Call Me By Your Name, una experiencia que deja huella
Qué difícil es describir lo que supone ver Call Me By Your Name, qué difícil es expresar con palabras todas las emociones que nos hace revivir este filme. Y digo revivir porque Call Me By Your Name es más que una película, es un diálogo con nuestro adolescente interior, con nuestro yo; es una experiencia, un recuerdo nostálgico de aquellos veranos idílicos que parecían no tener fin. Toda una declaración de amor a la naturaleza humana, a la vida, a la sencillez, a nuestro cuerpo, a las experiencias, al deseo, al primer amor…
Call Me By Your Name, dirigida por Luca Guadagnino y protagonizada por Thimotée Chalamet y Armie Hammer, es una de las películas más sonadas del año. Estrenada en el Festival de cine de Sundance, pasó por diversos festivales hasta llegar a los Óscars con 4 nominaciones bajo el brazo, de las que logró un galardón al mejor guion adaptado.
La historia que nos presenta Guadagnino hace que olvidemos la temática gay y la llevemos a un plano más íntimo y personal, que hagamos nuestra esta historia de amor de verano. A diferencia de muchas películas de la misma temática, Call Me By Your Name no es un melodrama, no es una sobredosis de azúcar, es naturalidad, belleza y emoción en estado puro.
En un mundo cada vez más deshumanizado, en el que las relaciones humanas se dan a través de una pantalla, en el que los libros no son más que una extraña decoración olvidada y polvorienta en una estantería, en el que el cine solo sirve para fascinarnos con sus carísimos efectos especiales, un mundo de zombis que hacen largas colas para consumir; un mundo frío, carente de sentimientos, de humanidad y de autocrítica…
En medio de todo esto, aparece Call Me By Your Name, que llega como un jarro de agua fría, pero agradable y nos despierta de ese paraíso artificial en el que vivimos, recordándonos lo que nos hace humanos.
La experiencia de Call Me By Your Name
Elio es un joven adolescente que proviene de una familia estadounidense, italiana, francesa y judía. Sus veranos los pasa junto a sus padres en una idílica casa del norte de Italia, no muy lejos del Lago de Garda. Su padre es profesor universitario de arqueología y, cada año, invita a alguno de sus estudiantes de posgrado; la familia recibirá a Oliver, un estudiante judío y estadounidense. Entre Elio y Oliver surgirá una complicidad especial, ambos vivirán un verano intenso en el que se descubrirán a ellos mismos.
Elio se encuentra en una fase de pleno despertar sexual, de descubrimiento de su propio cuerpo. La historia la vamos descubriendo a través de Elio, como si se proyectara en nosotros mismos. Elio es un joven distinto, ha crecido en un entorno multicultural, sus padres son personas muy cultas y siempre se ha refugiado en los libros y en la música, para la que posee un talento especial. Es introvertido e inteligente, parece que lo sabe todo…, menos lo relativo a los sentimientos.
Call Me By Your Name es natural y sincera, nos invita a revivir nuestra experiencia, a reconocernos en Elio y desear tanto a Oliver como lo haría él. Ese deseo es descrito sin pudor, sin artificio; no hay que hacerlo bonito, hay que mostrarlo tal y como es en la realidad. Esa magia de los primeros besos, en los que Elio no sabe muy bien qué hacer con su boca, las escenas más íntimas, en las que Elio, sin necesidad de articular palabra, transmite toda una serie de sensaciones con las que nos sentimos identificados.
La película no es solo una historia de amor, es una descripción nunca vista del deseo, de esa primera llamada hacia la sexualidad, ese descubrimiento del cuerpo que hará que nunca más volvamos a ser niños del todo.
En el caso de Elio, este deseo estará confundido, entre la joven Marzia y Oliver, pero finalmente, con Oliver el deseo se convertirá en algo más, algo que no había logrado con Marzia. La temática homosexual pasa casi desapercibida a pesar de ser el tema central, la naturalidad de la película hace que lo pasemos por alto, que se convierta en absolutamente normal porque no hay artificio en la representación, tal y como debería ser en la vida cotidiana.
La carga de sensaciones hace que rememoremos nuestra propia experiencia, que nos acordemos de algo o de alguien, de una sensación, de un olor, de un sabor. El espectador deja de ser espectador, se hace partícipe de la experiencia de Elio; casi puedes tocarlo, sentirlo y entrar dentro de la película.
Call Me By Your Name transforma la pasividad habitual del espectador, nos involucra totalmente en una historia en la que no ocurre nada excepcional, una historia en la que no hay intrigas, pero tampoco son necesarias; Elio se convierte en parte de nosotros, en un espejo en el que mirar nuestra propia juventud.
La magia del verano
El entorno del norte de Italia, unido a la magia del verano en la adolescencia, conforma el marco de esta historia de amor. Esos veranos en los que nada importaba, en los que parecía que el tiempo se había detenido ya han pasado para muchos, pero Call Me By Your Name nos los recuerda, detiene el tiempo y parece que no hay más mundo que el de la villa y sus alrededores.
Guadagnino quería contar una historia, en un lugar y en un momento, y sin duda lo logra, haciendo que olvidemos el mundo que nos rodea durante las dos horas que dura la película. Recordando veranos idílicos, aquellos en los que hacías nuevos amigos, en los que te reencontrabas con los viejos, en los que ocurría por primera vez la magia del amor, en los que te fumabas el primer cigarrillo o salías por primera vez a bailar una noche.
Cada instante de ese verano de Elio lo sentimos como nuestro, pero al mismo tiempo, sabemos que el verano tiene un final y, como consecuencia, las historias de amor que surgen en este periodo tienen fecha de caducidad. Y esa caducidad, unida a la casualidad, es lo que hace que percibamos el verano como un momento mágico. La película logra que casi podamos percibirla por los sentidos: el sol, el olor a café, el tacto de un melocotón, la magia de las fiestas, el agua del río…
No al silencio
Si Elio hubiese callado sus sentimientos, si no hubiese escuchado su deseo, la historia no habría sido la misma. ¿Hablar o morir? La pregunta es una constante en la película, pero Elio no va a quedarse con la duda, sin decir demasiado, rompe el silencio. A veces, callamos nuestros sentimientos, ocultamos nuestra identidad por la razón que sea, Call Me By Your Name nos recuerda el lado más humano que parece que hemos perdido, nos invita a hablar de nuestros sentimientos.
Ambientada en 1983, cuando todavía no sabíamos qué era internet, cuando los libros tenían poder; rescata la nostalgia, desde la ropa, hasta los coches. Estamos haciendo un viaje al pasado, a aquellos veranos en los que conocíamos al que creíamos que sería el amor de nuestras vidas. Elio lo sabe todo, pero no sabe nada de lo realmente importante.
Decir lo justo, porque menos es más, eso es Call Me By Your Name. Una película que logra dibujar lo invisible, decir lo inefable, sin tapujos, sin cursilerías, recuperando el lado más humano de nuestra especie. Más que una película, se convierte en una experiencia.
“Llámame por tu nombre y yo te llamaré a ti por el mío”.
-Call Me By Your Name-