Superando las imperfecciones con el cuento de la vasija agrietada

El cuento de la vasija agrietada es una enriquecedora forma de invitarnos a reflexionar sobre las propias imperfecciones. Saber aceptarlas nos ayudará a fortalecer nuestra autoestima y bienestar personal.
Superando las imperfecciones con el cuento de la vasija agrietada
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 31 enero, 2022

El cuento de la vasija agrietada es una muestra literaria excelente para hacernos reflexionar sobre un tema: las imperfecciones. Más allá de lo que podamos pensar, pocos aspectos son tan importantes dentro del campo del crecimiento personal y sobre todo, de la autoestima. En una sociedad caracterizada por la busca de la perfección, la solvencia absoluta, de lo nuevo, lo joven e ideal, es necesario apreciar esta lección de sabiduría.

Filósofos como Platón ya estudiaron en su día esta dimensión. El propio sabio de Atenas y maestro de Aristóteles, se empeñó siempre en dar a los suyos la idea más perfecta, el ideal más sublime. No lo consiguió pero nos inspiró. Porque la perfección no existe. Más aún, porque las ventajas psicológicas de la imperfección (y de su aceptación) son inmensas, nos hacen más libres y favorecen un adecuado bienestar.

Pensemos en ello. Pocas dimensiones son tan paralizadoras como el miedo a la imperfección, ese temor a fallar, a no ser aceptados por nuestro aspecto, a no conseguir algo por esas características que nos diferencian del resto. Recordemos sencillamente, que la búsqueda de la perfección es el auténtico camino de la soledad.

Para entenderlo, nada mejor que este interesante cuento.

“No quieres a alguien porque sea perfecto. A las personas las quieres a pesar de que no lo son”

-Jodi Picoult-

El cuento de la vasija agrietada

Había una vez… un viejo campesino que cada día andaba largos kilómetros para recoger agua de la que era la fuente más cercana y transportarla a sus allegados. El hombre caminaba cada día portando a sus hombros dos vasijas, apoyadas sobre un palo.

Las vasijas, al igual que él, no era inmunes al paso de los años, y también habían ido envejeciendo y deteriorándose con el paso del tiempo.

Una de las vasijas había resultado más castigada con los continuos viajes del hombre y hacía tiempo ya que se había agrietado, lo que hacía que perdiera cada vez más agua en los trayectos. Cierto día, la vasija agrietada le dijo al hombre:

  •  – No sé si te has dado cuenta de que hace ya un tiempo de que tengo grietas y que no sirvo para mucho… Mientras la otra vasija hace largos y largos kilómetros llevando toda la cantidad de agua que le echas yo, sin embargo, pierdo cada día más de la mitad del agua por el camino. Creo que lo mejor para ti sería que me abandonaras y me cambiaras por otra vasija que hiciera la labor que tú te mereces.
Vasija agrietada

El valor de la imperfección

El hombre se paró, dejó con delicadeza las vasijas en el suelo y le dijo a la vasija agrietada:

  • – ¿Tú te has podido fijar en lo que ha pasado desde que te empezaste a agrietar hasta la fecha de hoy? ¿Te has fijado en el camino que juntos hacemos cada día?

La vasija se quedó pensativa por un momento y, resignada, contestó:

  • – No, yo solo sé que no sirvo para nada pues no soy capaz de hacer la única función que SE SUPONE que tengo. De verdad pienso que deberías cambiarme por otra.

El hombre la miró fijamente y le dijo a la vasija:

  • – Escucha atentamente, vieja amiga. Cada día, desde que te empezaste a agrietar por el lado derecho de mi hombro, por todo el camino que juntos recorremos, planté unas semillas, que como podrás comprobar no solo me alegran el paseo cada día con los colores y olores que desprenden las plantas, sino que además han dado sus frutos y me permiten a mí y a otros recogerlos y llevar alimentos a nuestras familias.

¿Y gracias a qué? ¿Sabes a qué? Gracias al agua que tú misma has ido derramando por el camino. Debes estar orgullosa de lo que eres.

Corazón de agua

Las cosas hay que cambiarlas en la medida que se pueda y sobre todo, buscar oportunidades para hacer frente. Eso, es lo que he hecho yo contigo. Debes estar orgullosa de quién eres y de qué hemos conseguido a pesar de las adversidades. Nada más.

Espero que aprendas una lección: las cosas que no funcionan como antes, no se deben abandonar y dejar de lado porque ya no sean como esperamos.

La enseñanza del cuento de la vasija agrietada

Hay que darse cuenta de que todos pero ABSOLUTAMENTE TODOS tenemos defectos, pero también muchas virtudes. No debemos compararnos para lamentarnos, sino mejorar lo que tenemos o lo que somos y sacarle partido a las adversidades. Asimismo, tal y como nos revelan estudios como el llevado a cabo por el doctor Cristian Vasile de la Universidad de Roma, es que la falta de autoaceptación está detrás de la baja autoestima.

Un buen nivel de autoestima nos ayuda a afrontar todas estas situaciones y no caer en los derrotismos. Es entonces cuando podemos decir que hemos aprendido de la vida y que estamos preparados para hacer frente a las adversidades.

Y tú, ¿Cómo tienes la autoesima? Descúbrelo con este cuestionario gratuito. Si tienes la autoestima baja, es el momento de ponerse a trabajar en ella.

Asimismo, para trabajar la autoaceptación, estudios como el llevado a cabo por Brian L. Thompson, de la Universidad de Manchester, nos recomiendan practicar en el día a día el Minduflness. Vale la pena intentarlo.

Foto cortesía de Ivan Galashchuk, rpphotos


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


  • Thompson, BL, y Waltz, JA (2008). Atención plena, autoestima y autoaceptación incondicional. Journal of Rational – Emotive and Cognitive – Behavior Therapy , 26 (2), 119–126. https://doi.org/10.1007/s10942-007-0059-0

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.