El rechazo es la herida emocional más profunda

El rechazo persistente e intenso puede generar una herida inolvidable en la vida de cualquier ser humano. Si quieres saber más sobre este tema, ¡sigue leyendo!
El rechazo es la herida emocional más profunda
Leticia Martín Enjuto

Revisado y aprobado por la psicóloga Leticia Martín Enjuto.

Última actualización: 20 diciembre, 2023

Hay heridas que no se ven, pero que pueden arraigarse en nuestra alma y convivir con nosotros el resto de nuestros días. Son las heridas emocionales, las huellas de los problemas vividos en la infancia y que determinan, en ocasiones, como será nuestra calidad de vida cuando seamos adultos.

La herida del rechazo es una de las huellas emocionales más profundas, porque quien la padece se siente despreciado en su interior. La persona interpreta todo lo que sucede a su alrededor a través del filtro de su herida, sintiéndose rechazado en ocasiones aunque no lo sea.

El origen de la herida del rechazo

Como su nombre lo indica, esta herida tiene su fundamento en el rechazo, en esas experiencias donde la persona se siente despreciado o excluido. Una de las fuentes más esenciales y relevantes de esta herida se puede hallar en la infancia.

Los cuidadores, padres o figuras significativas ejercen un rechazo continuo sobre el pequeño. Con el tiempo, esto va generando una huella negativa inolvidable, pero no solo en la etapa de la niñez se engendra, también puede ocurrir más adelante.

A medida que los individuos se desarrollan, van acumulando experiencias interpersonales donde pueden experimentar el rechazo. Esta exclusión puede darse por razones de raza, nacionalidad, etnia, religión, afiliación política, etc. Cuando el desprecio se ejerce de forma continua e intensa, se origina la herida del rechazo

El desprecio, entonces, puede darse en un contexto social más amplio, y no solo en la familia. Lo podemos hallar en el trabajo, la universidad, la comunidad, el vecindario. La antipatía de otros, la aversión y la repulsión genera una profunda huella emocional que deteriora la autoestima y el bienestar de la víctima.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, es necesario destacar que el origen de una herida emocional no se circunscribe a un solo evento de la vida ocurrido en la niñez. También puede darse en etapas más avanzadas del desarrollo psicosocial. El impacto negativo que tiene es igualmente de grave en cualquier fase del ciclo vital.

Definición de la herida del rechazo

Es el daño emocional y psicológico causado por el rechazo. Esta herida nace, principalmente, del rechazo de los padres. No obstante, también puede ocurrir debido al desprecio, la indiferencia y la falta de aceptación por parte de otras personas significativas.

Ante las primeras vivencias de rechazo se comenzará a crear una máscara para protegerse de este sentimiento tan desgarrador que va ligado a la infravaloración de uno mismo y que se caracteriza por una personalidad huidiza. Así, la primera reacción de la persona que se siente rechazada será huir.

Una de las cualidades más destacada de esta herida es que hace que quien la padezca se sienta indigno de amor. Esto genera un impacto negativo en la forma en la que el individuo se percibe, valora y entiende. Además, deja una huella duradera que afecta sus relaciones interpersonales.

La herida del rechazo en la infancia

En la infancia, este daño emocional está relacionado con el desprecio por parte de la familia, los compañeros de clase, los profesores u otras personas importantes para el pequeño. Por ende, resulta una experiencia que marca la identidad y la relación que el niño establece consigo y con los otros.

En esta etapa del desarrollo vital, la seguridad, la aprobación y el apoyo físico y emocional son esenciales para que el pequeño afiance una autoestima sana y una autoimagen favorable. Cuando él es rechazado familiar y socialmente, el valor que se atribuye se deteriora y también pierde su sentido de pertenencia.

Los efectos negativos de la herida del rechazo en la infancia pueden variar de un niño a otro y dependen también de la frecuencia y la intensidad del desprecio, así como de la ausencia o presencia de figuras de apoyo alternativas.

Una vez se instaure la herida, el principal impacto desfavorable es que el rechazo será el reflejo del valor que se asignará el pequeño a sí mismo.

Síntomas de la herida del rechazo

El individuo herido por el desprecio se caracteriza por infravalorarse y buscar la perfección a toda costa. Esta situación lo llevará a una búsqueda constante del reconocimiento de los otros que le costará saciar.

Otros de los síntomas que se pueden observar en la persona son los siguientes, aunque no tienen que presentarse todos al mismo tiempo:

  • Percepción y autovaloración negativa (baja autoestima).
  • Reacciones desmedidas ante las críticas.
  • Evitación de relaciones íntimas, cercanos o profundas (aislamiento emocional).
  • Ansiedad antes situaciones sociales por miedo al rechazo.
  • Críticas severas contra sí misma.
  • Incomodidad ante la recepción de elogios.
  • Dependencia y miedo a ser abandonado o rechazado.
  • Niveles de alerta elevados para detectar el rechazo.
  • Sentimientos de tristeza o depresión vinculados al desprecio.

Es normal que la persona prefiera la soledad en lugar de la compañía porque si recibe mucha atención habrá más posibilidades de ser despreciada. Si tiene que compartir experiencias con más gente, intentará pasar de puntillas, bajo el caparazón que se construye, apenas sin hablar y si lo hace, tan solo será para infundirse valor a sí misma.

Además, vive en una ambivalencia constante porque cuando es elegida no se lo cree y se rechaza a sí misma e, incluso, llega a sabotear la situación y, cuando no lo es, se siente rechazada por los demás.

Con el paso del tiempo, la persona que padece esta herida y no la sana, puede volverse rencorosa y llegar al odio, fruto del intenso sufrimiento vivido.

Consecuencias de la herida del rechazo

Las consecuencias las analizaremos partiendo del rechazo vivido en la infancia, ya que es la principal fuente de la herida emocional. El rechazo que el niño puede sentir por parte de sus progenitores puede desencadenar consecuencias internas y externas a largo plazo.

Gracia, Lila y Musitu (2005) destacan entre los comportamientos internalizados: pasividad, apatía, retraimiento social, sentimientos depresivos, conductas autodestructivas, alteraciones nerviosas y problemas somáticos.

Entre los comportamientos externalizados encontramos impulsividad, hiperactividad, desobediencia, conducta destructiva, falta de autocontrol y comportamiento violento.

El rechazo de los progenitores durante la infancia puede generar inestabilidad emocional, deteriorar el bienestar emocional y las relaciones paterno-filiales. Además, genera problemas psicológicos y una pérdida de seguridad emocional.

Asimismo, un estudio de 2019 halló que el rechazo paterno y las conductas de riesgo para la salud están vinculados. Los investigadores hallaron que el desprecio de las madres predice el uso de drogas, la conducta agresiva y el consumo excesivo de alcohol.

También genera inadaptación psicológica: hostilidad, autoestima y autosuficiencia baja, visión del mundo negativa, soledad. Además, Sofie Lorijn y su equipo de trabajo en 2022 observaron que puede tener un impacto negativo en el rendimiento educativo a principios de la edad adulta.



Cómo sanar la herida del rechazo

El origen de cualquier herida emocional proviene de la incapacidad de perdonar aquello que nos hacemos o nos hacen los demás.

Cuanto más profunda sea la huella, mayor será el repudio hacia sí mismo o hacia los demás, el cual puede ocultarse tras la vergüenza. Además, habrá mayor tendencia a la huida, pero esta tan solo es una máscara para protegerse del sufrimiento generado por esta herida. Para sanar la herida del rechazo, sugerimos lo siguiente.

1. Aceptar las emociones

Lo primero que se debe hacer es reconocer la herida, acogerlas y aceptarla sin oponer resistencia. En lugar de suprimirla, hay que verla y entenderla. Escribir un diario de emociones, meditar, verbalizar lo que se siente y hablar con otros puede facilitar este proceso.

2. Reforzar la autoestima

Después de aceptar el problema hay que actuar contra él. En este caso, se puede diseñar y llevar a cabo un plan de acción para aumentar la autoestima debilitada después de tanto rechazo.

Para alimentarla, recomendamos realizar actividades que generen satisfacción, que refuercen el uso de habilidades y fortalezas y que incrementen la autoconfianza.

3. Fomentar la resiliencia

Otro de los aspectos a mejorar en el proceso de curación es la resiliencia. Mediante ella se obtienen recursos para afrontar la herida del rechazo y herramientas para salir fortalecido de ella. Ver los desafíos como oportunidades de crecimiento y tratarse con amabilidad y compasión, es esencial para nutrirla.

4. Refugiarse en relaciones saludables

No basta solo con realizar un cambio interior, también es crucial rodearse de personas buenas que sean capaces de brindar amor y apoyo.

Esta retroalimentación positiva del entorno social hará que la sensación de rechazo disminuya y que la persona pueda sentirse digna de ser amada y aceptada. Formar parte de grupos con intereses similares y pasar tiempo con amigos de verdad es un excelente comienzo.

5. Buscar apoyo profesional

Asistir a psicoterapia es un paso inevitable en este proceso de sanación. Los profesionales de la salud mental están preparados para identificar los patrones de conducta y pensamientos asociados al rechazo. También cuentan con la capacidad de realizar una intervención precisa para mejorar el bienestar de la persona.

No podemos llenar el infinito

Algunas perspectivas aseguran que nuestra auténtica naturaleza es infinita y haciendo un paralelismo con esta creencia observaremos que, hasta que no sanemos la herida, nada nos hará felices. El rechazo se convertirá en un agujero negro que poco a poco irá engullendo y destruyendo todo aquello externo que nos haga felices.

El sentimiento de rechazo equivaldría al infinito, y todo lo que sea externo solo lo llenará temporalmente, por eso, lo más importante es comenzar desde dentro. Se trata de un trabajo interior que debemos empezar cuanto antes, porque al fin y al cabo, esta sensación de rechazo no es más que nuestra forma de ver la vida.

Aunque no podemos borrar el sufrimiento vivido en el pasado, siempre podemos aliviar nuestras heridas y ayudar a que cicatricen para que su dolor desaparezca o al menos se alivie. Porque de acuerdo con lo que dijo Nelson Mandela, de alguna manera somos capitanes de nuestra alma.


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