Dar la talla: el cerebro del hombre durante el sexo

Dar la talla: el cerebro del hombre durante el sexo
Raquel Aldana

Escrito y verificado por la psicóloga Raquel Aldana.

Última actualización: 06 octubre, 2023

El cerebro del hombre durante el sexo es un océano de misteriosos cambios que organizan la ejecución, los pensamientos, las emociones y el rendimiento sexual. En otras palabras, lo que comúnmente se conoce como “dar la talla” y que encierra tras de sí un complicado proceso.

En este sentido no es ningún secreto que a los hombres generalmente les preocupa el tamaño o la forma de su miembro. Asimismo, cabe destacar que el pene ha ocupado siempre un lugar privilegiado tanto en la mente del hombre como en la mente de la mujer.

No obstante, a pesar de lo que piensan los varones sobre su miembro, el tamaño es lo menos importante en el rendimiento sexual. Otra de las cosas que no suelen saber las mujeres es que los hombres también se sienten cohibidos a la hora de mostrar su cuerpo y sus genitales.

A ellos también les preocupa lo que podamos pensar de ellos y también temen decepcionar a sus parejas (sexuales o amorosas) con el tamaño se pene, con la apariencia de su cuerpo o con su comportamiento sexual.

Desmontando falsas creencias sobre el miembro viril

Aunque gran parte de los hombres desearían tener un pene mayor, el 85% de las mujeres están conformes con el tamaño del miembro de su pareja. El error está en que la cultura ha asumido que cuanto mayor longitud, mayor potencia sexual (esto no solamente es falso sino que además una gran largura es innecesaria).

De hecho, en realidad las mujeres afirman sentirse más atraídas por otro tipo de rasgos físicos que van desde los ojos, la sonrisa o la mandíbula hasta los músculos. Es decir, que si atendemos al sentir femenino, el tamaño no es lo más importante.

Es más, la mayor parte de los hombres no tendría por qué sentir inseguridad respecto al tamaño de su miembro, pues como media la longitud es mucho mayor que la necesaria para encajar en la vagina de la mujer.

En 1983, Fisher, Branscombe y Lemery, llevaron a cabo un experimento para conocer si el tamaño del miembro del hombre influía en la excitación sexual de las mujeres. En el experimento se expusieron escenas eróticas a las mujeres en las que aparecían hombres con penes del tamaño entre 5 y 20 centímetros. Los resultados mostraron que las mujeres respondían con una activación sexual idéntica independientemente del tamaño del pene.

El pene en piloto automático

Todos los hombres conocen la capacidad de su pene para reclamar su atención sin ni siquiera una orden cerebral consciente, es decir, para actuar por voluntad propia. O sea, que quien más o quien menos ha sido “víctima” de una erección refleja.

Por su parte, la erecciones reflejas son distintas a la verdadera excitación sexual, pues se producen por señales inconscientes del cerebro y de la médula espinal, no del deseo consciente de tener una relación sexual.

Mujer y hombre abrazados

Debemos saber que la verdadera responsabilidad de la activación recae en los receptores de testosterona, los cuales se encuentran alojados en la médula espinal, los testículos, el pene y el cerebro y se encargan de activar toda la red sexual del varón.

A muchas mujeres les sorprende que el pene pueda actuar en piloto automático y que no siempre puedan controlar sus erecciones.

El cerebro durante la verdadera excitación sexual

En contra de lo que se suele pensar, la verdadera excitación masculina no comienza en su pene, sino en su mente a partir de imágenes o pensamientos eróticos. Es decir, que el cerebro del hombre debe enviar de manera consciente información emocional y sexual relevante para que comience la acción.

Esto se consigue gracias a la acción de la testosterona, la cual incrementa el interés sexual y acelera los músculos pertinentes para lograr un alto rendimiento. Así, cuando un hombre se siente predispuesto sexualmente, logra que su córtex visual envíe un mensaje al hipotálamo para que ponga en marcha los motores hormonales de la erección.

No eres una persona fácil cuando disfrutas tu sexualidad

Por eso, una imagen mental o física de alto contenido sexual logra encender el centro cerebral del placer, el núcleo accumbens. De esta manera se logra una expectativa sexual que favorece el intercambio.

De este modo la activación cerebral se ve potenciada por el contacto físico, pues en un contexto de excitación el mero roce envía temblores sexuales que atraviesan el cuerpo y el cerebro.

Así, durante el intercambio sexual no solo veríamos cómo el hipotálamo envía sangre al pene, sino cómo la activación de circuitos del lóbulo frontal favorecen que el hombre preste atención a la oportunidad sexual.

El cerebro del hombre durante el orgasmo

Esta disposición le hace al varón concentrarse en la visualización de “la tierra prometida”. Su cerebro verá la luz verde del semáforo y pisará el acelerador. En este momento, el resto de zonas cerebrales se oscurecerán para evitar distracciones y proceder a penetrar con un suave empuje mientras inhala el aire rápidamente deseando aligerar así la tensión sexual.

Al igual que sucede en el cerebro femenino durante el sexo, los hombres tienden a “desconectar” zonas de su cerebro mientras dura el intercambio. Así, tanto el centro de alerta y peligro del cerebro (la amígdala) como el centro de la preocupación (córtex cingulado anterior), tienen que ser “apagados” en este instante para disfrutar del sexo.

Amor sin sexo

Una vez logrado esto, el cerebro conseguirá enviar sangre a los genitales y fomentar la alineación de sus estrellas neuroquímicas. Esto favorecerá que el hombre excitado llegue a ese punto de no retorno en el que puede soltar el acelerador y llegar al clímax.

En los instantes de excitación máxima el cerebro masculina se inunda de norepinefrina, dopamina y oxitocina. Esto activa la zona cerebral del placer intenso (el área tegmental ventral) y el área de la inhibición del dolor (la sustancia gris periacueductal).

Gracias a todos estos cambios el hombre podrá llegar al clímax y disfrutar de manera plena del contacto sexual. No obstante, cabe destacar que no ser un caballo desbocado requiere de un gran autocontrol y un gran crecimiento emocional por parte del varón. Este proceso solo se logra con un gran trabajo interior del que las mujeres muchas veces ni nos enteramos.


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