Según la ciencia, el estrés nos envejece: ¿qué podemos hacer?
Agotados, irritables, insomnes y malhumorados. Parece que en los últimos tiempos ese es nuestro estado habitual, esa la piel que nos cubre y que nos asfixia. Así, y por si no fuera poco, la ciencia nos recuerda que el estrés nos envejece, que esa presión psicológica de no poder llegar, de no poder cumplir todo lo que se espera de nosotros es un lastre para nuestra salud.
A menudo se insiste en aquello de que el estrés es el resultado de los pensamientos sobre nuestras circunstancias. Se nos recuerda que este estado psicológico no depende tanto de lo que nos pasa, sino de cómo interpretamos lo que nos sucede. Sin embargo, admitámoslo, nuestras circunstancias y el entorno que nos rodea son cada vez más complejas y demandantes.
Lo que nos sucede es importante y esto es algo que no siempre podemos controlar. Si una persona debe trabajar nueve horas diarias y después llegar a casa y ocuparse de sus responsabilidades familiares, esa es su realidad. Y no es fácil cambiarla. El estrés es el claro reflejo de las sociedades modernas, siempre aceleradas e hiperdemandantes.
Sin embargo, y dentro de esa maraña de complejidades existenciales, siempre es posible -y necesario- realizar cambios. Porque la salud depende también de cómo manejemos ese estrés diario para evitar que se convierta en crónico.
“La mejor arma contra el estrés es nuestra capacidad de elegir un pensamiento sobre otro”.
-William James-
El estrés nos envejece: ¿cómo puede ser?
El estrés crónico tiene un impacto biológico casi indiscutible. Sin embargo, no siempre lo vemos, no en todas las ocasiones le damos la importancia que merece y nos dejamos llevar. “¡No te preocupes tanto que te saldrán canas!” nos decían a menudo; cuando en realidad deberían haber puntualizado un poco más “no te preocupes tanto, porque te saldrán canas, arrugas y tu salud se verá afectada”.
Trabajos de investigación, como los publicados por la Universidad de Miami en el 2008, ya lo advertían. El estrés psicosocial mantenido en el tiempo puede acelerar el desarrollo de enfermedades crónicas. Por ejemplo, las catecolaminas y el cortisol elevan la presión arterial, con el daño evidente que esto puede suponer. Por no hablar de cómo el estrés agudo afecta al sistema inmunitario.
Ahora bien, en el 2019 dimos un poco más allá y se demostró que el estrés envejece. Diversas universidades de Estados Unidos realizaron un estudio conjunto para descubrir cómo los médicos residentes de primer año sufrían un envejecimiento prematuro. Es decir, la presión laboral mantenida en el tiempo es capaz de robarnos también la juventud poco a poco…
Buena parte del estrés que sufrimos no viene del simple hecho de tener “muchas cosas que hacer”, sino de la sensación de no poder llegar, de no poder cumplir con eficacia eso que debemos realizar.
La clave está en nuestros telómeros
La investigación antes citada y efectuada en la comunidad de los médicos residentes de Estados Unidos, se llevó a cabo de un modo muy concreto para poder demostrar que el estrés envejece. Se tomaron muestras de saliva. En ellas, pudo analizarse la longitud de los telómeros antes y después de sus residencias en los hospitales.
Pudo verse que ya durante el primer año de residencia esos telómeros se iban acortando. Ahora bien, para comprender la trascendencia de este hecho, debemos entender primero qué son estos elementos. Los telómeros son secuencias especiales del ADN que están en los extremos de los cromosomas.
Estas pequeñas regiones se acortan cada vez que las células se replican. De este modo, siempre llega un momento en el que su porción es muy pequeña, con lo que esa célula termina autodestruyéndose. Cada célula muerta va contribuyendo al envejecimiento.
Y no solo eso, el desgaste de los telómeros se relaciona con el envejecimiento y también con la aparición de enfermedades cardíacas, la diabetes o el cáncer. Tanto es así, que esta investigación demostró que los residentes de medicina envejecían hasta seis veces más de lo habitual.. ¿Las causas? El estrés y su impacto sobre esos elementos de los cromosomas.
Uno de los factores asociados al envejecimiento prematuro a causa del estrés crónico es la falta de descanso nocturno
El estrés nos envejece y estos son los factores que deberíamos atender
El estrés psicosocial no es una variable aislada, sino que está conformada por muchos factores. Y estos van más allá del agotamiento, la rumia mental, la irritabilidad, la sensación de no llegar, de no ser eficiente o de las tareas se acumulan. Si el estrés nos envejece es por una serie de dimensiones que conforman un círculo vicioso del que cuesta escapar.
- El estrés crónico afecta al descanso nocturno: dejamos de tener un sueño reparador y esto incrementa aún más el agotamiento.
- Una persona que no duerme lo suficiente durante días o meses verá poco a poco efectos en su salud.
- A la falta de sueño se le añade la falta de ejercicio. ¿Cómo cuidar de nuestro cuerpo si no tenemos tiempo? ¿Cómo salir a correr o ir al gimnasio si nos sentimos agotados?
Como bien podemos deducir, ese caleidoscopio de factores traza una realidad compleja que nos desgasta. Por no hablar del estilo de alimentación. No es fácil deducir que ante la falta de tiempo y el cansancio, uno recurre a la comida rápida. A la que se calienta en el microondas y nos permite sentarnos lo antes posible en el sofá.
Reducir el estrés crónico requiere aplicar estrategias psicológicas y conductuales. Hacer cambios en nuestras rutinas y hábitos de vida es clave para recuperar el bienestar que necesitamos.
¿Cuánto se han acortado tus telómetros hoy?
Tal vez, si llevas varios meses lidiando con el estrés, el insomnio, sin hacer ejercicio y alimentándote mal, es probable que estos elementos que hacen de tapón para tus cromosomas, se hayan degradado un poco. ¿Hay algo que podamos hacer para revertir este proceso?
Los telómeros que se destruyen ya no se recuperan. Sin embargo, podemos mantener en un estado óptimo los que nos quedan para que los cromosomas no se dañen. Bien es cierto que no siempre es posible reducir cargas, obligaciones y responsabilidades. La vida es la que es y el trabajo ocupa buena parte de nuestras jornadas.
Sin embargo, es necesario poner en práctica pequeños cambios. Organizarnos el tiempo, darnos instantes de disfrute, de conexión social y de calma es esencial. Mejorar la higiene del sueño, establecer metas razonables, aprender a delegar y regular mejor emociones y pensamientos nos permitirán reducir la carga de estrés.
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