Rubén Darío Ávalos, el hermoso legado de un niños de 12 años

Rubén Darío Ávalos, el hermoso legado de un niños de 12 años
Fátima Servián Franco

Escrito y verificado por la psicóloga Fátima Servián Franco.

Última actualización: 07 octubre, 2022

Este artículo pretende ser un pequeño homenaje a Rubén Darío Ávalos, un niño paraguayo que ha fallecido a los 12 años en Sevilla de una extraña afección llamada histiocitosis. Este ángel escribía cuentos y leía a Platón para olvidar su enfermedad. En realidad, la existencia de Rubén Darío era un milagro que corría de boca en boca entre los profesionales sanitarios y voluntarios de la Asociación Española Contra el Cáncer que acompañan a los niños y sus familias en los pabellones infantiles de oncología.

Rubén Darío Ávalos publicó cuatro libros de cuentos y una novela histórica; Encuentros con Rubén (2015), Sensación de pureza (2015), Las cartas y otros cuentos impredecibles (2016), La medicina maestra (2016) y La diadema (2017). Como Rubén Darío Ávalos carecía de defensas se amuralló de libros.

Ahora que Rubén ha fallecido, pienso que quienes tendrían que conocer su épica personal no deberían ser otros niños como él, sino también jóvenes y adultos que están pasando por una experiencia parecida. Pues Rubén luchó contra todas las adversidades gracias a la lectura, al fortalecimiento y desahogo de la escritura y al entusiasmo por aprender.

“La medida de lo que somos es lo que hacemos con lo que tenemos”.

-Vince Lombardi-

Rubén Darío Ávalos caminando

Rubén Darío Ávalos, el niño al que no le hizo falta crecer para ser grande

Durante una entrevista realizada en 2015, Rubén hablaba de que la lectura le había salvado. En aquella entrevista, Rubén explicaba que leer y escribir le había servido como refugio para poder sobrellevar su enfermedad, que requería de quimioterapia de por vida, porque se había vuelto crónica debido a su detección tardía.

Los libros que más le marcaron son “Cien años de soledad”, “Platero y yo”, “La familia de Pascual Duarte”, “El señor Presidente”,  “La metamorfosis”, “La isla del tesoro”, “Hijo de hombre”, “Ficciones”, “La vuelta al mundo en 80 días” y “La guerra de los mundos”. Debido a sus lecturas tan variadas, sus novelas y cuentos no poseen ningún estilo concreto. Cada historia que inventó es completamente diferente.

Le gustaba tanto leer porque se sumergía en otros mundos, viajaba a otros lugares, a otras épocas, conocía a otra gente y hacía nuevos amigos. Este precoz escritor recopiló cuentos que había escrito a distintas edades, desde los 2 años hasta los 12. A Rubén, no le hizo falta crecer para ser grande. Su legado de palabras y fortaleza permanecerá en sus libros.

“Tus actuales circunstancias no determinan dónde puedes ir; se limitan a determinar por dónde empezar”.

-Nido Qubein-

Rubén Darío Ávalos leyendo

Rubén Darío Ávalos, su trayectoria como escritor

Para crear sus personajes, Rubén Darío Ávalos se inspiraba en personas que conoció, o en sueños que tuvo, en libros que leyó o simplemente en su imaginación. Pero siempre trató de darles una personalidad muy bien definida y de plantear una reflexión. Generalmente, presentó tanto sus virtudes como sus defectos, y cómo estos, con trabajo, pueden pasar a formar parte del cajón de las virtudes, alimentando con este esfuerzo la autoestima de los valientes que se atreven a emprender tal hazaña.

La novela histórica que llegó a ver la luz versa sobre maltrato animal y el acoso escolar. Su obra predilecta es “La medicina maestra”. Consideraba que la lectura es una medicina para el alma, por eso título así el libro.  Los cuentos incluidos  fueron escritos a distintas edades (2, 4, 6, 8, 10 año y en adelante) por lo que cada idea surgió de una forma distinta.

Con las publicaciones de estos libros de relatos cortos costeaba parte de su estancia en Sevilla, donde recibía el tratamiento. Su filosofía de vida era que había que ver siempre el lado positivo de las cosas, por muy mala que sea la situación nuestra misión es encontrarlo y agradecer por ello.

“Estamos muy contentos con la noticia de nuestros héroes, olvidando que somos extraordinarios para alguien también”

-Helen Hayes-


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