La agliofobia: miedo irracional al dolor
La agliofobia es un trastorno de ansiedad circunscrito en la categoría de fobias específicas que se caracteriza por la manifestación de un miedo irracional, excesivo, injustificado e incontrolable hacia el dolor. Las personas que padecen este trastorno temen sentir o experimentar cualquier tipo de sensación dolorosa.
Tener miedo a experimentar un dolor no es precisamente un trastorno. Todos, en cierta medida, huimos del dolor, porque no es una sensación muy grata de sentir, aunque sea una respuesta instintiva básica que nos avisa de que estamos sufriendo algún tipo de daño en nuestro organismo.
Entonces, ¿cuándo empieza a ser un trastorno el temor al dolor? Cuando comienza a afectar la vida de la persona a nivel social, personal, laboral, familiar. Es tanto el temor que la persona desarrolla que puede evitar desplazarse o realizar alguna actividad por temor a sufrir algún accidente que le ocasione dolor. Hablamos de un miedo que termina afectando directamente a la calidad de vida.
Entre las características que sobresalen de las fobias y que las diferencian del miedo no patológico, según Capafóns (2001), encontramos las siguientes:
- El miedo es desproporcionado. La respuesta no se corresponde a una situación realmente peligrosa o amenazante.
- No puede ser explicada por parte del individuo.
- Está más allá del control voluntario.
- Lleva a la evitación de la situación u objeto temida.
- Persiste a lo largo del tiempo.
- Es desadaptativa.
- No es específica a una fase o edad determinada.
Síntomas de la agliofobia
Algunos de los síntomas que podemos encontrar en la agliofobia, de acuerdo con la clasificación realizada por Sosa y Capafóns (2014), son los siguientes:
- Aumento de la frecuencia cardiaca.
- Incremento de la frecuencia respiratoria.
- Sudoración.
- Contracciones estomacales.
- Elevación de la tensión arterial.
- Autoverbalizaciones negativas.
- Creencias negativas.
- Pensamientos intrusivos.
- Preocupaciones.
- Estado de alarma.
Los síntomas anteriores se enmarcan dentro de dos categorías: la fisiológica y la cognitiva. Las manifestaciones fisiológicas desencadenan directamente buena parte de las respuestas físicas y orgánicas del individuo. Por otro lado, la expresión cognitiva de la fobia se caracteriza por el conjunto de ideas, pensamientos o creencias que tiene la persona en relación con el dolor.
Dentro de la clasificación de los síntomas de las fobias, podemos hallar también las respuestas conductuales que la persona despliega para afrontar la situación temida. Las reacciones más comunes son la evitación o los comportamientos de escape.
Por lo general, la persona con fobia apela a esta estrategia porque le proporciona alivio; sin embargo, en realidad, es un alivio pasajero porque el problema persiste.
Causas de la agliofobia
Una de las principales explicaciones que se han planteado sobre la causa de la agliofobia es la del condicionamiento clásico. Desde esta perspectiva se afirma que esta fobia es el resultado de haber vivido una situación traumática relacionada con el dolor. En esta circunstancia, la persona debió haber sufrido un dolor muy intenso que terminó marcándola.
Otra propuesta que explica las causas de la agliofobia postula que esta puede ser consecuencia de un aprendizaje vicario, en el que la persona observa como otra padece el dolor o evita determinadas situaciones temiendo que se desencadenen los hechos que lo produzcan.
Esta forma de aprender a temerle al dolor se desarrolla, por lo general, en la infancia; es cuando los demás constituyen prácticamente una referencia absoluta. Modelar las conductas de las figuras de apego es un patrón común en esta etapa de la vida.
Al igual que en toda fobia especifica, el origen de la agliofobia también podemos encontrarlo en una elevada vulnerabilidad ante situaciones de estrés grave, frente a las cuales los individuos responden con reacciones de alarma (miedo o ataque de pánico) y con un estilo atribucional característico de pensamientos de incontrolabilidad y de impredecibilidad (Sosa y Capafóns, 2014).
Las experiencias de aprendizajes que la persona fóbica ha tenido hacen que su vulnerabilidad biológica y psicológica se centre en determinadas situaciones. El temor vendría a ser el producto de la interacción entre lo biológico, lo psicológico y el ambiente de crianza.
Tratamiento para la agliofobia
El tratamiento que recibe la agliofobia es similar para el de otras fobias específicas, aunque se pueden presentar variaciones, dado que todas tiene un objeto fóbico distinto. Analicemos algunos tratamientos reconocidos para estas fobias.
Tratamientos conductuales
De acuerdo con Sue, Sue, Sue (2010) las fobias se han tratado exitosamente con una variedad de enfoques conductuales. Estos incluyen los siguientes:
- Terapia de exposición: introducir gradualmente al individuo a la situación temida hasta que el miedo se disipe.
- Desensibilización sistemática: similar a la exposición, pero se realiza a partir de la imaginación y una jerarquía de ansiedad, donde las técnicas de relajación desempeñan un papel central para combatir la ansiedad.
- Reestructuración cognitiva: identificar y modificar pensamientos y creencias irracionales que provoquen ansiedad asociada con la fobia.
- Terapia de modelamiento: demostrar interacciones exitosas de otra persona con la situación temida.
Otras estrategias de tratamiento
Antony y Barlow (1997) proponen dos estrategias de tratamiento asociadas a las previamente mencionadas: las estrategias cognitivas y las de exposición interoceptiva.
Estrategias cognitivas
Estas estrategias son muy útiles para corregir la información errónea que la persona tiene sobre el objeto de su fobia (el dolor). Las pautas a seguir para aplicar una intervención cognitiva son las siguientes:
- Invitar a los pacientes a buscar información sobre aquello que les provoca la fobia. Por ejemplo, en el caso de la persona agliofóbica, es recomendable que trate de responder a: ¿qué es el dolor?, ¿por qué se experimenta?, ¿cuál es su función adaptativa?
- Enseñar a los pacientes a identificar los pensamientos que lejos de ayudarles, solo les producen ansiedad.
Existen dos propiedades en los pensamientos ansiosos muy características de las fobias específicas. La primera es la sobreestimación de la probabilidad, en la que la posibilidad de ocurrencia de lo temido se sobreestima.
Para cambiar este patrón cognitivo es recomendable enseñar al paciente a evaluar las evidencias a favor y en contra del pensamiento ansioso. Por ejemplo, la persona agliofóbica puede analizar todas aquellas predicciones que están a favor de su miedo irracional al dolor y aquellas que no.
La segunda forma de pensamiento ansioso que suelen tener las personas fóbicas es el pensamiento catastrófico, en el que se magnifica el impacto negativo de aquello que se teme. Por ejemplo, los pacientes agliofóbicos pueden creer que sería terrible tener algún dolor.
Una manera de modificar este patrón es poner en tela de juicio las predicciones catastróficas, desplazando la atención de los propios pensamientos terribles a cómo se podría afrontar la situación. Una forma de conseguir esto es haciendo que la persona se haga preguntas tales como: ¿qué sería lo peor que podría ocurrir? ¿Por qué sería tan terrible tener un dolor? ¿Cómo podría afrontar la situación?
Exposición interoceptiva
Algunos pacientes tienen ansiedad por las sensaciones físicas asociadas con el miedo, además de la ansiedad ante el objeto o situación fóbica.
Para abordar este problema se recomienda realizar una exposición interoceptiva de forma repetida hasta que se reduzca la ansiedad. Antony et al. (como se citó Antony y Barlow, 1997) proponen los siguientes ejercicios para provocar sensaciones de temor durante la exposición interoceptiva:
- Mover la cabeza de un lado a otro durante 30 segundos.
- Mantener la respiración tanto tiempo como se pueda.
- Respirar rápidamente durante 60 segundos.
- Dar vueltas en una silla giratoria durante 90 segundos.
- Tensar todos los músculos del cuerpo durante 1 minuto.
La agliofobia es un trastorno, que al igual que otros, puede ser perfectamente tratable, permitiendo así que la persona pueda tener una vida totalmente funcional y saludable. Con la mayoría de las fobias es complicado disfrutar de una buena calidad de vida, por eso es importante, en contextos de agliofobia, consultar con un profesional.
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- Antony, M.A. y Barlow, D.H. (1997). Fobia específica. En V.E. Caballo (Ed.), Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos (Vol. 1, pp. 3-24). Siglo XXI.
- Capafóns, J. I. (2001). Tratamientos psicológicos eficaces para las fobias específicas. Psicothema, 447-452. http://www.psicothema.com/pdf/467.pdf
- Sosa, C.D. y Capafóns, J.I. (2014) Fobia específica. En V.E. Caballo, I.C Salazar, Y J.A. Carrobles. (2014). Manual de Psicopatología y Trastornos Psicológicos. Pirámide
- Sue, D., Sue, D. W., & Sue, S. (2010). Psicopatología. Comprendiendo la conducta anormal. Cengage Learning Editores.