The Dropout: la mujer que construyó la ciencia de la estafa

The Dropout cuenta el auge y la caída del imperio de Elizabeth Holmes. Lo mejor del metraje es el relato tan particular que hace de la sociedad norteamericana y de esa frase que ha causado tanto dolor: "si quieres, puedes".
The Dropout: la mujer que construyó la ciencia de la estafa
Cristina Roda Rivera

Escrito y verificado por la psicóloga Cristina Roda Rivera.

Última actualización: 10 octubre, 2022

The Dropout es una miniserie de ocho capítulos dirigida por Elizabeth Meriwether. Está basada en el podcast presentado por Rebecca Jarvis y producido por ABC News. El argumento se centra en el ascenso y la caída empresarial de Elizabeth Holmes, fundadora de Theranos.

Los toques de comedia mezclados con drama hacen de Dropout una serie rápida, ingeniosa y significativa: ¿cómo fue posible que esta estudiante que dejó la Universidad en segundo año consiguiera engañar a todo el mundo?

La serie es una crítica a la sobreproducción científica que se exige en el campo de la innovación, abandonando los principios de la ciencia misma. La frase preferida de Holmes es “hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes”. Sin embargo, la ciencia ha llegado a ser lo que es precisamente por intentarlo, una y otra vez. Con sus fallos, errores y soluciones a los mismos.

The Dropout: el sueño de ser famoso y revolucionario

Elizabeth Holmes cumplió el sueño de toda su vida. Soñaba con ser multimillonaria, famosa y una revolucionaria, como Steve Jobs. Y lo consiguió. La parte B de la historia es que lo hizo con un producto defectuoso que ocultó cuando ya estaba en la cima de la fama.

Los entusiastas de la tecnología ya veían a “otra visionaria” que iba a lograr con la tecnología mejorar la salud de millones de personas en el mundo. Además, sería una mujer accediendo a territorios que han sido tradicionalmente masculinos.

Y es que no es solo la idea que tengas, sino cómo la vendas. La temática que plantea Dropout es que los “cachorros” de Sillicon Valley, abrumados por la cantidad de genios que habían cambiado el mundo como Steve Jobs o Elon Musk, pensaban que ellos estaban destinados a conseguir la misma gloria.

El problema es precisamente perseguir la gloria con una idea revolucionaria, pero sin ser un fraude para los consumidores. Muchos estudiantes abandonaron la idea de practicar la ciencia, la tecnología y la biomedicina por vocación, centrados en buenos, pero discretos puestos, tan necesarios para que el mundo arranque y se pare con normalidad.

Una estudiante con más ganas de triunfar que de hacer ciencia

En Elizabeth Holmes se reúnen todos los clichés del “si tú quieres, puedes” a unos niveles problemáticos desde los primeros capítulos. Antes de llegar a ser universitaria, vemos como su padre es despedido para la empresa en la que trabajaba por un posible fraude.

“Cuando trabajas para cambiar las cosas, primero piensan que estás loca, después se meten contigo, y luego, de repente, cambias el mundo”.

-Elizabeth Holmes-

Elizabeth siente la desesperación de los suyos al ver cómo su acomodada situación ahora pasa a ser algo distinta, debido a que su padre era un simple trabador, aunque ganara un buen sueldo. Este hecho se añade al saco de las ideas preconcebidas sobre el trabajo, como la que “siempre es mejor ser tu propio jefe”.

Desde los primeros capítulos, vemos cómo la obsesión por ser millonaria y crear un producto nuevo llega al ridículo en conversaciones y en su comportamiento habitual. Sus padres, en lugar de inculcarle los valores del estudio, del trabajo o de una simple dosis de modestia, la impulsan a que ese sea su único sueño.

Elizabeth Holmes: la historia de una revolucionaria de la estafa tecnológica

Elizabeth Holmes nació el 3 de febrero de 1984 en Washington, DC. Su madre, Noel, era miembro del personal del comité del Congreso y su padre, Christian Holmes, trabajó para Enron antes de pasar a agencias gubernamentales como USAID.

Cuando tenía 7 años, Holmes intentó inventar su propia máquina del tiempo, llenando un cuaderno completo con dibujos de ingeniería detallados. A la edad de 9 años, Holmes les dijo a sus familiares que quería ser multimillonaria cuando fuera grande. Sus familiares la describieron diciéndolo con “la mayor seriedad y determinación”.

Una alumna “de sobresaliente”

Fue durante la escuela secundaria cuando Holmes desarrolló su ética de trabajo, a menudo quedándose hasta tarde para estudiar. Rápidamente, se convirtió en una estudiante sobresaliente e incluso comenzó su propio negocio: vendió compiladores C++, un tipo de software que traduce código de computadora a escuelas chinas.

Holmes comenzó a tomar lecciones de mandarín y, a mitad de la escuela secundaria, convenció para que la aceptaran en el programa de verano de la Universidad de Stanford, que culminó con un viaje a Beijing. Allí conoció al que fue su amante y cofundador de Theranos, Sunny Balwani, un hombre mucho mayor que ella y multimillonario.

El giro radical de Elizabeth Holmes

Holmes ingresó en la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad de Stanford, ya con más ganas de ser millonaria que de aprender. Y ahí fue el comienzo de la estafa y el fin de un sueño loable y hasta cierto punto inspirador, si no fuera por la idea de ser multimillonaria a toda costa.

Querer cambiar el mundo es una idea que en muchos jóvenes debería existir. Tener ilusión por crear algo que mejore la calidad de vida de las personas a través de la tecnología es algo de valorar. Sin embargo, que insistas que debas ser millonaria por esa idea, ya no lo es tanto.

Los resultados vienen mucho después. Para conseguir cambiar o mejorar el mundo, debe existir mucha más pasión por la idea que por tu ego. El error de Elizabeth Holmes fue pisar el acelerador con 19 años, dejando la universidad al segundo año de carrera, como otros “revolucionarios”.

Mujer sonriendo

El fin de una empresa que en realidad nunca existió

En 2014, la startup de análisis de sangre Theranos y su fundadora, Elizabeth Holmes, estaban en la cima del mundo. La idea revolucionaria de que a través de una sola gota de sangre, un aparato pudiera detectar infinidad de enfermedades, asombró al mundo.

Holmes fue la mujer multimillonaria más joven del mundo hecha a sí misma, y ​​Theranos fue una de las nuevas empresas unicornio de Silicon Valley, valorada en aproximadamente 9 mil millones de dólares. Sin embargo, luego todo se vendría abajo.

Se expusieron las deficiencias y las imprecisiones de la tecnología de Theranos, junto con el papel que desempeñó Holmes en encubrirlo todo. Holmes fue destituida como directora ejecutiva y acusada de “fraude masivo”.

La empresa se vio obligada a cerrar sus laboratorios y centros de pruebas, lo que la hizo caer como si fuera un castillo de naipes. Mientras esperaba el juicio, según los informes, Holmes encontró el momento para comprometerse y casarse con el heredero de un hotel llamado Billy Evans.

Desde entonces, Holmes ha sido condenado por fraude en un tribunal federal. En enero de 2022, los miembros del jurado declararon culpable a Holmes de tres cargos de fraude electrónico y un cargo de conspiración para cometer fraude.

La encontraron no culpable de otros cuatro cargos y no lograron un veredicto unánime sobre los tres cargos restantes en su contra. Puede enfrentarse a 40 años de cárcel, pero Holmes, que muchos consideran una sociópata, sigue colgando post inspiradores y viviendo una vida de lujo. Un fraude para el mundo y especialmente para todas las mujeres científicas que sueñan con cambiar el mundo de verdad.

 


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  • Vals, E. (2017). Después de theranos. Nature Biotechnology , 35 (1), 11-16.

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