5 tipos de liderazgo que plantea la psicología de los grupos
Todos conocemos a una o varias personas que parecen haber nacido con un don especial, el de saber dirigir, organizar, mandar, ordenar, innovar, motivar o encaminar las acciones de los demás. Podríamos hablar de decenas de funciones que conformarían distintos tipos de liderazgo, sin embargo será más sencillo repasar las características de cada uno.
En primer lugar, cabe destacar que las actitudes de los distintos tipos de liderazgo se apoyan en varios pilares que podemos identificar fácilmente. Por ejemplo, en el desarrollo de unas buenas habilidades sociales, la capacidad de empatizar sin que esto cause daño a los objetivos últimos que persigue el grupo, la intuición que acierte a la hora de elegir de manera rápida y eficaz aquellos aspectos que son relevantes frente a los distractores, etc.
Seguro que cada uno de nosotros nos hemos encontrado con una o varias personas como estas a lo largo de nuestra vida o, incluso, quizás nosotros mismos seamos una de ellas. Pero cuidado, no caigamos en el sinsentido común, pues tenemos que tener presentes dos aspectos cuando hablamos de liderazgo.
Los aspectos que comparten todo los tipos de liderazgo
Como hemos comentado, hay dos puntos a considerar antes de que podamos llamar líder a una persona sea cual sea el tipo de acciones que lleva a cabo:
- Por un lado, no todas las personas que se ofrecen o intentar hacerse líderes de un grupo son las que mejor están capacitadas para ejercer este rol de liderazgo dentro del propio grupo.
- Por otro lado, como todas las actitudes favorables a la corriente de deseabilidad social, lo cierto es que hay más personas que se consideran tocadas por la varita del liderazgo de las que realmente lo son.
¿Tocadas por una varita? El asunto es más complejo. Sí, más que la magia o el hecho de hablar de una capacidad en la que puede tener una influencia relevante nuestra genética.
Incluso, para hacer esta breve introducción hemos dejado de lado una certeza que a la hora de profundizar no podemos obviar: una persona que es una buena líder para un grupo –que tiene una determinadas características y objetivos– no tiene por qué serlo para otro. Un ejemplo fantástico de esto no lo ofrecen los deportes colectivos.
Raro es el fin de semana que un entrenador no es relevado en su cargo. Preparadores que son despedidos la mayoría de las veces por no haber sabido encaminar de la manera adecuada al grupo que dirigen y no tanto por ser más o menos hábiles a la hora de inculcar aspectos técnicos referidos al deporte en el que ejercen.
El problema es que la misma receta no sirve para distintos grupos, que el modo de trabajar que requiere un equipo creado con un presupuesto escaso no es el mismo que el que necesita otro repleto de estrellas.
5 tipos de liderazgo planteados desde la investigación en psicología de los grupos
La palabra liderazgo en psicología está ligada a un nombre y a un experimento: el realizado por Kurt Lewin en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. En dicho marco histórico asistimos al ascenso al poder de varios dictadores que fueron capaces de conseguir que un gran número de personas se creyera su proyecto, estuviera o no equivocado.
Así, queda subrayada una cuestión que, no por parecer obvia, deja de ser relevante: para que surja un nuevo líder es necesario que exista un vacío de poder o un cuestionamiento fuerte del que ya está establecido.
Si seguimos tirando del hilo histórico, podemos apreciar como el interés por el estudio del liderazgo que apareció inicialmente en la jerarquía militar y política se ha extendido a otros ámbitos, como pueden ser el educativo, el deportivo -del que antes hemos puesto un ejemplo-, o el empresarial.
Dicho de otra manera, desde que se ha visto cómo el liderazgo y los distintos tipos de liderazgo influyen en el aspecto productivo se ha convertido en una cuestión de relevancia universal.
Actualmente, desgraciadamente no contamos con una única clasificación de estilos de liderazgo. Así, vamos a describir una de las más prácticas y reconocidas por la psicología de grupos. Dicha clasificación diferencia cinco tipos de liderazgo, dos más de los establecidos inicialmente por Kurt Lewin.
1. Liderazgo delegativo (laissez-faire)
Hablamos del líder invisible o que permite hacer cuando se ejerce un liderazgo delegativo. Es una especie de gestor cuyo cometido es distribuir las tareas. Es especialmente efectivo en aquellos grupos formados por personas muy capacitadas y motivadas que solamente están esperando que alguien les facilite la dirección que han de seguir.
O sea, este tipo de líder es el que procura que las directrices sirvan de enlace o vía de comunicación con el resto de los miembros del grupo. El peligro del líder delegativo viene generado por situaciones en las que sea necesaria su actuación y no intervenga. Otro de los peligros de este tipo de liderazgo es el de la relajación. Cuando un líder sólo delega, en ocasiones, algún que otro trabajador puede relajarse y dejar de hacer correctamente su tarea.
Como afirman Escandon-Barbosa y Hurtado-Ayala (2016), “es importante tener presente que demasiada libertad otorgada al empleado puede conducir a bajos niveles de desempeño, dado que es importante contar con un ente de control que evalúe la productividad de los empleados y el impacto de sus decisiones sobre la empresa”.
Estamos ante un líder que de pecar, peca por defecto, y por lo tanto, es fácil que un elemento desestabilizador haga que todo se le vaya de las manos. Un ejemplo de líder delegativo podría ser Gandalf en esta escena.
2. Liderazgo autocrático
A diferencia del líder anterior, el líder autocrático es un líder intervencionista. El canal de este líder es unidireccional, ya que solamente dice pero no escucha al grupo que dirige. Por otro lado, suele ser un líder muy controlador y que funciona especialmente bien en aquellos grupos que, estando motivados, tienen muchas dudas sobre cómo desarrollar las tareas que se les ha encomendado.
El peligro de este líder es que puede ser realmente desmotivador para grupos que estén muy preparados, haciendo que todos se caigan por el precipicio una vez que ha decidido -sin saberlo- dirigirse hacia él.
El líder autocrático suele albergar un sentimiento de superioridad frente a las personas que dirige, una contaminación que puede hacer mucho más peligrosa la alerta descrita anteriormente. Un ejemplo de líder autocrático en la historia es Margaret Tatcher.
Según Carbó y Pérez (1996), los aspectos negativos de este tipo de liderazgo son varios. Uno de estos aspectos es la existencia de una relación difícil entre los miembros del grupo. Los individuos se muestran muy egocéntricos y existe un grado considerable de sumisión al líder. Los autores afirman que “el rendimiento colectivo aumenta en un primer momento pero a la larga va disminuyendo como consecuencia de la creciente frustración y las reacciones defensivas que se producen”.
3. Liderazgo democrático
Como bien habrás intuido, tiene mucho que ver con la justificación de muchos sistemas políticos occidentales. El líder democrático trata de potenciar al máximo la bidireccionalidad comunicativa. Dirigiendo, pero sin olvidar la importancia de ser sensible ante el feedback que le aporte el grupo ante sus decisiones. Es más, es el permanente elemento consultor lo que caracteriza a este tipo de liderazgo.
Carbó y Pérez (1996), apuntan que bajo este liderazgo “la conciencia de grupo es relativamente fuerte, lo que se
refleja con expresiones con las que se refieren al colectivo, y no al individuo“. En cuanto a los resultados “son inferiores a los alcanzados bajo el liderazgo autoritario, aun así, el trabajo que se desempeña muestra una mayor originalidad, que podemos atribuir a la posibilidad de expresar ideas libremente y fomentar la creatividad“.
Es un buen líder para grupos preparados pero que no cuenten con demasiada motivación. El hecho de sentirse escuchados puede ser el mejor remedio para este déficit, incrementado así sensiblemente su interés, tanto por los procedimientos como por los objetivos. Un ejemplo de líder democrático en la historia es Nelson Mandela.
4. Liderazgo transaccional
El liderazgo transaccional se encuentra enfocado a los objetivos. El líder adquiere el papel de guardián de la motivación del grupo. Opera otorgando recompensas o imponiendo castigos en función del desempeño o el interés.
Este tipo de líder, si hábil con su tarea, es bueno para procesos largos y tediosos en los que el grupo no tiene ni puede encontrar fácilmente una motivación intrínseca -asociada a la propia tarea- en aquello que tiene que realizar.
Así, pudiendo actuar como recompensas solamente aquellas que son externas, será un buen líder aquel que se centre en su distribución y consiga hacerla de una forma efectiva.
El peligro de este tipo de liderazgo reside en aquello que rodea al objetivo, como el ambiente dentro del propio grupo, que muchas veces queda dañado por la competitividad frente a estas recompensas de las que hablamos (ascensos, vacaciones, flexibilidad, etc.). Un ejemplo de liderazgo transaccional es el de los entrenadores de fútbol.
5. Liderazgo transformacional
El liderazgo transformacional tiene líder centrado en la motivación del grupo, pero desde la tarea. Su intención es que el grupo logre los objetivos, sí, pero sin menospreciar otros objetivos. Estos fines laterales pueden ser muy distintos y variados: la adquisición de competencias de los miembros del grupo, el clima que se genere dentro del grupo, el cuidado del entorno, etc.
Este tipo de líder es especialmente bueno cuando tiene que dirigir a un grupo que no tiene un alto grado de conocimiento ni motivación y sobre el que la presión por alcanzar unos objetivos principales no es alta. Un ejemplo de liderazgo carismático es John. F. Kennedy.
Como vemos, los tipos de liderazgo planteados desde la investigación en psicología de los grupos constituyen perfiles muy definitivos. Sin embargo, a la hora de gestionar y dirigir un grupo, no siempre los líderes se comportan de manera única, sino que normalmente la diversidad es la norma.