Amores que hacen daño

Aunque generalmente concebimos el amor como un sentimiento magníficamente agradable, en ocasiones pueden volverse dañino para ambos miembros.
Amores que hacen daño
Elena Sanz

Revisado y aprobado por la psicóloga Elena Sanz.

Escrito por Elena Sanz

Última actualización: 07 noviembre, 2022

Cuando pensamos en el amor generalmente lo asociamos a sensaciones positivas como complicidad, apoyo e ilusión. Sin embargo, en no pocas ocasiones, este sentimiento acarrea sufrimiento, confusión y frustración. Esta realidad no es exclusiva de las relaciones de pareja, existen amores que hacen daño en forma de amistad o de vínculos familiares.

Si te encuentras inmerso en una de estas situaciones, cuentas con dos opciones. Puedes asumir el papel de víctima y permanecer en el dolor, sintiéndote indefenso ante tal injusticia. O puedes analizar las causas que generan sufrimiento y ponerte en marcha para sanar. El amor no ha de doler. 

¿Quién es el culpable?

Cuando una conexión emocional (sea del tipo que sea) causa daño, nos apresuramos a buscar culpables. Juzgamos y recriminamos convencidos de que una de las personas es la causante del malestar. El hijo rebelde que llena de preocupación a sus padres, el amigo que decide terminar con una amistad de años, o la persona que trata a gritos a su pareja. Los roles parecen claros ¿verdad?, es sencillo identificar al causante del dolor.

La realidad es que este es un análisis simplista y poco funcional. Pues, aunque admitiésemos que hay un claro culpable, ¿de qué le serviría esto a “la víctima?. Únicamente le llevaría a introducirse más en su rol de padecimiento y le alejaría de su poder personal para transformar la situación.

Una visión mucho más adaptativa es la de buscar responsabilidad, en lugar de culpa. Todos y cada uno de nosotros somos responsables de lo que acontece en nuestra vida: tal vez no podemos controlar lo que ocurre, pero sí está en nuestra mano escoger qué hacer al respecto.

Si un joven es rebelde, es probable que haya contado con unos padres excesivamente restrictivos o sobreprotectores. Su insumisión es una reacción natural para tratar de conservar su identidad personal y su independencia. El amigo que decide cortar la relación tal vez lo hace porque el otro ha sido asfixiante o manipulador. Y la persona que es tratada a gritos, igualmente es responsable de tolerarlo.

Cada situación cuenta con dos caras de una misma moneda. Y, en todas ellas, ambas partes son responsables. Culpar al otro es liberador para el ego, pero asumir la responsabilidad propia es sanador para el alma. Cuando aceptas tu responsabilidad, también tomas posesión de tu poder y, por ende, de tu capacidad para cambiar las cosas.

¿Por qué hay amores que hacen daño?

Si has decidido tomar las riendas de tu situación, en primer lugar has de saber dónde se origina. Hay varios patrones de pensamiento y de conducta que pueden llevar a que el amor resulte doloroso y dañino.

  • Tratar de controlar al otro. En ocasiones, cuando amamos a alguien tenemos la expectativa de que este se comporte de un modo determinado. Sentimos que, de alguna manera, nuestro amor nos da derecho a condicionar al otro. Esta actitud resulta dañina y perjudicial para ambos miembros, amar a alguien consiste en escuchar, comprender y respetar sus ideas y decisiones. Suelta el control y disfruta de la presencia del otro sin expectativas, déjale ser.
  • Contaminar el vínculo por nuestros propios fantasmas. Nuestras heridas de la infancia y de experiencias pasadas pueden llevarnos a actuar de forma que terminemos creando amores que hacen daño. Exigir, gritar, faltar al respeto, ignorar o menospreciar son actos que surgen de nuestras propias emociones dañadas. Sanemos para no proyectar nuestros traumas y carencias en el otro. Aprendamos a relacionarnos de una forma madura y consciente.
  • Descuidar la autoestima. Cuando no contamos con una base sólida de amor propio, podemos tratar de llenar el vacío con el amor proveniente de los demás. Esto puede hacernos sentir poco valorados, poco cuidados y atendidos. Puede conducirnos al sufrimiento. Pero, en realidad, es tu propia atención y aceptación la que te falta, el otro es un mero espejo que te lo muestra.

Responsabilidad es poder

En definitiva, antes de sentirte maltratado por los demás y por la vida, recuerda tu poder. No eres una víctima, no has de someterte a los actos injustos del culpable. Tú puedes asumir tu responsabilidad para sanar el vínculo, o para abandonarlo si te daña. De esta manera aprenderás a conocerte, a curarte y a no aceptar menos amor del que mereces.


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