3 claves para ser más decididos
Muchas decisiones no se toman porque la duda asalta e invade, con lo cual surge una suerte de parálisis que impide optar por una alternativa u otra. Las claves para ser más decididos precisamente tienen que ver con tácticas para neutralizar esa tendencia a dudar demasiado.
Sopesar las diferentes opciones es saludable, en especial cuando se debe resolver algún asunto con implicaciones importantes. Sin embargo, hay un punto en el que se cruza el límite y ya no hay una valoración sana de las cosas, sino una rumiación de pensamientos que nos sumergen en un círculo vicioso.
En algunas personas la duda constante es más notable. Ese ejercicio de pensar una y otra vez antes de resolverse a actuar muchas veces lleva a que sea la vida quien decida por ellas. Lo usual es que las consecuencias de esto no sean gratas. ¿Cómo salir de esos callejones que parecen no tener salida? ¿Cuáles son las claves para ser más decididos?
“A veces tomas la decisión correcta, a veces haces que la decisión sea correcta”.
-Phil McGraw-
1. Evitar el pensamiento basado en resultados
La primera estrategia para ser más decididos tiene que ver con un cambio de enfoque. Lo más habitual es que, en el momento de valorar las opciones, la mente se enfoque más en los posibles resultados de las acciones que en el proceso mismo de elegir. En apariencia, lo que debe hacerse es plantear hipótesis de lo que pasaría o no pasaría al optar por una u otra alternativa.
De esta manera, el problema queda mal planteado. Primero, porque las conjeturas, por definición, llevan asociadas un error. En otras palabras, por más que queramos adelantarnos a la propia realidad, esto no es posible. Las consecuencias de las acciones están sujetas a muchos más factores que nuestra propia voluntad.
Por lo tanto, para ser más decididos lo primero que se debe admitir es que no hay elección/situación, por dominada que la tengamos, que esté bajo nuestro control de manera total. Cada elección es una apuesta, no una certeza. Así que lo más importante es concentrarse en los elementos de juicio con los que se cuenta ahora y aceptar que la incertidumbre es la norma.
2. Limitar las opciones, una de las claves para ser más decididos
Otra buena estrategia para ser más decididos es la de limitar las opciones. Resulta conveniente demarcar unos parámetros dentro de los que se toma la decisión. Si no se fijan límites, es posible que tenga lugar una tormenta continua de ideas y de emociones que pueden llegar a paralizarnos en lugar de movilizarnos.
Limitar las opciones quiere decir, en primer lugar, ponerle una fecha límite a las mismas. Si dejamos abierta la conclusión del proceso, a veces solo termina posponiéndose eternamente, hasta que la realidad decide por nosotros -compramos la chaqueta azul o la verde; hasta que alguien se lleva la verde y solo nos queda la opción de elegir la azul-. Por lo tanto, es conveniente fijar un límite en tiempo.
En segundo lugar, hay que tener en cuenta que el proceso de toma de decisiones es un proceso, principalmente, de descarte. De este modo, de lo que se trata no es de ir sumando más y más opciones, sino de ir descartándolas. Cuando una de las alternativas sea débil, no hay que darle más vueltas, sino eliminarla.
3. Desapego de la situación
Uno de los factores más paralizantes en estos casos es la elevada carga de emocional que muchas veces se le imprime al proceso de toma de decisiones. Muchas veces, sin notarlo, permitimos que el miedo o el entusiasmo se apoderen de la situación. Por lo tanto, si notamos que hay muchos elementos afectivos involucrados, quizás no sea el mejor momento para decidir.
Es obvio que las decisiones no solo implican aspectos cognitivos, sino también emocionales. No se trata de esperar hasta que no se experimente ningún sentimiento. Lo que sí se debe evitar es que la intensidad emocional sea muy elevada, porque se trata de un factor que desdibuja las situaciones y nos llevan a verlas de manera distorsionada.
Así que lo más indicado es propiciar estados de relajación antes de enfrentarnos al asunto sobre el cual es necesario decidir. Una buena técnica es simular que es otra persona quien nos pide un consejo sobre cómo debe actuar. Ponerlo por escrito en una carta dirigida a nosotros mismos y responderla.
Finalmente, es importante dejar de lado la idea de que existe la decisión perfecta. Lo que muchas veces eterniza la duda es la búsqueda de una alternativa en la que se gane todo y no se pierda nada. Toda elección implica una renuncia, en mayor o menor medida. Así que, para aumentar nuestra agilidad en el proceso de toma de decisiones lo mejor es aceptar que todas ellas van a llevar asociada una incertidumbre.
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- Braidot, N. (2012). Sácale partido a tu cerebro: todo lo que necesitas saber para mejorar tu memoria, tomar decisiones y aprovechar todo tu potencial. Ediciones Granica.