Síntomas emocionales y victimización digital, ¿cómo se relacionan?
El ciberbullying es un acto con el potencial de herir profundamente a las personas, quienes en consecuencia, desarrollan síntomas emocionales como la ansiedad, la depresión o el estrés postraumático. En este sentido, se ha observado que cerca del 60 % de adolescentes podrían ser víctimas del ciberacoso. Este aumento en la prevalencia del cyberbullying ha impulsado a los científicos a investigar sobre estas cuestiones.
Podríamos pensar que el concepto de bullying es nuevo. Sin embargo, este término fue descrito hace más de 50 años con el objetivo de describir a ‘un tipo de conducta hostil y violenta que se reitera en el tiempo y cuyo objetivo es producir un daño en una víctima, a la que se percibe menos poderosa y fuerte’ (Olweus, 1978).
«Los nuevos formatos y plataformas en línea han dado lugar a nuevos escenarios en los que el bullyin es más fácil y accesible».
-Michelle F. Wright-
¿Qué es el ciberbullying?
Es innegable el hecho de que los avances técnicos y tecnológicos han propiciado nuevas formas de interaccionar a nivel social. Este hecho ha producido que el bullying tradicional (es decir, el acoso «cara a cara») haya sufrido una transformación.
Las nuevas formas de acoso o ciberbullying ahora son más digitales que antes. Esto permite al acosador esconderse tras el anonimato que proporcionan las redes sociales, hecho que tiende a producir una mayor sensación de indefensión en las víctimas.
El cyberbulling es una nueva forma de acoso y se diferencia en algunos aspectos del bullying tradicional (Moleroa et al., 2020):
- El acoso que conocíamos, el clásico, está vinculado de forma clara con las diferencias de estatus y poder entre el acosador y su víctima; mientras que el ciberbullying se relaciona más con el morbo del anonimato. Además, a la víctima le puede costar más defenderse.
- En el acoso tradicional, la víctima podía elegir marcharse de la situación, o al menos evitarla en la medida de lo posible, mientras que en el cyberbullying es más complicado hacerlo porque las víctimas se encuentran constantemente expuestas a las redes sociales.
Estos dos elementos son los que marcan la diferencia entre el ascoso tradicional y el digital y, a su vez, han impulsado a algunos investigadores a profundizar sobre el fenómeno del ciberbullying. En consonancia con lo anterior, según el informe de Save The Children (2019), casi un 80 % de los adolescentes de hasta 20 años han sufrido ciberacoso en algún momento de su vida.
«Si denuncias un caso de acoso no eres un chivato, eres un valiente».
-Iñaki Zubizarreta-
¿Cuáles son los diferentes tipos de ciberbullying?
Existen multitud de tipos de ciberbullying (Álvarez-García et al., 2017):
- El que se ejerce mediante la palabra escrita. Por ejemplo, a través de expresiones malsonantes, insultos, ofensas, improperios o llamadas de carácter anónimo cuyo objetivo es la intimidación.
- El que se ejerce de forma visual. Por ejemplo, a través del robo de fotografías o vídeos íntimos que son compartidos en las redes sociales con posterioridad, y que causan un enorme impacto en la vida social de las víctimas. A este hecho se le conoce como happy slapping que, traducido al castellano significa ‘bofetada feliz’. Nótese el carácter irónico de la expresión.
- El que se produce por omisión. Por ejemplo, cuando el ciberacosador excluye de manera deliberada y malintencionada a la víctima de las reuniones sociales y dentro de las mismas, se burla de la víctima ante el resto de compañeros.
- El que supone una suplantación de identidad (Moleroa et al., 2022), muy común en el ámbito del universo digital.
De entre todos ellos, parece que el ciberacoso ejercido mediante la palabra es el más habitual, junto con el ciberacoso que se produce por omisión o exclusión de la víctima en las interacciones sociales.
A pesar de lo anterior, cada vez son más habituales los casos de ciberacoso visual, caracterizado por obligar a la víctima a visualizar escenas, vídeos y fotografías extremadamente humillantes (Barragan et al., 2021).
«La victimización digital se ha señalado como un factor muy relacionado con el daño psicológico entre los adolescentes».
-Álvaro Montes-
Síntomas emocionales y victimización digital en adolescentes
La ausencia de una autoestima firme y consolidada o síntomas emocionales como el miedo y la vergüenza son elementos que se reportan con frecuencia entre las víctimas de cyberbullying. Además, las víctimas sienten una angustia intensa ante el hecho de «sincerarse ante las personas de su alrededor». En consecuencia, experimentan una soledad que les paraliza y les congela.
Entre las secuelas del ciberacoso podemos encontrar la depresión. Se ha encontrado un número creciente de casos, de jóvenes víctimas de acoso digital que sufren esta entidad clínica. En este sentido, el ciberbullying es un elemento que incrementa tanto el riesgo de depresión, como de trastornos de ansiedad, lo que, de manera paralela, hace que las víctimas se aíslen de su entorno y se sientan intensamente solas.
Se ha encontrado que, en función de las destrezas que tenga la víctima a la hora de gestionar el impacto negativo del acoso, las consecuencias del ciberbullying serán mayores, o menores. Hablamos, por ejemplo, de la percepción de autoeficacia o de las estrategias adaptativas de regulación emocional. También queremos mencionar que el «apoyo social» o cómo la víctima hace uso de sus amistades y familiares a la hora de liberar presiones es una variable que ayuda a aminorar los síntomas emocionales.
«El ajuste psicoemocional de los adolescentes está íntimamente ligado con la victimización digital por internet».
-Carlos Evangelio-
La pérdida del sentido de la vida
Con frecuencia, fruto del ciberbulling, los adolescentes pierden el «sentido de la vida». En este sentido, son comunes los pensamientos que gravitan entorno al suicidio, aspecto que alarma a los investigadores. Emociones específicas, como la ira, el sentirse confundido o el sentirse en tensión constante, se han visto asociadas con una mayor probabilidad de ser víctima de ciberbullying.
Como resultado, diversos expertos apuntan a que sería interesante desarrollar intervenciones enfocadas a promover una mejor gestión de las emociones entre los adolescentes (Pasquale et al., 2021). Hecho que, sin lugar a dudas, beneficiará la salud mental de los jóvenes expuestos a este tipo de acoso digital.
«Las conexiones sociales cara a cara protegen contra los resultados negativos de salud mental vinculados a la cibervictimización».
-Larisa T. McLoughlin-
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