de conflictos armados o graves violaciones de derechos humanos. Muchos de ellos no saben que, dadas las circunstancias de las que han sido víctimas, podrían optar a recibir algún tipo de protección internacional o ser reconocidos como refugiados.

Uno de los principales peligros son las redes de tráfico de personas. En concreto, en el caso de niñas y adolescentes, el gran peligro son las redes de prostitución a través de las que muchas llegan a los países de destino y de los que siguen siendo víctimas a su llegada.

Otro de los riesgos a los que se enfrentan al llegar a países occidentales es la “situación de calle”. En Europa y Estados Unidos, cuando se identifica a un menor no acompañado, este entra en un proceso de identificación y tutela por parte del gobierno.

Sin embargo, al cumplir los 18 años, los adolescentes se convierten en mayores de edad, y pasan a entrar en una situación irregular. De repente, se convierten no solo en adultos, sino también en migrantes irregulares. Esto significa que no tienen permiso de residencia ni permiso de trabajo, por lo que muchos acaban viviendo al margen de la sociedad y en situación de pobreza.

Peligros de los sistemas de acogida

A continuación, listamos los principales retos a los que se enfrentan los servicios de acogida al tratar con menores extranjeros no acompañados:

  • Es fundamental detectar la presencia de menores no acompañados o separados lo antes posible, especialmente cuando llegan en grupos de adultos. Tras esta identificación se han de adoptar las medidas oportunas e inscribir sus datos en el Registro de menores no acompañados.
  • Hay que tener especial cuidado al valorar la relación de parentesco o al relacionar un menor no acompañado con aquel adulto que se declare responsable del mismo: esto podría poner al niño o niña en situación de vulnerabilidad o dejarle en manos de los tratantes, traficantes de personas o las mafias que le trajeron al país.
  • Las pruebas de determinación de edad son también un punto crítico. Solo han de realizarse cuando existan serias dudas sobre la edad y cuando otros métodos no hayan sido suficientes para establecer la edad de la persona.

Respecto a este último punto, los exámenes han de ser apropiados y nunca forzados; la cultura del menor ha de ser siempre respetada. Además, el procedimiento, el resultado y las consecuencias de la evaluación han de ser explicados en un lenguaje que el menor entienda y han de presentarse los resultados por escrito, para que el menor pueda recurrir a la decisión que se adopte.

La determinación de la edad no es una ciencia exacta, por lo que siempre habrá un considerable margen de error. Por ello, en caso de duda la persona que declare ser menor habrá de ser provisionalmente tratada como tal.

Un menor puede tener dificultades para expresarse, por lo que al presentar un relato sobre sus experiencias no se puede esperar que lo haga de la misma forma que lo haría un adulto. Los menores, debido a su falta de madurez, pueden no ser capaces de evaluar qué es importante contar sobre sus vivencias.

Niño con miedo

De hecho, algunos niños pueden omitir información vital o no diferenciar lo imaginario de lo real. Por ello es importante que los profesionales que se relacionan con ellos tengan las capacidades necesarias para entender el relato de un menor.


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