La ciencia de la experiencia personal (cientificismo ficticio)

Hacer conscientes las afirmaciones que realizamos puede conducirnos a caer en la cuenta de que estamos asociando causas y efectos de manera errónea. Es lo que llamamos el cientificismo ficticio y lo encontramos de manera cotidiana en nuestro diálogo.
La ciencia de la experiencia personal (cientificismo ficticio)
Raquel Aldana

Escrito y verificado por la psicóloga Raquel Aldana.

Última actualización: 01 septiembre, 2022

Intentar convencer a alguien de que su experiencia personal no es ciencia es una tarea difícil. Sin embargo, la universalización de nuestra experiencia tiene un recorrido escaso (más allá de ser un recurso aprovechable en lo personal cuando tenemos que actuar y no contamos con información científica).

Ocurre que lograr esto es algo parecido a tratar de convencer al sediento de que lo que está viendo es un oasis repleto de agua fresca cuando intenta salir del desierto. En buena medida, la confusión nace de que la ciencia, por supuesto, a veces también comienza a construirse a través de experiencias personales. Así es que derribar el argumento “esto es así porque lo he comprobado muchas veces o porque estos dos hechos han ido asociados en mi experiencia” es todo un reto tanto en terapia como en la vida cotidiana.

Por otro lado, en nuestra mente está abierto un número significativo de autopistas cognitivas que facilitan la confirmación de hipótesis iniciales. Por el contrario, lo que tiene que ver con refutarlas circula por carreteras comarcales con algún puerto que bien podría estar en el recorrido de alguna gran vuelta ciclista.

Nuestro cerebro es propenso a crear ilusiones visuales, auditivas y cognitivas. Además, la mayor parte del tiempo no somos conscientes de lo imperfecta que es nuestra manera de pensar y lo fácilmente que somos engañados por nuestros mecanismos funcionales. Así, nuestra mente, por ejemplo, no tiembla a la hora de rellenar con dicción lagunas de memoria, para después conferirle al relato vitaminado un porcentaje de realidad infinitamente superior a los hechos.

Mujer metiendo la cabeza en un espejo
Nuestra mente nos vende ilusiones, engaños y mentiras de las que somos presos muy fácilmente.

¿Lo que cada uno experimenta no es una constante universalizable?

La tarea de refutar el argumento de la experiencia personal es muy ardua. En primer lugar, no es lo que tú ves, ya que las conclusiones personales suelen ser producto de la unión de distintos recuerdos que encajan en un patrón. Es decir, no hablamos de una intuición sensorial en un sentido kantiano.

Así, el primer problema está en la muestra: en nuestra memoria son más salientes aquellos recuerdos que han resultado significativos. Por ejemplo, hace unos años se hizo un estudio con conductores que evidenció que prácticamente el 100 % sobreestima la frecuencia con la que tiene que detenerse ante un semáforo.

Lo más curioso es que el sesgo era prácticamente independiente del número de sucesos; es decir, la significación del fenómeno era independiente del número de semáforos que cada sujeto hubiera tenido que pasar. Estos errores cognitivos son una plaga en nuestro día a día.

Hombre entrando una caja en la mente
Lo que nos frustra o nos enfada tiende a formar recuerdos más salientes en nuestra memoria, influyendo de manera indirecta en las conclusiones a las que llegamos.

Nuestra opinión en base a la experiencia no es ciencia

Las relaciones verbales son creencias que forman parte de nosotros y que necesitamos en nuestro entorno natural para controlar nuestro comportamiento. Sin embargo, algunas de estas reglas no son lógicas. No olvidemos que la ciencia es mucho más que la lógica y que la lógica no es psicológica.

Este punto es importante porque muchas personas piensan que su opinión es ciencia en base a que han pasado por muchas experiencias en las que se ha producido un determinado antecedente. Asimismo, también se tiende a considerar que la acumulación de estas experiencias genera almacén de una muestra grande, muy similar en tamaño a la que podrían recoger algunos investigadores en un estudio científico.

Otro de los factores que invalidan la aspiración de que nuestra experiencia personal sea universalizable es el sesgo de la profecía autocumplida. Cuando pensamos que un precedente tendrá un consecuente, solemos poner los medios para que se produzca ese consecuente, aunque no nos demos cuenta.

Pongamos un ejemplo. Si vamos a una reunión pensando que nos encontraremos con una persona poco amable, normalmente nuestra actitud tampoco lo será. Así, lo sea o no lo sea, nosotros estamos haciendo que sea más difícil que se muestre cordial. El problema no termina ahí, porque es probable que solo nos quedemos de esa experiencia con la idea de que se ha confirmado nuestra hipótesis, no de lo que hemos hecho para que se confirmara.

El ejemplo sirve para enlazar con otra idea. No guardamos en nuestra memoria todos los antecedentes de un fenómeno. Es decir, puede que la consecuencia exista, pero se producirá bajo una interacción significativa de variables y no solo porque una de ellas adquiere un determinado valor. En definitiva, si no desafían las reglas que se establecen, alguien que observa desde el cielo podría pensar que en verano llueve mucho, ya que la cantidad de sombrillas y de toldos se reproducen.


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  • Concha, D., Ramírez, M. Á. B., Cuadra, I. G., Rovira, D. P., & Rodríguez, A. F. (2012). Sesgos cognitivos y su relación con el bienestar subjetivo. 
  • Salud & Sociedad
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