4 aspectos del vocabulario emocional que todo adulto debería manejar

Las palabras dan forma a nuestra realidad. Por ello, quienes no tienen un vocabulario emocional rico experimentan dificultades para comprenderse y hacerse entender por otros. Te contamos cómo puedes mejorar en esta dimensión.
4 aspectos del vocabulario emocional que todo adulto debería manejar
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 30 agosto, 2021

Las emociones nos acompañan cada segundo de nuestra vida y condicionan nuestros actos. Teniendo en cuenta sus dictados, tomamos decisiones, nos comportamos de un modo u otro y nos relacionamos con los demás. Dada su influencia, es recomendable que aprendamos pronto a identificarlas, comprenderlas y gestionarlas; pero este aprendizaje no siempre tiene lugar. Por ello, queremos recordarte algunos aspectos del vocabulario emocional que todo adulto debería manejar.

El vocabulario emocional es el abanico de términos, conceptos y significados que una persona maneja a la hora de referirse a sus estados internos. Cuanto más amplio, rico y variado sea el mismo, más sencillo será precisar lo que uno siente, comprenderlo y transmitírselo a otros.

La importancia del vocabulario emocional

Idealmente todos deberíamos desarrollar este vocabulario en la infancia, e ir enriqueciéndolo a medida que crecemos. En este sentido, algunos estudios han encontrado que los niños a quienes se les ayuda a desarrollar el vocabulario emocional tienen menos conductas desafiantes y gozan de mejores relaciones con sus iguales.

No obstante, no siempre se le ha otorgado tanta importancia a la educación emocional como se hace a día de hoy. Por ello, si has alcanzado la edad adulta y sientes que tienes carencias en este aspecto, te mostramos algunos pasos básicos que puedes dar para comenzar.

1. Contar con un vocabulario emocional amplio

¿Qué respondes cuando alguien te pregunta cómo estás? Seguramente, como muchos de nosotros, te limites a responder bien o mal. Y es que se ha encontrado que, por ejemplo, en el entorno escolar, el vocabulario emocional empleado generalmente por las personas no supera el 10 % de las posibilidades.

Esto podría ser adecuado cuando la pregunta se hace por cortesía; sin embargo, en aquellas circunstancias en las que es necesario que el otro comprenda lo que sientes, estas dos palabras no aportan información suficiente. Además, es probable que tú también termines reflexionando en estos términos y no llegando a comprender bien lo que te ocurre.

Ampliar el vocabulario emocional consiste en acostumbrarnos a utilizar términos diversos que nos permitan expresar nuestro estado emocional de forma más concreta y precisa. En lugar de “bien” podemos sentirnos alegres, entusiasmados, ilusionados, tranquilos, aliviados… Y, en vez de “mal”, podemos sentirnos tristes, preocupados, frustrados, enfadados o abrumados. Como ves, estos matices permiten una comprensión mucho más profunda.

Amigas hablando mientras toman un café

2. Hablar desde tu propia perspectiva

No solo se trata de poseer un vocabulario lo suficientemente amplio como para poder nombrar e identificar las emociones, también es importante saber expresarlas de un modo adecuado. Para ello es recomendable hablar desde lo que yo siento, y no desde lo que el otro me ha hecho. Esta sencilla técnica forma parte de la comunicación asertiva y permite evitar diversos conflictos.

Si en lugar de decir “eres cruel y egoísta”, dices “me he sentido dolido por esto que ha ocurrido” es más probable que la otra persona esté dispuesta a dialogar y comprender. Si nos centramos en transmitir nuestro sentir, en vez de reprochar las conductas ajenas, será más sencillo llegar a un consenso y aplicar cambios.

3. Saber diferenciar las emociones

Incluso las personas con una mayor inteligencia emocional pueden llegar a confundir sus estados de ánimo. Y es que no siempre es sencillo diferenciar si estamos enfadados o tristes, si sentimos ira o frustración, si estamos enojados o decepcionados. Las manifestaciones de estas emociones con frecuencia se solapan y es necesario hacer introspección para poder identificar el verdadero origen del malestar.

El mundo en el que vivimos no favorece el trabajo interno, siempre estamos ocupados y distraídos y mirar hacia nuestro interior nos asusta o nos da pereza. Aun así, adopta el hábito de escucharte, acostúmbrate a reflexionar cuando te sientas mal, inicia un diario de escritura terapéutica… solo de este modo estarás en posición de hacer de tus emociones tus aliadas y no tus dueñas.

4. Mantener coherencia en el discurso

Gestionar las emociones no es sencillo, pero para lograrlo es fundamental lograr conciliar nuestro discurso con el que utilizamos con los demás. Para elaborarlo, pregúntate lo siguiente:

  • ¿Qué ha sucedido que ha despertado en mí una emoción?
  • ¿Cómo me siento? Sé lo más preciso y específico que puedas. Haz uso de tu vocabulario emocional.
  • ¿Qué necesito hacer? No te precipites y trata de identificar tus necesidades. Tal vez en este momento no quieras hablar, quizá desees estar un tiempo a solas para calmarte o puede que requieras de cambios en el comportamiento del otro. En cualquier caso, acostúmbrate a expresar tus necesidades y a hacer peticiones de manera asertiva. Es mucho más productivo posponer la conversación o pedir un cambio que gritar, recriminar y perder el control.

Si mantienes esta coherencia en el discurso te será mucho más sencillo comprenderte, ser compasivo contigo mismo y darte lo que necesitas. Y, del mismo modo, estarás en una mejor posición para hacerte entender, negociar y llegar a acuerdos.

Mujer con los ojos cerrados cerca de una ventana

El vocabulario emocional amplía nuestra realidad

Es indudable que las personas pensamos en palabras, y aquello para lo que no tenemos un término no existe para nosotros. Por ello, ampliar el vocabulario emocional nos permite dar cabida a una realidad interna más compleja y profunda.

El malestar ambiguo que sentimos pasa a tener nombre, un origen reconocido y unas pautas de actuación concretas. Por ello, en cuanto a comiences a trabajar con el vocabulario emocional, notarás una gran diferencia.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


  • Joseph, G. E., & Strain, P. S. (2003). Enhancing emotional vocabulary in young children. Young Exceptional Children6(4), 18-26.
  • Alzina, R. B., & Guiu, G. F. (2018). Análisis del vocabulario emocional en el profesorado. Revista electrónica interuniversitaria de formación del profesorado21(1), 161-172.

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.