Relación entre luz artificial nocturna y la depresión

Farolas, luces de neón, bombillas led, móviles, tablets, ordenadores y televisores... La exposición nocturna a este tipo de luces altera nuestros ritmos circadianos e impacta en nuestro estado de ánimo.
Relación entre luz artificial nocturna y la depresión
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 01 diciembre, 2021

Sabemos que la contaminación lumínica de nuestras ciudades suele causar insomnio. Por no hablar del evidente impacto medioambiental. Asimismo, en los últimos años parece evidente la relación directa entre luz artificial nocturna y la depresión. Nuestras bombillas leds, las pantallas de los móviles, ordenadores y televisiones, etc. se están convirtiendo en serios enemigos de nuestra salud psicológica.

¿Cómo puede ser? Desde que apareció la luz eléctrica y el mundo sustituyó el gas por la electricidad y las noches se “llenaron de luz”, empezaron también a darse otros cambios. De pronto, por ejemplo, empezaron a aumentar los trabajos en las horas nocturnas. Las fábricas empezaron a trabajar de manera ininterrumpida.

Con la predominancia de la luz artificial se empezaron a alterar nuestros ritmos biológicos; también los de los animales, en especial las aves y los insectos. Así, una consecuencia directa del progreso fue el aumento del insomnio en la población así como los cambios en el estado de ánimo. Los efectos en la biodiversidad es sin duda, otra evidencia.

Nos hemos adaptado psicológicamente a la luz artificial en nuestras horas nocturnas sin saber, que biológicamente esa adaptación nunca se ha dado y que las consecuencias son múltiples.

Mujer en la cama mirando el móvil representando el impacto entre la luz artificial nocturna y la depresión

¿Qué relación hay entre luz artificial nocturna y la depresión?

Llevamos más de 130 años adaptados por completo a una vida mediada por la luz eléctrica. A veces, casi a modo de broma, solemos decir que solo las personas de campo viven de manera ajustada a los ritmos que establece la naturaleza y también, nuestra biología. Porque la realidad es esa, la mayoría vivimos desalineados del comportamiento del ciclo solar.

Así, por mucho que les agrade a algunos definirse como noctámbulos, lo cierto es que somos seres de luz. Somos criaturas regidas por unos ritmos circadianos en los que es necesaria la oscuridad total en ciertas partes del día para llevar a cabo importantes tareas hormonales. Sustituir la oscuridad por luz artificial altera por completo nuestros ritmos biológicos.

No obstante, lo sabemos. La vida moderna está construida de esa manera: trabajamos de noche y dedicamos parte de nuestro ocio a esas horas nocturnas. Aunque en ocasiones, y casi sin saberlo, paguemos un silencioso precio por esta forma de construir nuestra existencia.

La luz artificial nocturna altera nuestra estructura cerebral

Neurocientíficos de la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos) realizaron una interesante investigación sobre este tema. La experimentación se hizo en el ámbito de laboratorio y con ratones. Algo que quedó en evidencia es que la exposición a luz artificial reduce la producción de melatonina. La falta de esta hormona multipropósito dejó a los animales en un estado apático y debilitado.

También pudo verse una drástica disminución del tamaño hipocampo, lo cual, se asocia de manera directa a los trastornos depresivos. Asimismo, y por si no fuera poco, también se observó otro efecto. Empezó a producirse un nivel más elevado de una proteína asociada a la necrosis tumoral. Por tanto, la relación entre luz artificial nocturna y la depresión no solo fue evidente, sino que se le añadieron otros factores.

La luz azul de nuestros dispositivos: relación entre la luz artificial nocturna y la depresión

No es lo mismo usar nuestros dispositivos por el día que por la noche. Lo ideal sería que, una vez cae la noche, dejáramos a un lado toda tecnología: móviles, portátiles, tablets… De ese modo, nuestro cerebro no sufriría el impacto de la luz azul de estos dispositivos, la cual tiene un efecto más nocivo en esas horas nocturnas.

Las retinas contienen un optopigmento llamado melanopsina que es especialmente sensible a las ondas de la luz azul. Esa sobreestimulación tiene un serio impacto sobre los ritmos circadianos, alterando también la producción de melatonina, tal y como nos explica un estudio publicado en la revista Nature.

Asimismo, esa hiperactivación de la melanopsina tiene otros efectos. Activa redes neurálgicas del tálamo que acaban alterando también áreas de la corteza prefrontal el hipocampo y la amígdala. Todo ello altera nuestro estado de ánimo, conduciéndonos hasta los trastornos depresivos mayores.

Mujer cansada con el móvil

¿Cómo reducir el impacto de las luces artificiales en la salud?

Sabemos que luz artificial nocturna y la depresión evidencian una relación directa. No obstante, lo que también tenemos claro es que no vamos a poder adaptarnos por completo a los ciclos de luz solar. El mundo moderno no concibe acostarse cuando se pone el sol y levantarse al alba.

Seguiremos con nuestros turnos de trabajo nocturnos y acostándonos entre las 23 horas y la media noche. ¿Qué hacer, por tanto, para reducir el impacto de las luces artificiales en nuestro estado de ánimo? Aquí van algunas claves.

Bombillas incandescentes

Son muchas las ciudades que están sustituyendo las bombillas luminescentes por las incandescentes. ¿La razón? Producen una luz de longitud de onda de rango amarillo más larga, con lo cual, no tiene tanto impacto sobre la melanopsina.

Luces de color ámbar

Las luces de tonalidad ámbar no son nocivas ni para los insectos, las aves ni para los seres humanos, con lo cual, reducimos contaminación lumínica.

Filtros de luz azul y ajustes en nuestras pantallas

En la actualidad, muchos de nuestros dispositivos nos permiten ya ajustar el brillo e incluso aplicar el filtro de luz nocturna para evitar así,  el daño que nos ocasiona la luz azul.

Reducir (si es posible) la exposición en horas nocturnas

Lo ideal sería que, al menos dos horas antes de irnos a dormir, apagáramos todos nuestros dispositivos electrónicos. Nuestro cerebro lo agradecería, favorecemos una adecuada producción de melatonia y además, dormiremos mucho mejor. Son pequeños gestos que, aunque nos cuesten dado nuestro estilo de vida, mediarán de forma directa en nuestro bienestar.


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