Un funeral de muerte: carcajadas en momentos oscuros

Un funeral de muerte es una sencilla, pero hilarante comedia que afronta la muerte con sentido del humor. En un momento triste, lo menos apropiado será la risa y, ahí, en ese contraste, reside su éxito.
Un funeral de muerte: carcajadas en momentos oscuros
Leah Padalino

Escrito y verificado por la crítica de cine Leah Padalino.

Última actualización: 06 agosto, 2023

Emocionar y conseguir la lágrima del público puede parecer complicado, pero no lo es tanto si lo comparamos con la enorme dificultad que supone hacer reír. Frank Oz es un cineasta que ha trabajado con frecuencia en el género cómico, In&Out (1997) o Little Shop of Horrors (1986) llevan su firma.

Sin embargo, a pesar de algunos títulos destacables, su filmografía sufrió una especie de bajón en las últimas décadas. Y así, de manera silenciosa, se estrenó Un funeral de muerte, una película sin demasiadas pretensiones que, de nuevo, consiguió la carcajada casi unánime.

El éxito terminó por traducirse en un remake estadounidense en 2010. Remake que, por otro lado, era completamente innecesario, pues resulta un calco sin gracia del original. En términos de humor, los excesos americanos y las repeticiones no ayudan demasiado.

La trama no puede ser más sencilla, todo ocurre en apenas unas horas. El patriarca de una familia británica está a punto de ser enterrado y su hijo Daniel es quien lleva el mayor peso del funeral. Las tensiones familiares y un oscuro secreto del difunto convertirán la solemne ceremonia en un espectáculo surrealista, escatológico y desternillante.

Un funeral de muerte condensa en pocos minutos una historia rocambolesca, con un sentido del humor tremendamente acertado. Los británicos, una vez más, parecen comprender las claves del género y nos presentan una historia para no pensar demasiado y cuya esencia reside, precisamente, en la risa.

Las claves de la comedia

La comedia es, probablemente, uno de los géneros más difíciles. Conseguir la carcajada del público sin caer en eso que llamamos vergüenza ajena o que el público sonría de forma unánime es casi imposible. Todos agradecemos una buena comedia, pero no siempre es fácil encontrarla. La risa, como el gusto, es subjetiva.

A pesar de lo sencilla que resulta Un funeral de muerte, es tremendamente efectiva, pues consigue ese cometido: hacernos reír y pasar un buen rato. Entretenimiento puro y duro en un momento que debería ser justo lo contrario; un juego de contrastes que resulta clave.

Todos hemos sentido en alguna ocasión una necesidad incontrolable de reír en el momento menos indicado. Esta sensación, de alguna manera, incrementa esa necesidad de soltar una carcajada y, en parte, eso es lo que ocurre en Un funeral de muerte.

La película nos presenta un momento triste para una familia que acaba de perder a uno de sus seres queridos. Sin embargo, en medio de la tristeza, se desata el caos y, por tanto, la carcajada. En realidad, los gags que utiliza son bastante sencillos, los hemos visto en otras ocasiones, pero Oz logra sincronizarlos y mover la batuta justo en el momento indicado.

El filme se abre con una escena en la que la funeraria ha confundido el ataúd y el difunto que hay en su interior no es el padre de Daniel.

Toda una declaración de intenciones que abre paso a un ritmo frenético que no nos permite caer en el aburrimiento. Cada personaje tiene su propia trama y, poco a poco, se irán entrelazando hasta llegar a un festín de lo más surrealista.

De alguna manera, se propone afrontar un hecho trágico desde la risa. Así, se logra involucrar al espectador en la situación, ponerlo en la tesitura de “no puedes reír porque es funeral” y, como consecuencia, la carcajada será todavía más escandalosa.

El filme arranca mostrando ya algunos puntos fuertes, lo que podría ser un problema, pero se termina solventando con facilidad. No es que Oz haya mostrado ya todas sus cartas, es que nos ha dado un pequeño anticipo que desembocará en algo todavía más extremo.

Las inquietudes internas de cada personaje y sus características personales se presentan desde el inicio, permiténdole a Oz desarrollar tramas que adquiriesen interés en su desarrollo. Es decir, el motivo cómico de cada uno de ellos comienza a gestarse ante nuestros ojos, casi sin que nos demos cuenta, para poder obtener un mayor impacto en el final.

Sin ánimo de desvelar la trama a quienes no la hayan visto, daré algún pequeño apunte en esta línea. Por ejemplo, tenemos a un personaje que resulta ser hipocondríaco, parece más preocupado por una pequeña mancha en su piel que por el funeral.

¿Por qué es importante este detalle? Porque este personaje, al final, será quien viva una de las situaciones más escatológicas del filme.

Si se hubiese puesto en esa situación a cualquier otro personaje o no nos hubiesen dicho que era hipocondríaco, el efecto habría sido risible, pero no tan efectivo. Lo mismo ocurre con la presencia del enano norteamericano y con el bote de pastillas de valium.

Personas en un funeral

Un funeral de muerte: una comedia eficaz

Un funeral de muerte nos va preparando a golpe de gag para ese final surrealista del que hablábamos. Por tanto, se trata de un guion ingenioso y bien desarrollado en el que se exprimen de forma inteligente los recursos más propios del género.

No es necesario que una película sea extremadamente compleja ni elaborada para logar que sea risible. El diálogo es ágil, los personajes contrastan con el entorno y están perfectamente bien caracterizados.

La acción transcurre en tan solo unas horas, a lo largo de una tarde en la que las emociones están a flor de piel y los personajes terminarán dejándose llevar por el caos que se ha ido gestando.

El trasfondo viene marcado por el secreto del difunto, un personaje que, pese a estar muerto, resulta fundamental en la acción. Al fin y al cabo, es su funeral y es el motivo que ha unido a la familia en ese lugar.

Igualmente, la sociedad que se nos presenta se corresponde a una familia acomodada, a un entorno en el que hay que guardar las apariencias y en el que la rigidez predomina sobre la naturalidad. De esta manera, nos encontramos nuevamente con el juego de contrastes: la muerte causa risa y los personajes de apariencia ejemplar terminan por estar plagados de defectos. Incluso el fallecido entra en ese mismo juego al descubrirse una faceta totalmente desconocida para sus familiares.

Un funeral de muerte parece decirnos que es más complicada la vida que la muerte. El difunto se encuentra allí, inerte, en medio del caos que generan los vivos. Su secreto ya poco le importa, pero sí parece importarle a sus más allegados.

Con actores poco conocidos y un Frank Oz que no parecía acertar demasiado, Un funeral de muerte se estrenó de forma discreta en el año 2007, pero el silencio se rompió a golpe de carcajada.

Una película que, en definitiva, no es memorable, no es una obra maestra, pero tampoco lo pretende. ¿Su objetivo? Hacernos reír desde la simplicidad y, sin duda, lo consigue.


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