"Ama": la película sobre una mala madre

Ama hablar sobre la mala madre, esa que vemos todos los días en nuestro barrio, que nos ha cuidado y nos sostiene.
"Ama": la película sobre una mala madre
Cristina Roda Rivera

Escrito y verificado por la psicóloga Cristina Roda Rivera.

Última actualización: 10 octubre, 2022

Ama es una película sobre mujeres, en concreto sobre el mito de la mala madre. Escrita por mujeres y rodada por ellas. Ama es la ópera prima de Júlia de Paz Solvas, escrita junto a Nuria Dunjó López. Ambas también crearon el corto en el que se inspiró la película con la misma protagonista.

Cuando Julia y Nuria terminaron la Universidad se quedaron impresionadas por la lectura del libro Madres arrepentidas, de la socióloga israelí Orna Donath. Un libro cuyo título causa rechazo.

Quizás nos imaginemos a las madres arrepentidas como mujeres que abandonan a sus hijos, negligentes y egoístas. Sin embargo, las madres arrepentidas solo son madres que apuestan por una visión más real de la maternidad, pues la experiencia les ha sobrepasado sin que ello signifique que dejen de querer a sus hijos.

¿Qué es una mala madre?

Hemos nacido con muchas convenciones, mandatos sociales y verdades universales que nos han sido impuestos y no debatidos. Si hay una acusación más fuerte que el ser llamada “puta” para una mujer, es ser llamada “mala madre”.

Hemos escuchado siempre que una mala madre no puede ser una buena persona. Asumiendo esa premisa, se sobrentiende que cualquier cualidad de una mujer no puede ser tenida en cuenta si no está arropada también por su papel como “buena madre”.

Si fuera una buena profesional, una buena amante o una amiga estupenda, asumiríamos que es una especie de mujer sin empatía, que no es de fiar y que cualquier rato que pasemos con ella no merece más allá que la simpatía superficial que pueda causarnos. Una mala madre no es de fiar.

“Ama”: el relato de Pepa

Con planos cortos, cámara al hombro y poca contextualización (adivinamos que se trata de Benidorm por la referencia a Penélope), aparecen los primeros planos de Pepa. Interpretada por la sevillana Tamara Casellas, se enfrenta al papel de una madre invisible para el mundo. Su poderosa actuación no ha pasado desapercibida y ha sido premiada con la Biznaga de Plata en el Festival de Málaga.

Pepa se hace cargo de un tipo de maternidad común. Una maternidad desbordada con tan solo una hija, cuando nos venden que se pueden tener cinco y la maternidad ni tan siquiera marcarte, como esa ligera cicatriz que Pepa tiene en su vientre y acaricia sin que sepamos qué piensa realmente.

Pepa tiene dos rosas tatuadas en los hombros. Una melena descuidada, algo áspera y con los restos de un tinte que debió ser llamativo en otra época. La piel con las llamadas “imperfecciones” que cada una tenemos al lavarnos la cara por la noche.

Pepa es el blanco perfecto. La diana en la que cualquiera vería todos los defectos clavados en su frente. Es lógico que las cosas le salgan mal, no ha hecho nada de lo socialmente establecido para que les salgan bien.

La cinta avanza, y las circunstancias apremian a Pepa. A veces el argumento cede y decimos “¡venga, que tienes una hija, cuídala!”, mientras ella se desintegra más y más.

La madre soltera

De pequeñas no queremos ser malas madres, y muchas tampoco queremos ser madres solteras. El concepto “madre con un padre para sus hijos” entra en el lote como una flecha disparada a fuego dentro de lo que entendemos como una “maternidad bonita, plena y sin estigmas”.

A la madre soltera se le ensalza desde una visión mitificada o se le rechaza. Sin embargo, hay un mundo de opciones dentro de lo que conocemos como “madre soltera”. Puede ser que haya decidido tener un hijo recurriendo a la inseminación artificial teniendo una pareja que no ve estable a largo plazo.

Otro supuesto es que se haya quedado embarazada y su pareja le haya sugerido abortar, pero ella haya seguido adelante. O que junto a su pareja decidieran tener un hijo y que él terminara con la relación antes del parto o lo hiciera ella al considerar que no quería a ese padre ausente para su hijo.

Puede ser que haya tenido un hijo sola tras una noche de sexo con cualquiera. Puede ser que se quedara embarazada el día que con su pareja de años decidieron decirse y hacerse el último adiós. Hay tantas historias de madres solteras como de madres acompañadas.

La mala madre y la madre perfecta, pero desconocida que nos venden

Puede ser que no nos guste Pepa como madre. Que desde el primer plano no nos identifiquemos ni empaticemos con ella. No hace falta ser madre, con ser hijas y mujeres ya sabemos lo que para la sociedad es ser una buena madre.

Eso de irse de fiesta y dejar a los hijos al cuidado de otros no es de ser una buena madre. Eso lo hacen los hombres, respondiendo a su necesidad de salir y despejarse, pero eso no está en el ADN de una madre.

El devenir de Pepa: las similitudes con nosotras mismas

Tras juzgarla inmediatamente y estar sentadas en un lugar más confortable para ver la película, algo comienza a inquietarnos. Pepa sufre lo mismo que la mayor parte de la población: inestabilidad laboral en un trabajo que no parece corresponder al de un adulto, ansiedad y tristeza.

¿No es ese un mal que apremia no solo a las madres, sino casi a generaciones enteras? A Pepa se le caen las lágrimas al estar con Diego. No sabemos nada de la historia de Pepa, lo que hace que nos fijemos más en las secuencias. Nuestro interés las hace mucho más interesantes.

Vemos cómo mira a Diego, al que llama “mi amor” con lágrimas en los ojos. Su actitud fiera y algo borde se desmorona ante el que “presuponemos” que es el padre de su hija.

Ese padre que sonríe a su hija, reprende a su madre y se va, dejándolas en la calle. ¿Quién de nosotras no ha sufrido por amor? Paralelamente a esto, Pepa no para de seguir recibiendo llamadas de su madre y nos preguntamos: “¿por qué no se va de una vez con su familia?”. Pero, ¿quién de nosotras no se fue de casa con muchos reproches a sus padres, dispuesta a comerse el mundo, pero este la devoró a ella?

Luego está su trabajo, que lo podría cambiar todo, y nos invita a reflexionar  sobre esa ocupación tan pueril e inestable, pero ¿quiénes de nosotras, sobrecualificadas, hemos aceptado trabajos para los que no se requiere cualificación y por mera supervivencia?

Pepa llorando

Todas tenemos algo de mala madre

Cuando vemos la historia de Pepa, llega un momento en el que es probable que ya no sintamos ni superioridad moral ni compasión por ella. Solo miedo e indignación. De tantos cuentos inventados, por tantos mitos acerca de la maternidad. Entendemos a esa Pepa harta de todo intentando tomar aire debajo del mar.

Pepa es la perdedora del cuento de las princesas, la que nunca quisimos ser de pequeñas, pero a la que nos parecemos peligrosamente en algunas ocasiones.

Al final de la película, “perdonamos” a Pepa, a nuestras madres, a la chica de aquel grupo que fue madre muy pronto y no logró ponerle los apellidos del padre. Nos perdonamos a nosotras mismas y queremos abrazar a Pepa y a su hija muy fuerte, en un verdadero cuento de hadas, de princesas y algo de brujas.


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