A los niños les cuesta mucho hablar sobre el abuso, ¿por qué?

El abuso sexual infantil es uno de los actos más abominables que existen, según el expresidente sudafricano Nelson Mandela. Las víctimas experimentan consecuencias negativas que cambian el curso de sus vidas. ¿Cómo puede afectar el abuso sexual infantil a los niños?
A los niños les cuesta mucho hablar sobre el abuso, ¿por qué?
Gorka Jiménez Pajares

Escrito y verificado por el psicólogo Gorka Jiménez Pajares.

Última actualización: 20 abril, 2023

Decía Nelson Mandela que «el abuso contra los pequeños se queda en sus cuerpos y en sus almas por siempre». Abusar de un niño es un acto abominable. De su fragilidad tras el trauma nacen las dificultades a la hora de hablar sobre el abuso

Esta tipología, el abuso sexual, suele ir de la mano de la coacción. A tal fin, el pedófilo suele utilizar métodos muy viles, como el soborno o la intimidación. Aquí es donde el abuso inicia y la mente del niño comienza a sacudirse por las olas tóxicas del trauma que, finalmente y en potencia, le despojarán de su inocencia.

«El abuso sexual infantil es una experiencia tan devastadora y traumática que puede cambiar el curso de la vida de una persona».

-Rosenna Bakari-

Niños con miradas perdidas

Las consecuencias del abuso en menores pueden ser muy distintas. Sin embargo, suelen existir patrones comunes que nos pueden ayudar a saber qué pasó. La rabia o la tristeza forman parte de este denominador común, al mismo tiempo que en su mirada empieza a reflejarse el abandono prematuro de la infancia y con él la inocencia y la confianza asociada.

Su autoestima también tiende a afectarse, al tiempo que pasan a sentirse culpables y profundamente avergonzados. El abuso ejerce estos efectos alrededor de preguntas como: «¿por qué no lo paré?», «¿por qué yo?». Y la respuesta con frecuencia es: «porque eres débil, menos capaz o incluso malo».

La intensidad emocional aversiva de la experiencia suele bloquear los recuerdos en la memoria, como si se quedara encerrada en sus mentes detrás una puerta de unas cuantas llaves. Como secuela de esta negación, nacen las dificultades para concentrarse y el rendimiento escolar disminuye. Incluso, pueden experimentar episodios disociativos y «desconectar» de un mundo que no les proporciona la seguridad que necesitan.

Además, distintas investigaciones han puesto de manifiesto que tanto el abuso sexual como sus consecuencias pueden heredarse. Si un niño aprende que «es normal» que abusen de él (porque lo vive habitualmente), con probabilidad desarrollará un estilo de apego inseguro. Así, como desenlace, serían comunes las conductas autodestructivas.

«Los efectos del abuso sexual infantil no se limitan únicamente a la víctima, sino que también afectan a la familia, a la comunidad y a la sociedad en general».

-Jody Raphael-

Niña sola en una habitación mirando por la ventana
El abuso sexual infantil implica como secuela que la víctima pierda la confianza en los adultos.

A los niños les cuesta hablar sobre el abuso porque han perdido la esperanza

La confianza del niño abusado en las personas adultas es como un jarrón lanzado violentamente contra la pared. Está hecha añicos. Esto alcanza su más alta consecuencia cuando el perpetrador de este repugnante hecho es un padre, un hermano, un amigo o alguien conocido.

Si el niño no puede confiar en sus personas cercanas, crecerá alimentando una peligrosa creencia: «no se puede confiar en nadie». Y si cree que no puede confiar en nadie, ¿cómo va a hablar sobre el abuso?

Por otro lado, es frecuente que el abusador intente que el niño o la niña se mantenga en silencio. Para callar su voz, los perpetradores emplean la amenaza y la mentira, a la par que son violentos. Al silenciarlos, enmudecen su posibilidad de pedir auxilio y les privan de la oportunidad de tener un camino prometedor hacia el futuro.

«Para los niños y niñas víctimas de abuso sexual resulta muy complicado confiar en las personas adultas y contar lo que les está pasando».

-Consejo General de la Psicología Española-

Pedófilo entrando a la habitación de su víctima
Cuando el abusador pertenece al entorno de niño las consecuencias de este delito empeoran.

Labios sellados, pero mentes candentes de dolor

En el universo emocional del niño, «callar» dista de «estar bien». Callan porque les da vergüenza, porque quieren olvidar, porque se encuentran excepcionalmente confusos o porque normalizaron el abuso.

Incluso, puede ser que callen porque su competencia lingüística quedó trastocada y se configura como un síntoma o una secuela más, producto del trauma. Hay muchos miedos, preocupaciones e inquietudes detrás de este mutismo. A continuación, veamos algunas:

  • Pueden tener pánico de la reacción del abusador si lo cuentan: «me susurró al oído que asesinaría a mi hermano si digo algo».
  • Porque piensan que las personas que les rodean les dirán: «mientes». Si esta creencia la combinamos con la intensa culpa y vergüenza que sienten, encontramos un potente elemento que inhibe el acto de contar el trauma.
  • «Tenía miedo de que, si lo contaba, dejarías de quererme». Sentirse así es habitual tras una violación en el contexto adulto. No obstante, en la población infantil esta creencia puede alcanzar cotas superiores.
  • «Seguro que les ha pasado a más niños y seguro que lo han contado, pero no ha pasado nada». A pesar de que pueden valorar hablar del abuso, desestiman la opción de hacerlo porque están notablemente desesperanzados.
  • O, por el contrario, pueden creer que es tan obvio el hecho de que están sufriendo abusos que únicamente «esperan» que alguien se dé cuenta y les «salve» del suceso. Esta salvación, cuando no se produce, genera todavía más desesperanza y retroalimenta la gravedad del trauma.

Como hemos observado, el abuso sexual tiene la capacidad de marcar el futuro de los niños que lo sufren. Tanto psicológica como físicamente, porque son numerosos los casos que reportan enfermedades de transmisión sexual, como el VIH, virus responsable del SIDA. Es infinitamente vital estar al tanto de conductas raras e infecciones oportunistas en los menores, con el fin de que, efectivamente, podamos «salvarles».

«Cuando un niño es herido, se pierde una parte importante del futuro de la humanidad».

-Alice Miller-


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