¿Qué papel vas a escoger? ¿el de víctima o el de triunfador?

Ante la adversidad tenemos dos opciones: compadecernos de nosotros mismos o trabajar para modificar la situación que nos daña.
¿Qué papel vas a escoger? ¿el de víctima o el de triunfador?
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 01 febrero, 2022

Todos en algún momento hemos deseado que el mundo fuese más justo y amable. Que las personas fueran más consideradas y la vida más sencilla. Sin embargo, las cosas no siempre resultan como nosotros queremos que sean. Y cuando nos encontramos ante una situación adversa, es nuestra elección asentarnos en el papel de víctima o tomar las riendas.

Pues, en definitiva, solo tenemos dos opciones. Por un lado podemos aceptar lo sucedido, sacar un aprendizaje y continuar adelante con más fuerza y sabiduría. Y, por otro, podemos enfocarnos repetitivamente en cómo nos ha perjudicado lo sucedido, afirmar que se trata de una injusticia y un abuso, y llenarnos de autocompasión y sentimientos destructivos.

Pero hemos de tener en cuenta que de nuestra decisión dependerá nuestro estado emocional y el rumbo de nuestra vida. Por ello, es importante tomar conciencia de si nos estamos asentando en este rol pasivo y de las consecuencias que el mismo puede tener.

¿Te sientes una víctima?

En ocasiones tenemos tan interiorizado este papel que ni siquiera nos damos cuenta de que lo estamos interpretando. No estamos haciendo referencia a momentos puntuales en los que una persona puede sufrir un engaño, un maltrato o una estafa. Pues nadie está exento de verse en estas situaciones en algún momento de su vida.

Hablamos de una disposición constante a percibir el mundo como un lugar hostil, injusto e impredecible. A ver a las personas como crueles y egoístas por norma general. El individuo que vive en el papel de víctima cree firmemente que todo y todos están en su contra. Se siente impotente y vapuleado por la vida y siente lástima de sí mismo.

Mujer triste en la cama

Ante una situación adversa tienden a la rumiación mental de lo sucedido. Piensan una y otra vez en lo injusto del suceso, alimentando sin cesar sus sentimientos de angustia, rencor e impotencia. Incluso muchas veces exteriorizan estos pensamientos, lamentándose continuamente de su tragedia ante todo el que quiera oírles. Clamando por la injusticia que se ha cometido con ellos y buscando despertar la compasión de los otros.

Aunque frecuentemente lo logran, esto no hace si no perpetuar su estado de víctimas infelices. Su vida está llena de pasividad, vergüenza, desconfianza, autocompasión y sensación de falta de control ante lo que acontece. Esto indefectiblemente lleva a la persona a estados de ánimo depresivos y recelosos, e incluso al aislamiento.

El papel de víctima es un papel doloroso, repleto de malestar y sufrimiento. Pero también es, de algún modo, adictivo. Cuánto más entras en esta dinámica de pensamiento más difícil resulta tomar conciencia de los estragos que está causando en tu vida y salir de ella.

Abandona ese papel

La tendencia a tomar el papel de víctima no surge de la nada. Tiene mucho que ver nuestra crianza y el ambiente que vivimos durante la infancia. Ya de por sí un niño tiene poco control sobre lo que sucede en su vida, pues esta está en gran parte dirigida por los adultos. Pero cuando, además, los padres llevan a cabo una educación sobreprotectora pueden limitar el desarrollo de la autonomía del menor.

Mujer haciéndose la víctima

Si los progenitores se expresan hacia el niño con un exceso de compasión y sobreprotección le transmiten la idea de que él no es capaz de enfrentarse a la vida. Cuando creces escuchando “pobrecito”, en lugar de “tú puedes”, terminas creyéndote el papel de pobre víctima de las circunstancias.

Igualmente es posible que hayas adoptado esta actitud tras verla durante años en alguno de tus padres. Pues, aprendemos a relacionarnos con el mundo en función de cómo lo hacen las personas que nos crían.

Sin embargo, incluso si tuviste una infancia con estas características, hoy en día la decisión de abandonar el papel de víctima es solo tuya. Ya no eres un niño indefenso ni impotente, eres un adulto capaz de dirigir tu vida y tus pensamientos.

Si te sientes identificado con las cualidades antes mencionadas, es hora de decir basta. Trabaja en flexibilizar tu mente, en comprender que no siempre las cosas saldrán como tu planeas pero que, aún así eres capaz de adaptarte a las circunstancias y salir adelante. Recuerda que tú tienes el poder, que todo depende de ti. Si no te gusta tu situación actual, cámbiala.


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