Angustia moral: cuando no se hace lo que sentimos que debe hacerse

A veces, la sociedad o incluso las propias circunstancias de la vida nos obligan a tener que hacer cosas que van en contra de nuestros deseos o incluso valores. El sufrimiento derivado de estas experiencias no suele estar bien entendido aún...
Angustia moral: cuando no se hace lo que sentimos que debe hacerse
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 23 marzo, 2021

Todos hemos experimentado angustia moral en algún momento. Aparece cuando hacemos algo que va en contra de nuestros valores. Es la eterna contradicción entre el deber y el querer, entre lo que dicta el corazón y mandan las circunstancias. La vida, al fin y al cabo, discurre por esos cauces ambivalentes en los que las cosas no son siempre como nos gustaría.

Podríamos dar mil ejemplos de estas circunstancias. La viven a diario los profesionales de la salud, médicos, enfermeras y sanitarios cuando trabajan en malas condiciones y no pueden atender a los pacientes como merecen. La sufrimos cualquiera de nosotros cuando, por ejemplo, no tenemos más opción que ingresar a nuestro abuelo o padre/madre con alzhéimer en una residencia porque no disponemos de todos los recursos que necesitan.

Nos puede suceder lo mismo cuando llevamos a nuestros bebés o hijos más pequeños a guarderías porque trabajamos y no nos es posible estar con ellos. En el día a día experimentamos ese sufrimiento en el que se conjugan los cargos de conciencia, las emociones, los valores y esa contradicción moral tan incómoda.

Mujer triste que sufre angustia moral

Angustia moral, ¿qué es y por qué la padecemos?

El término angustia moral apareció por primera vez en 1984 gracias al filósofo Andrew Jameton. Fue él quien quiso describir un fenómeno cada vez más común nuestra sociedad. Según explicó, la humanidad ha llegado a un punto en el que las barreras institucionales están desafiando nuestros principios morales fundamentales y responsabilidades éticas.

Esta realidad la vivimos a causa del modo en que se estructura el mercado laboral. Rara vez se nos permite conciliar la vida familiar con la profesional, lo que produce angustia moral. Nos encantaría pasar más tiempo con nuestra pareja, tener más horas para estar en el día a día de nuestros hijos. Sin embargo, los horarios y las escasas políticas son un obstáculo considerable.

Por otro lado, hay un hecho evidente. No nos equivocamos si señalamos que las circunstancias actuales están provocando que esta dimensión se sufra más que nunca. Los sanitarios padecen angustia moral a diario ante la saturación de enfermos. Las empresas y trabajadores deben enfrentarse también con frecuencia a situaciones moralmente angustiantes.

Esta es, además, un tipo de realidad psicológica muy difícil de gestionar para muchas personas. Por ejemplo, cuando un empresario se ve obligado a despedir a sus empleados porque su negocio ya no es viable en las circunstancias actuales, entra también en esta dimensión de padecimiento personal y ético tan devastador.

El sufrimiento que sentimos cuando no podemos actuar con integridad

Estudios, como los realizados en la Universidad de Valencia, evidencian cómo está impactando la angustia moral al ámbito de la enfermería. Estamos ante una de las mayores tragedias humanas y sanitarias que ha vivido la humanidad y esto afecta a múltiples colectivos de nuestra sociedad. Sin duda, el más afectado es el ámbito sanitario.

Este trabajo de investigación destaca, por ejemplo, que el impacto emocional se deriva de esas situaciones en que las personas no pueden despedirse de sus familiares. Las pérdidas sin despedidas son una gran fuente de estrés. El sufrimiento que se padece al no poder actuar con la integridad que desearían está pasando una factura muy alta a los profesionales de la salud.

La angustia moral, algo para lo que no estamos preparados

La angustia moral surge básicamente cuando detectamos algo que está mal y no podemos actuar ante esa dimensión como desearíamos. En realidad, el hecho de bloquear esta conducta, de reprimir nuestra respuesta ética ante un hecho concreto, va en contra de nuestra propia naturaleza.

El cerebro está programado para detectar amenazas o situaciones de riesgo y actuar ante ellas. Podemos pelear (responder) o escapar (huir para sobrevivir). Ahora bien, cuando identificamos algo que no está bien y se nos insta a “no actuar” se activa en el organismo el estrés y el padecimiento emocional.

No poder ir a visitar a los ancianos en residencias en este contexto de alarma sanitaria, por ejemplo, duele y contradice. Sabemos que no hacerlo, salvaguarda su bienestar, pero aun así la mente no puede evitar sentir angustia moral… Porque la falta de contacto emocional y social de nuestros mayores es sin duda algo devastador para ellos.

Chica triste apoyando a su amiga que sufre angustia moral

La respuesta está en cultivar la resiliencia moral

Cynda Hylton Ruston es una académica especializada en ética clínica, además de ser profesora de enfermería y pediatría en la Universidad de John Hopkins. Ella ha introducido un término que vale la pena recordar y tener en cuenta. La resiliencia moral tiene como finalidad ayudar a paliar y gestionar el sufrimiento suscitado ante los desafíos éticos y morales que vivimos a diario. Para trabajar esta dimensión debemos tener en cuenta lo siguiente:

  • No podemos controlar las circunstancias que nos rodean, pero sí nuestras emociones. 
  • Las emociones que podamos sentir ante las situaciones de angustia moral no se pueden esconder, ni disimular ni dejar de lado. Hay que aceptarlas, liberarlas, gestionarlas y compartirlas con los demás para normalizarlas y tener así, mayor control sobre ellas.
  • Intentemos no castigarnos ni juzgarnos por emprender actuaciones que pueden no encajar con nuestros valores. La vida es incierta y no podemos tener un control absoluto sobre aquello que nos envuelve. A veces, la mejor alternativa no es la más justa, pero es la necesaria dadas las circunstancias.
  • El simple hecho de sufrir por ello nos recuerda que en nuestro interior, nuestros valores y principios siguen intactos.
  • Asimismo, es esencial compartir con otras personas el dolor sufrido. Crear grupos de ayuda, hablar con amigos y familiares nos puede ayudar a lidiar con la angustia moral.

Por último y no menos importante, es necesario dar un significado a los desafíos que vivimos. Incluso en un mundo asiduo al caos, muchas de las cosas que hacemos tienen un sentido. Puede que hoy nos cueste encontrarlo, pero el día de mañana sin duda, lo entenderemos mejor.


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    • M.J. Johnstone, A. Hutchinson. ‘Moral distress’—time to abandon a flawed nursing construct?. Nurs Ethics., 22 (2015), pp. 5-14 http://dx.doi.org/10.1177/0969733013505312
    • Karakachian, Angela MSN, RN; Colbert, Alison PhD, PHCNS-BC Angustia moral, Enfermería: Octubre de 2017 - Volumen 47 - Número 10 - p 13-15 doi: 10.1097 / 01.ENFERMERA.0000525602.20742.4b

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