Aprendiendo de ¡las ratas!

Aprendiendo de ¡las ratas!
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 06 agosto, 2023

Las ratas son animales altamente impopulares. Si hiciéramos una encuesta, seguramente terminarían disputándose uno de los primeros lugares de la repugnancia. Unos las odian, otros les temen, pero casi a nadie le resultan indiferentes.

Pocas veces nos detenemos a pensar en que es una de las especies que contra todo pronóstico no se han dejado vencer por la persecución de los hombres. Su capacidad de supervivencia es realmente extraordinaria, lo que equivale a decir que logran adaptarse a casi todo tipo de circunstancias.

Conociendo a las ratas

Estos roedores verdaderamente son muy hábiles y astutos. Son capaces de trepar por paredes lisas y de introducirse por agujeros diminutos. También pueden brincar hasta un metro en vertical y caer desde una altura de 20 metros sin lastimarse. Y son excelentes nadadoras; se conoce el caso de varias que son capaces de nadar hasta 400 metros en mar abierto para llegar a tierra.

Una de sus características más interesantes es la capacidad para trabajar en equipo. En realidad, tienen una estructura social compleja. Se organizan en clanes y tienen unas jerarquías muy definidas. Logran los lugares preponderantes a través de peleas que a veces se alternan con los juegos.

Son muy sociables, por eso nunca están solas. Donde hay una, seguro habrá más. Para preservar su vida, el clan envía a un individuo de baja jerarquía, tal vez un anciano o débil, con el propósito de que pruebe un alimento sospechoso. Las demás esperan a ver si vive o muere y de eso depende que ellas también lo prueben.

También son capaces de organizarse para realizar una tarea. En una investigación desarrollada en 1880 pudo observarse la forma en la que trabajaban para llevar huevos a su madriguera sin que se rompieran. Una de ellas asía el huevo con sus patas, abrazándolo. Otra rata entonces la tomaba por la cola y la arrastraba hasta llegar a su destino.

La solidaridad de las ratas

En la Universidad de Chicago se llevó a cabo un experimento en el que se trasladó a un grupo de ratas hasta un nuevo lugar de habitación. Las separaron por parejas. A una de ellas la encerraron en un habitáculo que estaba cerrado con una puerta. Esta podía abrirse si se empleaba un poco de pericia.

Pudo notarse que la rata que estaba libre mostraba señales de agitación al percibir que su compañera había quedado encerrada. Este comportamiento es conocido como “contagio emocional” y significa dolerse del mal ajeno como si fuera propio. Se pensaba que era una actitud exclusiva del hombre, pero este experimento demostró que no.

Las ratas libres aprendían a los pocos días a abrir la puerta que las separaba de las cautivas y siempre lograban liberarlas. Así que no solamente expresaban una actitud análoga a la empatía humana, sino que también eran capaces de llevar a cabo acciones eficaces para prestar ayuda.

Los investigadores pusieron unas galletas como señuelo para evaluar si ante este nuevo estímulo las ratas iban a perder interés por sus compañeras prisioneras y más bien se dedicaban a disfrutar de la comida. Pero la sorpresa fue que la prioridad siguió siendo la liberación de su camarada, aunque luego tuvieran que compartir la comida con la otra.

Nada mal para un animal que para muchos simboliza la voracidad sin límites.

Imagen cortesía de Asierog.


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