Sexagenarios no, ¡sexalescentes! La vida a los sesenta

Los sexagenarios de hoy en día nos han hecho ver que es posible seguir viviendo la vida aún después de los 60. Te contamos por qué a continuación.
Sexagenarios no, ¡sexalescentes! La vida a los sesenta
Marcelo R. Ceberio

Revisado y aprobado por el psicólogo Marcelo R. Ceberio.

Escrito por Marcelo R. Ceberio

Última actualización: 18 noviembre, 2020

Hace tiempo que la tercera edad ha dejado de ser la última en el ciclo evolutivo. Por ello, ya no vale referirse a las personas de 60 en adelante como sexagenarios. No. Ahora deberíamos llamarlos sexalescentes.

Hasta hace 40 años atrás los ancianos iniciaban su recta final a los 60 años, cuando se preparaban para la jubilación, asistían a reuniones en la plaza del barrio, paseaban a los nietos y el matrimonio que llevaba muchos años se aletargaba con pocas salidas y cuidado seductor. Actualmente, viejos, gerontes, adultos mayores y ancianos forman parte de una etapa compuesta por ciertas características.

Antes los hombres lucían sus cabellos blancos, las mujeres no usaban pantalones ni se maquillaban exhaustivamente. En la estética se utilizaban colores que acercaban a la finitud: marrón, negro, gris, azul oscuro, colores que están relacionados con la muerte o el luto, y por supuesto, nada de diseño o estar a la moda, sino todo lo contrario, la austeridad, ante todo.

Si el viejo usaba jeans y zapatillas “se estaba tratando de hacer el adolescente”; si la vieja se maquillaba usaba tacones o blusas de colores, era una “desubicada” o se interpretaba que quería competir con su hija, ¡ni que hablar que usase calzas y de colores! Además, cuando la prensa se refería a alguien de 60 o 65 años involucrado en un suceso, el titular remarcaba: un sexagenario…

Pero los tiempos han cambiado, y mucho. Por ello, hoy presenciamos una nueva vejez y aquellos abuelos entre 55 y 70 años son una especie en extinción. Ahora las personas de 60 han dejado de ser ancianos y han permutado el hecho de ser sexagenario por ser sexalescente. 

Pareja mayor buceando

¡Fuera sexagenarios, soy sexalescente!

Los sexalescentes no se resignan a abandonar su protagonismo en el ámbito laboral, afectivo y social. Recogen sus propias experiencias de vida y las aplican a nuevos emprendimientos. Están motivados a la realización de proyectos: pueden empezar a desarrollar una empresa o a iniciar estudios universitarios porque sienten que tienen tiempo.

Los nuevos “jóvenes” de 60 años, tienen entre 20 y 25 años más de vida activa y dinámica, y cuando las fronteras de la vida se extienden de esta manera, la perspectiva de vida se modifica: cambian los proyectos, los amores, la sexualidad, los trabajos, el disfrutar, las fortalezas mentales.

Esta generación ha tomado conciencia de la importancia de la salud física. Razón por la cual hacen ejercicios y practican deporte tres o cuatro veces por semana; van correr (hasta alguna maratón de 10 kilómetros) o al menos tratan de caminar 30 minutos al día. Asimismo, en los gimnasios se encuentran cada vez más personas que superan los 60 años reduciendo abdómenes y fortaleciendo glúteos. Por otra parte, cada vez tienen más repercursión las dietas bajas en colesterol y reducidas en lípidos.

Rasgos de los sexalescentes

Los sexalescentes pertenecen a una generación que se educó y desarrolló con mensajes familiares y sociales muy distintos a los actuales. Vivieron una sociedad en la que los roles estaban rígidamente preestablecidos y aunados a una cantidad de prejuicios moralistas así como al qué dirán. Aún así, han tenido la valentía de romper con estas estructuras y asumir una nueva función de acuerdo a necesidades y expectativas reales.

Son migrantes tecnológicos: han debido aprender a usar las nuevas tecnologías, desde la telefonía celular, hasta los ordenadores y las notebooks. Esto tiene un doble mérito puesto que, al no ser nativos tecnológicos, sino más bien haber tenido que hacer cuentas con un ábaco en primer grado, han hecho un esfuerzo cognitivo mayor para adaptarse.

A todo esto, se suman los avances de la ciencia médica que, utilizados conscientemente en beneficio de la salud, mejoran y prolongan el buen vivir. La longevidad muestra los avances tecnológico-médicos con resonancias y tomografías, y una farmacología de avanzada, que posibilita prevenir enfermedades y actuar sobre ellas.

Por otra parte, el efecto cirugía brinda abdómenes lisos, bustos prominentes, párpados abiertos, al tiempo que la técnica del bótox rellena arrugas y muestra cutis más lozanos.

La tintura y las cremas antienvejecimiento están disponibles (y su uso es común) tanto para la mujer como para el hombre, su vestimenta ya no necesariamente es oscura y austera, a diferencia de 40 años atrás. Tampoco es una rareza ver a un sexalescente tatuándose. Así pues, en general, la estética de esta generación es diferente.

Aparte de tener una estética distinta, podemos ver que los solteros, los separados y los viudos, han ingresado en el mercado de la seducción y juegan un balotaje importante en el amor. Se miran al espejo e intentan mostrarse seductores y no escatiman seducción a la hora de relacionarse.

Mujeres mayores de fiesta

Sexualidad y vida activa en la sexalescencia

La pastilla azul (Sildenafil) ha renovado la sexualidad y ha posibilitado el amor después del amor generando nuevas parejas. Las estructuras de pareja y por ende las familiares, cambian el hasta que la muerte nos separe por el hasta que la vida nos separe, puesto que el ser longevos entienden que tienen más tiempo para sostener una relación, pero también más riesgos.

Los sexalescentes ni piensan en jubilarse. Es más, repudian esa idea. No encuentran registro acerca de lo que sería ingresar en la clase pasiva. Muchos de ellos utilizan el estudio para mantenerse activos. Hacen cursos, se especializan, pero no son menos los que deciden comenzar a estudiar una carrera -aquella deuda pendiente- y de esta manera se sienten activos, útiles, con aspiraciones, motivados y con ganas de seguir viviendo.

Sexalescentes: llenos de vida, pero a menudo rodeados de prejuicios

A pesar de todo lo anterior, muchos enraizados en ciertos pruritos prejuiciosos, se han dedicado a interpretar los comportamientos de los sexalescentes como una forma de negación del paso del tiempo. Así, una madre que viste de forma actualizada lo hace para rivalizar con su hija o aquel señor que usa pantalones pitillo es acusado de “pendeviejo”. Este tipo de etiquetas denuncian el clasicismo y lo que se considera el deber ser, de acuerdo a patrones sociales rígidos. Pero nada más alejado de la realidad sexalescente.

Detrás de su aspecto juvenil se encuentra una vida más inteligente, ya que aplica la experiencia de los años vividos en un cuerpo que tiene tela para rato. No obstante, no todos son sexalescentes. Algunos estudiosos señalan que es más factible encontrarlos en zonas urbanas con mayor densidad demográfica en las que hay diferentes motivadores, estímulos y la comunicación es variada, lo que genera mayor cantidad de oportunidades para desarrollarse.

Los sexalescentes están construyendo una generación que entiende que se puede ser optimista y tener una actitud positiva, enérgica y dinámica, aún siendo consciente de las limitaciones físicas. Por lo tanto, sostienen que todo es una cuestión de actitud, es decir, tomar el toro por las astas y construyen la vida que quieren. Ellos se preguntaron y se preguntan: ¿cómo quiero vivir los próximos 20 años de mi vida?

Hombre mayor con un móvil para representar la sexalescencia

Calidad de vida, el “divino tesoro” de las personas

El optimismo y la mirada positiva frente a la vida, genera neurotransmisores bienhechores como la serotonina y las endorfinas. Una vida al aire libre y deportiva produce BDNF, el factor neurotrófico que protege la producción de neuronas. El estudio y la actividad produce e incrementa la neuroplasticidad.

Pero la longevidad no solo ha modificado y creado un último ciclo evolutivo: la cuarta edad, sino que este fenómeno ha llevado a una total modificación del resto de los ciclos evolutivos. El entender o concienciar que la vida no se acaba en a los 60-70 años, ha variado el ciclo de la adultez: las edades de inicio de una relación de pareja formal, las de tener hijos y también ha modificado el inicio y la culminación de la adolescencia. Por lo tanto, se ha modificado toda la vida.

Aunque, a decir verdad, no se trata únicamente de la supervivencia en términos de cantidad de años, sino de la calidad con que se viven esos años, porque ¿de que serviría vivir mucho tiempo una ancianidad decrépita? Parece ser que esta generación sexalescente ya ha instaurado su propia cultura y filosofía, y augura a las próximas generaciones que hoy tienen 30, 40 y 50 años, un futuro con más entusiasmo, mirada positiva y, por sobre todo, mayor calidad de vida.


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