Carácter: es la motivación interna para hacer lo correcto, no lo conveniente

Carácter: es la motivación interna para hacer lo correcto, no lo conveniente
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 07 diciembre, 2023

El carácter es la más importante de todas las virtudes, pero requiere coraje, honestidad y lealtad con uno mismo. Solo así podremos dormir con la conciencia bien tranquila, haciendo siempre lo correcto en cada momento y no lo conveniente, no lo que otros consideran o desean. El carácter es por lo tanto una actitud mental excepcional y la esencia de nuestra personalidad.

A menudo suele decirse, un tanto a la ligera, todo hay que decirlo, que tal persona no tiene carácter y que aquella otra dispone de un carácter demasiado fuerte. No falta también quien afirma que lo verdaderamente atractivo del ser humano, más allá de la simple apariencia física, es el carácter. Todo ello nos lleva sin duda a concluir que estamos ante una dimensión muy relevante mediante la que categorizamos a las personas.

“El conocimiento te dará poder, pero el carácter te dará respeto”
-Bruce Lee-

Asimismo, pensar que el carácter y personalidad son lo mismo es un error muy común. No es del así. En psicología el carácter pone parte de los cimientos de la personalidad, junto al temperamento y las aptitudes. De hecho, para gran parte de los psicólogos dedicados al estudio de esta interesante porción de personalidad nos explican que influye y mucho en el resto de dimensiones psicológicas.

Es, por así decirlo, la quinta esencia de nuestro ser.

Mujer que tira de una cinta

El carácter es nuestra voluntad educada

Todos tenemos puntos fuertes en nuestro carácter, valías internas que tiran de nosotros cuando más lo necesitamos. Sin embargo, ¿de dónde vienen? ¿De qué manera se edifica esta artesanía psicológica tan fascinante como es el carácter? Podríamos aventurarnos a decir que es una sutil combinación entre nuestros genes, el ambiente en el que hemos crecido y el resultado de las experiencias vividas. No falta quien así lo afirma, no obstante, cabe decir que hay algo más edificante y hasta inspirador.

El carácter de una persona no se conforma en un día ni en dos. Hay cierta voluntariedad en él, hay un despertar donde la persona tarde o temprano toma -o debería tomar- conciencia de sus rígidos esquemas de pensamiento, de esas actitudes limitantes inculcadas por la educación e incluso de esos “códigos de barras” invisibles que la propia sociedad imprime en nuestras mentes para condicionarnos.

El carácter es también una elección personal, es una fuerza acumulativa donde atrevernos por fin a ser reaccionarios, a valorar nuestras esencias e individualidad sabiendo qué es lo correcto en cada momento y actuar en base a ello. El propio Aristóteles dijo una vez que en esta dimensión se integra el deber moral por un lado y las inclinaciones personales por otra. Juntas, deberían tener por tanto un solo propósito: actuar en base a la nobleza, a lo que está bien. Solo así aseguramos nuestra dignidad, nuestra integridad y el bienestar de la propia sociedad.

“El carácter y la fuerza personal son las únicas inversiones que valen cualquier cosa”.
-Walt Whitman-

Los tres pilares del carácter

Algo que hemos podido entender hasta ahora -y que no podemos perder de vista- es que cada uno es responsable de su carácter. Autores y grandes expertos sobre el tema como Renne Le Senne o Gastón Berger nos dicen que nuestro carácter no se muestra de forma definitiva ni en la infancia ni en la adolescencia. De hecho, esta sintonía compleja que configuran nuestros valores, sentimientos y actitudes van asentándonse con el tiempo.

Por tanto, siempre es buen momento para empezar a “limar” ciertas aristas de nuestro carácter o de sacar brillo a ciertas dimensiones que nos permitirán desenvolvernos mucho mejor en nuestros entornos cotidianos.

“Inteligencia más carácter – esa es la meta de la verdadera educación”

-Martin Luther King-

Así, estos mismos autores señalan que la formación de nuestro carácter depende de cómo interpretemos, abordemos o nos dispongamos respecto a tres dimensiones muy concretas. Serían las que describimos a continuación.

Emotividad

La emotividad hace referencia a esa capacidad tan nuestra de generar determinadas emociones en base a determinados estímulos. También da forma a nuestra sensibilidad y al modo en que reaccionamos ante las emociones ajenas. Algo que se desprende de esta dimensión es que no todos reaccionamos de igual modo ante las mismas cosas y esa diferencia, ese matiz, conforma también nuestro carácter.

Hay caracteres fríos incapaces de reaccionar ante el dolor ajeno y hay caracteres más sensibles que no dudan por ejemplo, en poner en riesgo la propia vida por ayudar a otros.

Actividad

Cada uno de nosotros nos guiamos y actuamos en base a unos valores, a unos principios que interiorizamos y hacemos nuestros. Sin embargo, y aquí llega uno de los matices más interesantes sobre el tema del carácter, es que no todos somos capaces de reaccionar ante lo que consideramos injusto u opuesto a nuestro sistema de valores.

Por ejemplo, si trabajo en un restaurante donde sobre mucha comida, pondré en marcha determinadas conductas para que ese exceso no vaya a la basura sino a personas que lo necesitan. Sin embargo, no falta quien opta por el inmovilismo, por girar la vista y no llamar la atención, limitándose a hacer lo mismo que los demás aún sabiendo que no es lo correcto.

La resonancia

Por último, una dimensión básica para entender cómo se construye el carácter es la resonancia. Hace referencia al tiempo que tardamos en reaccionar cuando vemos o experimentamos ciertas cosas. Por ejemplo, acabo de salir de una relación dependiente e infeliz. Después de unos meses, conozco a una persona que tiene casi la misma personalidad abusiva que mi anterior pareja.

Habrá personas con baja resonancia que aún no han logrado interpretar o reaccionar ante las anteriores experiencias para asumir de de ellas un aprendizaje. Algo así, les abocará irremediablemente a perpetuar los mismos errores, a dejarse llevar, a no construir un carácter más digno, fuerte e incluso saludable.

Para concluir, tal y como decíamos al inicio, el carácter es la más importante de todas nuestras virtudes, gracias a él mantenemos el equilibrio en el oleaje de la adversidad, gracias a él salimos de la cama cada día sintiéndonos más fuertes, más valientes y preparados para hacer lo que consideramos correcto en cada momento.

Invirtamos por tanto todas nuestras energías en construir un carácter que nos permita ser más libres y ante todo, felices.

Imágenes cortesía de Emily C. McPhie


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.