La autoprivación voluntaria, o el arte de entrenar la incomodidad

La autoprivación voluntaria es una práctica en la que uno mismo renuncia a experimentar ciertos placeres o se provoca pequeñas frustraciones a menudo. ¿Para qué hacerlo? Sobre esto hablaremos.
La autoprivación voluntaria, o el arte de entrenar la incomodidad
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 20 diciembre, 2022

Podría resultar extraño hablar de autoprivación voluntaria en un mundo en el que se ha impuesto la satisfacción inmediata. ¿Qué sentido tiene limitarse o privarse de un placer de forma voluntaria? ¿El objetivo no es acaso evitar cualquier incomodidad en lugar de buscarla?

Los estoicos piensan que esto tiene mucho sentido. El estoicismo es una doctrina filosófica que promueve la tolerancia y el autocontrol como vías para alcanzar una vida placentera y equilibrada. La autoprivación voluntaria sería una vía para alcanzar esos objetivos loables.

Los estoicos piensan que una de las claves de la felicidad es la moderación. También plantean que esta premisa conduce a la virtud y que, al mismo tiempo, la virtud hace que la vida sea más feliz. Dicen que en los excesos está la fuente del dolor. Señalan que la autoprivación voluntaria nos ayuda a conseguir esa moderación y esa virtud tan necesarias para vivir bien. Hablemos del tema.

Aparta varios días en los que te contentarás con el mínimo y más sencillo sustento, un solo plato y ropas toscas, mientras te dices: ¿Es esto lo que tanto temía?”.

-Séneca-

Hombre pensando
Privarse de ciertos placeres fomenta el autocontrol.

La autoprivación voluntaria

La autoprivación voluntaria consiste en imponerse a uno mismo algún tipo de restricción. Podríamos decir, pasar por un mal rato, por situaciones exigentes o por experiencias difíciles, siendo esta una decisión personal. Es lo que hacen las personas que, por ejemplo, participan en un reality show en el que tienen restringido el acceso a un determinado tipo de recursos.

Sin ir tan lejos, los viejos estoicos, como el famoso filósofo Séneca, recomendaban reservar momentos para afrontar experiencias incómodas, como consumir un plato poco agradable, andar descalzo, dormir en un lecho duro o vestir ropas rústicas. ¿Cuál es el objetivo de esto?

Los estoicos  dicen que es una forma de entrenarse en el poco popular arte de saber sortear la incomodidad. Muchas veces, a lo largo de la vida, debemos pasar por situaciones difíciles. Cuanto mejor toleremos las carencias y las frustraciones, mejor equipados estamos para gestionar esas situaciones con fluidez y, sobre todo, sin sufrir de más.

Experimentar la autoprivación voluntaria

La autoprivación voluntaria no solo nos permite prepararnos para enfrentar situaciones exigentes, sino que además nos ayuda a identificar y valorar recursos que tenemos a nuestra disposición en nuestro día a día. En este sentido, es una práctica que nos vuelve más realistas, prudentes y conservadores.

Hay dos formas de llevar a cabo esta práctica. La primera es buscando vivir experiencias incómodas, de forma deliberada. La segunda es renunciando periódicamente a experimentar el placer. En ninguno de los dos casos se deben llevar a cabo acciones heroicas, sino actos cotidianos sencillos.

Algunas experiencias incómodas recomendables son las siguientes:

  • No cubrirse cuando uno siente frío, durante un lapso razonable.
  • Subir las escaleras, en lugar de tomar el ascensor.
  • Despertar más temprano de lo habitual, aunque se experimente algo de cansancio.
  • Comer o beber algo que no sea de mucho agrado, en especial si es nutritivo.
  • Ducharse con agua fría, si las condiciones personales lo permiten.

Por supuesto, en todos los casos hay que realizar una práctica razonable. En ningún caso se trata de poner en riesgo la salud o el bienestar. En cuanto a las prácticas de privación de placeres, algunas de las más comunes serían:

  • Apagar el teléfono móvil durante un día entero.
  • Ayunar.
  • Salir sin prestarle atención a la apariencia personal.
  • Privarse del vino o del café en la cena.
  • No fumar durante unas horas o días.
  • Abstenerse de ir a alguna actividad trivial, pero atractiva.
Mujer apagando el móvil
La autoprivación voluntaria nos entrena para tolerar la frustración.

La tolerancia a la frustración

En últimas, la autoprivación voluntaria es una forma de entrenar la tolerancia a la frustración. Esta es la capacidad para gestionar de manera adecuada las situaciones difíciles o muy exigentes, lo que supone no dejarnos llevar por el abatimiento, la ansiedad o la falta de confianza. Es una característica muy asociada a la resiliencia.

Todos necesitamos desarrollar algún margen de tolerancia a la frustración, ya que a lo largo de la vida vamos a encontrarnos con deseos que no podemos hacer realidad, con errores o con limitaciones para obtener lo que nos proponemos.

La autoprivación voluntaria es un camino para incrementar cada vez más nuestra tolerancia a la frustración. Si bien someterse a uno mismo a carencias o incomodidades supone un displacer, lo cierto es que a la larga ayuda a sufrir menos y a disfrutar más de lo que tenemos. Por eso, vale la pena realizar esta práctica de forma moderada, como aconsejan los estoicos.


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